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Planificando la fuga

21 de Julio de 2010 | 11:08 |
A medida que crecía su amor, Bielecki comenzó a planear una manera de escapar. A través de un amigo polaco que trabajaba en el depósito de uniformes, consiguió un uniforme de la SS y un pase.

Usando un borrador y una pluma, cambió el nombre del oficial, por si el guardia lo conocía, y escribió que sacaba a una reclusa para que fuese interrogada fuera del campo, en una comisaría cercana.

Se procuró alguna comida, una hoja de afeitar y un suéter y botas para Cybulska, a quien le dijo cual era su plan: “Mañana vendrá a buscarte alguien de la SS para interrogarte. Esa persona seré yo”.

Al día siguiente, por la tarde, Bielecki se presentó al sitio donde estaba ella y, sudando, le exigió a su supervisor que se la entregase. La llevó a un portón lateral donde un guardia somnoliento los dejó pasar. Se dirigieron hacia la campiña y se escondieron entre la maleza. Al caer la noche reanudaron su marcha.

“Caminar por la campiña y por bosques fue agotador, especialmente para mí, que no estaba acostumbrada a semejantes actividades”, comentó Cybulska en su informe, según un libro que escribió Bielecki, “El que salva una vida...”. “Tuvimos que cruzar ríos crecidos. Jurek (el nombre polaco de Bielecki) me llevó al otro lado”.

Caminaron nueve noches hacia la casa de un tío de Bielecki en un pueblo cerca de Cracovia. Allí estaba viviendo su madre, que no cabía de alegría cuando lo vio vivo, aunque, católica devota, no quería que su hijo se casase con una judía.

Decidieron que era más seguro que ella se escondiese en una granja vecina y que él se fuese a Cracovia. Pasaron su última noche juntos bajo un árbol de peras, haciendo planes para el futuro; volverían a verse después de la guerra.

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