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Juan Pablo Flores: Puro instinto paternal

Su meta es disfrutar la vida. Por eso es que el hombre que encarna al “Terrible jefe” y al “Gay encubierto” en “El Club de la Comedia” decidió nada menos que ser papá. Aquí relata su experiencia y asegura que no hay secretos para él en este nuevo rol.

03 de Septiembre de 2010 | 15:03 | Por Ángela Tapia F.
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Claudio Vera, El Mercurio.
“Buenas noches. Hoy voy a hablar de un tema muy hermoso, voy a hablar del embarazo (…) Qué irónico que algo tan complejo comience con algo tan prehistórico como el test de embarazo. Es como un ritual prehistórico: ‘¿Querer saber si estar embarazada? ¡Mear sobre esta vara! Esperar. Si salir dos rayas, ser guagua que venir”. Juan Pablo Flores realizó como siempre su monólogo en “El Club de la Comedia”, sacando las carcajadas del público asistente.

Todo parecía normal, hasta que al finalizar su rutina, el actor le dedicó un emotivo saludo a su pareja, Alejandra Riquelme, quien pronto tendría a la primera hija de ambos, Matilda.

Desde el gran día, han pasado 5 meses ya y hoy asegura que la paternidad no ha sido una incógnita en su vida, y que, aunque le cueste confesarlo, ha madurado.

A sus 36 años, los carretes de antaño son un encañado recuerdo de la juventud, y por eso al verse con un trabajo estable -como el que tiene desde hace 5 años en su exitoso programa de stand up comedy- decidió con la mujer que ama nada menos que formar una familia. Por eso, cuando Juan Pablo no encarna a Alex, el “gay encubierto”, o al “terrible jefe”, anda mamadera en mano cuidando a su pequeña hija, de la que afirma es igualita a él.

“Mi entretención en estos momentos es la guagua. Ando pensando todo el día en ella”, dice, antes de explicar que con Alejandra han sabido turnarse las responsabilidades entre el trabajo de él en la televisión y los estudios de Educación Parvularia de ella. De toda su experiencia, obviamente saldría un monólogo que rescatar: “Si ustedes analizan bien, la naturaleza fue muy sabia al haber escogido a la mujer para que tenga el embarazo. Porque imagínate fuera el hombre. La mujer se preocupa de no engordar (hace comillas). En cambio, al hombre le importaría una raja. En tres meses estaría como este mono de La Guerra de las Galaxias, Jabba, o Epidemia. Sería un monstruo”, comentó en el programa.

-Nuevo papá, ¿cómo has vivido la paternidad?
“Es súper raro, porque el hombre pasa todo el embarazo como un inútil porque es la mujer la que tiene la guagua adentro. Lo único que haces es mirar, y al final quedas en un segundo plano, es poco lo que puedes hacer. Al final, es realmente el hombre el que espera que salga la guagua para poder compartir”.

-¿Y qué tal fueron esos meses?
“Siempre dicen que los primeros meses de embarazo son los más complicados y en nuestro caso fue más que complicado. Ella (Alejandra) todavía estaba estudiando y se desmayó un par de veces en el metro. Por eso yo la iba a dejar las veces que podía. También vomitaba todos los días, fue horrible, como tener una caña de 3 meses. Después del cuarto mes todo se cortó de un momento a otro y empezó a ser más natural. Después, ya en la etapa final, empiezas a sentir a la guagua, ves las ecografías, su cara, y empieza la relación con ella. Empiezas a visualizarla, le tienes un nombre y todo”.

-La espera terminó cuando nació. ¿Entraste al parto?
“Sí, y lo que me impactó fue que fuera tan corto. Porque uno tiene la imagen de las películas, que la cuestión es más o menos... un parto, poh. Y nada. Nosotros llegamos a la clínica y después de las inyecciones no se sentían ni las contracciones. De hecho, (Alejandra) tenía que pujar de memoria porque no sentía nada. Al final, me acuerdo que estuvimos esperando 5 horas hasta que llegó el doctor. Él estuvo 20 minutos y salió la guagua. Listo, súper rápido”.

-¿No te impresionó ver todo eso?
“No, para nada. A lo mejor uno se predispone, pero fue esperar que saliera y listo. Igual son rápidas las enfermeras. La limpian rapidito y al final te pasan la guagüita tal como es. Entonces, uno empieza a mirarla y te olvidas de todo”.

-¿Has cambiado pañales?
“Sí, desde el primer día. Yo me quedé en la clínica con mi señora, que estaba muy cansada, si había tenido una guagua. Así que lo más natural fue empezar a mudarla cuando llegó el momento de hacerlo”.

-¿Venías con el instinto paternal?
“Sí. Además que es una niñita, entonces, no sé si será que hay una onda más rica por eso, pero fue algo espontáneo”.

-Hoy en día hay mucha información dirigida a la futura mamá. ¿Encontraste datos útiles para ti? ¿Te preparaste?
“No hay mucha información en relación al hombre. Claro que hay libros más modernos que hablan del papá que participa y todo el cuento. Pero pasa que en este país, la mujer tiene el post natal y el hombre no, tiene que seguir trabajando. Así que, al final, ella es la que se queda con la guagua y el hombre llega a la casa, cansado a veces, y se van separando los roles. Creo que hay un machismo totalmente instaurado en la mentalidad de todos, incluso en las mujeres. Basta ver cómo me preguntan con asombro si he mudado a mi guagua”.

-¿Cómo logras, entonces, involucrarte en el cuidado de tu hija?
“Yo no sé cómo será con otras parejas, pero, en nuestro caso, yo le doy la papa con leche materna. Entonces, en el fondo hago lo mismo que ella. Todo eso estaba pensado. Las tareas están relacionadas con nuestros tiempos y hacemos los dos casi lo mismo. Eso sí, si no existiera esa maquinita para sacar leche no podríamos. Pero hoy, prácticamente, no hay secretos en la maternidad para mí.
“Tenía toda la intensión de comprarme libros como ‘mi primer hijo’, ‘cómo ser papá’, pero no sé si fue de flojo, pero nunca compré nada. Al final no fue necesario, porque no hay tanto secreto tampoco. Si de cierta manera, uno sabe qué es lo que está pasando. No estás esperando otro animal, es un ser humano. Además ha sido mucho mejor ir descubriendo las cosas de a poco, en vez de ir con un manual, porque así vas estableciendo una relación desde que nace. Eso me llamó más la atención, que como uno la ve todo el día, sabe lo que hace, que este gesto es por algo, que quiere jugar, que tiene sueño. Es increíble cómo nos vamos conociendo de una forma natural. Y es súper efectiva esa fórmula”.

-¿Y qué has ido descubriendo con ese método?
“Lo primero es que te das cuenta de lo indefensa que son las guaguas y la importancia que tiene tu rol. Eso es lo más fuerte que, al menos a mí, me pasó. También ves la importancia que tienes en la formación de su carácter, según la trates y la eduques, y te empiezas a preocupar más de ese tema y sobre todo de cuidarla. Así empiezas a valorar lo que te cuidaron a ti también. Es más heavy de lo que parece, porque pasa a ser lo más importante las 24 horas del día; verla cómo empieza a agarrar las cositas, te preocupas de todos los avances que tiene”.

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