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“La gente mayor no me entiende y cree que tengo un problema mental”

No le importa lo que digan, siempre que no se quede tibio en su forma de ser. Un hombre de extremos, este periodista ha sabido compaginar un trabajo serio con su pasión, reírse de sí mismo y del resto de los seres humanos.

14 de Julio de 2010 | 08:54 |
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Desde “eres un genio” a “eres un idiota”, las opiniones expresadas hacia Pablo Zúñiga son tan extremas como su trabajo, un día corresponsal de la BBC en Chile, al otro, un extraño personaje que busca sacar la risa interna de la gente, alterando la realidad, como dice, y apelando a los anticódigos periodísticos y la rareza de la gente.

“Estamos buscando el perfil ideal de la mujer para un futbolista. Y muchas veces se asocia a modelos como tú, lamentablemente rubias y tontas. Y hoy día queremos desmitificar eso; Luli no es rubia ni tonta”, le dice Zúñiga a la blonda y conocida joven que está sentada al otro lado de la mesa de su espacio “Una belleza mala”, en “Halcón y Camaleón”, donde participa desde hace algunas semanas.

Hace tiempo que sus seguidores venían pidiendo su regreso a la pantalla, luego que “Influencia Humana”, su “late show, sin show” en Telecanal, dejó de transmitirse a principio de año. Pese a su corta duración de tres meses al aire, el programa se transformó en un espacio de culto, reforzado con las rarezas de Felipe Avello y la curiosa sabiduría de Jorge Castro de la Barra, “el hombre Google”, como lo llama Pablo, porque sabe de todo.

Desde Avello bailándole sensualmente a Aldo Schiappacasse, hasta Felipe Camiroaga y Álvaro Escobar como invitados electrocutados en el espacio “Alta Tensión”, hoy se pueden apreciar en los numerosos videos que subieron los fans a YouTube.

Hoy Zúñiga -antes, fiel compañero televisivo de Vivi Kreutzberger- espera llevar el programa a una estación más grande, y aunque sabe que no parece muy fácil introducir algo así en las señales nacionales, se ve esperanzado. Mientras, dice disfrutar de su “pasar tangencial” por el programa de TVN, de su primer papel en el cine en “El limpia piscinas” (primer largometraje de “Sebadilla”), además de los comerciales, que hoy suman cerca de 40 en los que él es el rostro de la publicidad. “Disfruta”, donde sale junto a la actriz Javiera Acevedo, es uno de los clásicos de tu currículum.

“Entonces, cuando cuento en una entrevista que además soy colaborador de la BBC de Londres, es la única parte que no me creen y es la única parte cierta de mi vida”.

-Pareces alguien con doble o triple personalidad.
“Sí, pero soy el mismo. Los que me conocen saben que soy el mismo, pero me gusta moverme en el espectro de la BBC, para los que digan que soy idiota, pero también echar la talla en la televisión, que es donde más feliz canalizo mi forma de ser”.

-¿Por qué te inclinas por alterar la realidad? ¿Es una manía, la encuentras muy fome, muy ordinaria?
“Creo que es una manía por ocupar códigos antiperiodísticos y de provocar algún grado de desconcierto. Yo no hago chistes, no me gusta hacerme el divertido, por eso nunca me río en una nota. Pero, más que nada, me gusta llamar la atención con la rareza, con el absurdo. Si eso genera alguna risa, excelente, pero sino, pasa piola. De hecho, en ‘Influencia humana’ teníamos al guatón Álvarez (Juan Pablo, ex recluta de ‘Pelotón’) en una sección donde comentaba economía con datos ciertos. Cuando alteras la realidad así, me parece que al menos provocas una risa interior, y eso sí me gusta”.

-¿Y pasas riéndote internamente todo el día?
“Sí, sin duda, pese a que yo no me río mucho. Es una risa interna, porque vas viendo a diario cómo son las personas, lo que pasa, lo que a uno le molesta y al otro no, las actitudes y la forma de ser de la gente sí te generan una risa interior, más allá de lo que puedes ver en la tele, en la calle”.

