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Gancho de la Nicotina

22 de Julio de 2010 | 13:59 |
La nicotina suministra una dosis rápida. Con cada inhalación, se transporta a los pulmones, donde entra rápidamente a la circulación y llega con rapidez al cerebro. Una vez ahí, se une a receptores y facilita la liberación de diversos químicos del cerebro, particularmente dopamina, que induce sensaciones de placer que, a su vez, refuerzan el deseo de más nicotina.

Benowitz explicó que a lo largo de un día, a medida que el cerebro sigue siendo expuesto a la nicotina, se desarrolla una tolerancia parcial y cada cigarrillo subsiguiente produce un efecto menor. Pero durante el sueño, la nicotina se despega de los receptores y los fumadores despiertan con un intenso deseo de fumarse un cigarrillo. “Ese primer cigarrillo de la mañana tiene el mayor efecto”, dijo, y el ciclo se reanuda.

Además, informó que a medida que se va desarrollando la tolerancia, aumenta el número de sitios de unión en el cerebro para la nicotina, incrementando los síntomas de ansiedad y abstinencia y el deseo del próximo cigarrillo.

Se han desarrollado nuevos fármacos, como la vareniclina (Chantix), que vuelven el tabaquismo menos gratificante; otros fármacos en desarrollo tienen efectos similares a los de la nicotina que pueden aminorar los síntomas de abstinencia. También se está probando una vacuna de nicotina.

Claro, el intenso deseo de nicotina va más allá de su química. Como informó Benowitz: “La nicotina induce placer y reduce la tensión y la ansiedad. Los fumadores la usan para modular niveles de excitación y para controlar el humor.

Fumar mejora la concentración, el tiempo de reacción y el desempeño de ciertas tareas”. Agregó, sin embargo, que “el alivio de los síntomas de abstinencia probablemente sea la principal razón de este mejor desempeño y mejoría en el humor”. En otras palabras, si nunca hubieran empezado a fumar, la mayoría de la gente nunca notaría la diferencia.

La principal excepción, quizá, sea la de personas que sufren de depresión, otras enfermedades mentales y desórdenes de abuso de sustancias. Es más probable que ellos fumen y tienen probabilidades mucho menores de dejarlo porque la nicotina actúa como una forma de automedicación.

Cuando fumadores adictos intentan dejarlo, experimentan irritabilidad, disposición deprimida, intranquilidad y ansiedad, típicos síntomas de pacientes psiquiátricos. Muchas personas, durante la abstinencia, dicen sentir que resta muy poco placer en la vida.

Además de los efectos cerebrales de la abstinencia de nicotina están señales conductuales y ambientales para fumar -la sensación y sabor de un cigarrillo; la asociación con ciertos humores y actividades como beber, ir de fiesta o relajarse después de una comida; el hábito de fumar mientras se trabaja, o estar con alguien que fuma-, y se puede ver porqué para el fumador puede ser tan difícil dejarlo.

Benowitz notó que las mujeres que fuman son influenciadas con mayor fuerza que los hombres por “señales condicionadas” y emociones negativas. De manera similar, las mujeres metabolizan la nicotina más rápidamente, lo cual puede volverlas más dependientes. Eso explica parcialmente porqué a ellas les resulta más difícil dejarlo.

“Si entendemos las razones por las cuales personas diferentes fuman, podemos suministrar habilidades conductuales de tipo específico para lidiar con ellas en vez de fumar”, dijo. “Se tiene que individualizar la cesación del tabaquismo”.