-Dices utilizar anticódigos periodísticos. ¿A qué te refieres con eso exactamente?
“Uno de ellos es, justamente, tratar de burlar el sentido común, tratar de apelar al desconcierto. Si tú te fijas en las entrevistas y notas que hago, en general aplico todos los códigos que en la universidad te dicen que no hay que usar. Por ejemplo, nunca tocar a los entrevistados, es muy raro, o que ahora tú estés sentada en mis piernas. Es raro preguntarle al entrevistado las cosas incómodas que no le vas a preguntar. Yo diría que esos son los que me llaman la atención. Muchas veces, los entrevistadores se complican con preguntar ciertas cosas, y eso es lo que me gusta, porque hay un grado de locura. El ser humano es muy raro, y me gusta exacerbar o explorar la rareza de las personas”.

-¿Te han pegado?
“He recibido ofensas a nivel de internet, pero no, no me han pegado. Me he escapado de trifulcas que he armado”.

-¿Y cómo son los mensajes que te dejan en Facebook, Twitter?
“Son dicotómicos. ‘Me encantas, eres un genio’, a ‘eres un idiota’. No hay término medio, lo que me encanta, porque lo peor que me puede pasar es ser tibio, me daría mucha rabia. Las opiniones malas y buenas no me generan nada. No me puedo creer que me digan ‘eres genial, un maestro’. No, eso lo escribió un gallo que estaba aburrido frente al computador, de buena onda, y lo agradezco. Pero lo mismo pasa con los que escribieron ‘eres un pelotudo’. Hay tantas opiniones como personas. Si reaccionara ante cada opinión, estaría mal, internado”.

-¿Qué te dice tu familia?
“Por suerte no me ven tanto, lo que me ayuda muchísimo para no ser cuestionado también en mi casa. A mis hijos (Pablo y Martín) no les pongo lo que hago, quiero que sean buenas personas. Creo que ni saben que trabajo acá, mi mamá y mi papá tampoco”.

-Pero nunca falta la tía que los llama y les dice “miren, está Pablito en el 7”.
“Claro, ‘y está en calzoncillos’... No, no me favorece eso”.

Zúñiga admite que muchas veces es comparado con su otrora compañero de pantalla, Felipe Avello, por el humor que ambos compartes. Eso sí, aclara: “Le tengo harto cariño, pero creo que él no se pone límites. Él se fue contra el Papa cuando trabajaba en Canal 13 y al final lo sacaron de ‘La movida del Festival’. Yo sí mido y trato de cachar dónde estoy parado. Y sé que se puede ser súper puntudo sin necesidad e irse a un tema tan sensible”.

-En “Influencia humana” electrocutabas a tus entrevistados o te agarrabas a garabatos con Felipe Avello. A primera vista, no parece un programa que encaje con la parrilla televisiva de las estaciones más grandes.
“Pero creo que sería de culto estar en un canal grande y que venga la sanción del Consejo Nacional de Televisión”.

-¿Faltan espacios en la televisión que se escapen de los códigos clásicos?
“Sí. Por ejemplo, yo no entiendo por qué en este país The Clinic no es un programa de televisión. En Argentina lo sería, con todo un aparataje detrás, con merchandising, un sello característico, etcétera. Me llama la atención que aquí no se haya hecho, pero creo que es, justamente, porque debe haber muchas presiones de sectores conservadores, pseudoconservadores o muy extremistas que apelan a que no hay que pasar ciertos límites. Pero igual se están abriendo espacios con la entrada de gente joven. Yo lo noto por Twitter; a la gente que le gusta lo que hago, y los que están ahí, son jóvenes. La gente mayor no me entiende y cree que tengo un problema mental, porque me lo dicen en los mails; que soy un idiota, se ofenden”.

-¿Por qué cosas?
“Por ejemplo, cuando trabajaba con la Vivi Kreutzberger, en ‘Gigantes con Vivi’, la gente mayor siempre me escribía que cómo era tan impertinente de decir cosas como ‘don Francisco no salva a nadie’, a su propia hija y en su propio canal. Eso era una ironía; todo el mundo sabe que don Francisco hace la Teletón, que es entretenido... Pero hay gente que es muy cerrada y que me escribía que cómo el canal permitía que yo le dijera eso. En cambio, un gallo joven goza con eso, escuchando, tal vez, lo que de su casa no se atreve a decir.
“Tarde o temprano va a operar la mano invisible de la economía aquí también. La gente mala como yo va a salir y van a tener que venir grandes personajes. Es un tema de tiempo”.

-¿Te ha llegado algún reto importante?
“No, los jefes que he tenido saben los rangos en que me muevo; que a veces hablo un poco en serio, un poco en broma. En el peor de los casos, lo peor que puede pasar es que me saquen de un programa, pero si pasa, idearemos otra fórmula”.

-¿Qué te parece que hayan grupos en Facebook que se llamen “Yo entiendo el humor de Pablo Zúñiga”?
“Son los menos. En general no me entienden, peor no busco que lo hagan. También hay otros grupos como ‘Pitéate a Pablo Zúñiga’, pero tengo igual como diez mil seguidores entre dos Facebook y en Twitter voy como en los once mil seiscientos seguidores. Para un personaje menor de la televisión como yo, es un número interesante”.

-¿Tu humor es para cierto tipo de gente, más inteligente?
“No creo que sea por inteligente, más bien pasa por la capacidad de observación, de tolerancia, y sin pretender hacer humor u hacerme eldivertido. Muchas cosas que digo pasan piola, pero me gusta eso. No pasa por inteligencia, más bien es básico lo que hago.
“Siempre decían que si leía las noticias, no podía echar la talla en televisión, ‘si trabajas en la BBC no puedes ser chistoso’. Pero estoy ahí, hago comerciales, estoy en ‘Halcón y Camaleón’ con mi notita chica, entro y salgo; Felipe es el único que se ríe, y después me voy contento para mi casa”.

-Una vez dijiste que te daba miedo terminar con el síndrome Mandolino, siendo siempre un personaje secundario, a un lado de la pantalla.
“Debo haber estado borracho cuando dije eso, porque no me da miedo ahora, ningún miedo. De hecho, me gusta mi pasar tangencial por la tele, que duden en la calle de si soy yo o no, porque puedo entrar al canal, dar entrevistas que no son pagadas, como esta, ir a otro lugar... Me siento pleno. Busco mi espacio, pero tranquilo. Porque además yo no soy vanidoso, no busco quedar bien, al contrario, siempre quedo como un pelotudo. Hay una condición de la gente de la tele que es la vanidad, y está bien, cada uno con lo suyo, pero yo no la tengo. Salgo en las notas con la misma ropa con la que pinto el fin de semana, y creo que ese es mi sello”.

-Saliste de la Universidad de los Andes. ¿Eres de esos ex alumnos que llevan a dar charlas motivacionales a los nuevos estudiantes de periodismo?
“Yo no sé si están muy contentos con lo que hago. Pero me invitaron a hacer una charla para alumnos de cuarto medio, hace dos meses atrás, después de como diez años que salí. Creo que en todo ese tiempo, la universidad me trató de borrar de su lista”.

-Igual eres corresponsal de la BBC.
“Sí, pero ven lo que hago acá y alejaría gente que quiere estudiar en la universidad. Cuando me invitaron hace dos meses, también fue la Cata Edwards, que era mi compañera y ahora lee las noticias en el Mega. Pero después me di cuenta que jugaban un poco con la dicotomía Cata Edwards, la seria, lo formal, lo que hay que hacer, y Pablo Zúñiga, el error. Me hicieron una mala pasada, me gastaron una broma”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“La pornografía la dejé... A ver, mi vicio privado... No fumo, no carreteo tanto, no hago deporte... Igual me pongo el cinturón de seguridad como cuatro veces; lo engancho, lo saco, lo vuelvo a poner y lo saco de nuevo. Pero mayores vicios, no tengo, sólo este T.O.C. -un trastorno obsesivo compulsivo- que debo tener. Es que soy muy inquieto, no tengo tiempo. No juego fútbol porque no tengo tiempo, tampoco pertenezco a un club, no me gusta pertenecer algo. Salgo de aquí y, probablemente, haga un comercial o una nota para la BBC. Hay una inquietud que no me deja tener un vicio”.
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