EMOLTV

Mónica Bulnes: “Los padres deben retomar el papel de líderes de autoridad”

Esta psicóloga familiar señala que es una mala estrategia soltar la toalla frente a los hijos. Agrega que buena parte de los problemas de rendimiento escolar tienen su explicación en que los niños no tienen responsabilidades y límites claros en todos los aspectos de su vida.

03 de Septiembre de 2010 | 14:45 | María José Errázuriz
imagen
Carla Danemann, El Mercurio
Dos son las recetas que entrega para la crianza de los niños: cariñosa firmeza y humor.

Sí, la psicóloga y master en Ciencias de la Familia, Mónica Bulnes de Lara, cree a pie juntilla que los padres deben inyectar una dosis de humor diario en su relación con los hijos para que la educación se haga más llevadera. Así lo plantea en su blog "Pregúntale a Mónica" que cada vez se hace más conocido.

A su juicio, el optimismo facilita las cosas y logra mucho mejores resultados, porque hace que la educación diaria sea más llevadera y no se perciba por ninguna de las partes como algo que asusta. Formar a los hijos es un tema que la mayoría de los padres enfrentan con angustia y dificultades y según Mónica uno de los problemas principales tiene en su origen a que éstos tienen temor de ejercer autoridad.

“Tengo la firme convicción de que los papás somos responsables de un 90% de la mala conducta de los hijos. La provocamos nosotros muchas veces al hacer una mala estrategia o al no hacerla. Por eso, trabajo con los padres, porque atendiéndolos a ellos, milagrosamente se compone el hijo”, explica.

La especialista señala que la generalidad de los padres llevan a sus hijos al psicólogo cuando presenta problemas de conducta o de autoestima y ella ha comprobado que es más efectivo trabajar sobre los padres para cambiar la dinámica familiar.

Agrega que hay una crisis de sobreinformación de algunos papás sobre el desarrollo de los hijos, lo que los lleva a asumir una actitud de miedo. "Cuando un papá tiene miedo, suelta la toalla, si el niño se pone más rebelde, se retrae porque no vaya a ser que después se porte peor y no lo pueda controlar”, dice.

“Y los hijos son muy buenos para detectar la duda, la inseguridad en sus padres y ahí a ganar territorio”.

-¿Qué implica esto?
“El problema es que los niños no saben manejar tanto poder, en un momento dado. Si los padres no fijan los límites claros y el niño se los toma, eso le causará mucha inestabilidad emocional porque ese no es el rol que debiera tener él”.

-O sea, ¿los padres y los niños están en procesos de angustia?
“Sí, creo que los papás, con su carga de trabajo, sienten una especie de culpa que provoca una ansiedad de no estar haciendo las cosas bien; y los hijos asumiendo responsabilidades y roles que no les corresponden porque los papás no los están tomando en un momento dado.

“Lo que planteo es que los padres deben retomar el papel de líderes de autoridad sin ser autoritarios. No se trata de ser duros, yo hablo de cercanía, porque la relación es importantísima con los niños para que la adolescencia se vuelva una etapa encantadora en la familia. Para eso se tuvo que haber trabajado desde antes y se necesita que los niños sepan quien es la autoridad de la casa.

“Eso del papá cool lo ha confundido. No hay que ser amigo de los hijos, hay que llevarse muy bien con ellos, pero no ser amigo. Por eso mi lema es cariñosa firmeza; es una combinación entre un papá que sabe que tiene la autoridad pero está siempre cercano al diálogo con el hijo, sin excederse”.

En este acápite, Mónica afirma que uno de los problemas que se presenta es que los padres dan demasiadas explicaciones. No se pueden pasar horas tratando de convencerlos esperando que los hijos les den la razón. “Eso no va a ocurrir, no nos van a dar la razón. Normalmente el es cierto, no es justo, pero es, calla a un hijo. No se puede alargar la lucha de poder entre padres e hijos, lo que hace agotador a la relación”.

-Se ha instalado mucho la tendencia de la negociación con los niños.
“Nos fuimos al otro extremo; claro que en la formación es importante explicarle a los hijos lo que se le trata de enseñar, pero nos pasamos horas discutiendo. La función de puesto de un hijo es dar lata hasta obtener el permiso y la de los padres es no ceder, por eso no se debe enganchar en una eterna explicación. Se le explica el límite básico y se acabó y si insisten, se adoptan medidas, empiezan las consecuencias”.

-¿Qué pasa con las exigencias? Se les exige en el desempeño académico, pero no en otros aspectos de su vida como personas.
“Yo soy enemiga de castigar por notas, porque creo que un mal desempeño escolar es un síntoma ya sea de que haya estrés en el colegio o problemas en la casa; si el niño tiene una dificultad es un síntoma. Se debe tratar de entender el contexto de lo que está pasando para ver por qué cae el rendimiento. Los padres se enfocan en el desempeño escolar porque es en cierta forma una calificación a ellos como padres; si el niño tiene buenas notas, la madre debe ser buena mamá y si en cambio, está reprobando, seguramente la mamá está haciendo algo mal y eso provoca ansiedad. “Hay que tener también aceptación de cómo es el hijo”.

-¿Se abandonan las exigencias en otros planos?
“En otros planos se ve que esta mal entendida la independencia, en permisos y otros. Se les libera de responsabilidades, que no hagan esto y aquello; ahí vienen las contradicciones como que no ayuden en nada en la casa y sólo se dediquen al colegio, pero si tienen mal desempeño viene la descarga de que eso era lo único que tenían que hacer. Los niños cumplen mejor en el colegio cuando tienen claros los límites de su vida, cuando tienen vida social con supervisión y no suelta.

“Los niños han reportado, en múltiples estudios, que los papás permisivos son muestra de falta de interés y de cuidado. Cuando hay límites los repelen, pero al final, saben que se trata de cariño. Y el desempeño escolar mejora cuando todas las áreas están bien afianzadas, exigir sólo de un lado desequilibra las cuatro patas de la mesa”.

-¿Qué opinión te merece el fenómeno de los padres helicópteros, esos que están encima de todo?
“Conozco varias madres que hablan de tenemos semestrales la próxima semana o me saqué un siete en matemáticas. El gran problema es que inutilizamos a los hijos; es bueno saber que tiene que hacer tareas, pero uno no se debe sentar al lado al hacerlas, porque sino el niño descarga la responsabilidad escolar en los padres.

“Creo que hay que tener cercanía, pero no tomar el rol de un hijo, porque en la medida que lo hacemos por él, éste se pregunta ¿no soy capaz? y la autoestima comienza a decaer. La mejor pregunta es qué hago este mes por mi hijo que él podría estar haciendo por sí solo.

“Se trata de estar presente, pero dejarlos a ellos asumir sus tareas, responsabilidades”.

-¿Podríamos decir que nos movemos entre dos extremos, la ausencia y la omnipresencia?
“Sí, definitivamente. Es complicado formar un hijo, hacer de un ser humano una persona íntegra, con una vida trascendente es complicado, y cualquier extremo es malo. Definitivamente si vas a pecar de algo yo apostaría por el cuidado que el descuido, ya que se viven muchos más efectos de la negligencia y abandono de los padres que de la sobreprotección, sin pasar a un extremo patológico. La idea es aquí estoy, pero yo no lo hago por ti. De esta forma se consigue que los adolescentes estén a cargo de sus estudios, de su PSU, de hacerse un futuro feliz, que es la lección más importante”.

-¿Los padres están mirando objetivos a corto plazo?
“Estamos resolviendo lo inmediato, la pataleta y no vemos que no estamos educando en la tolerancia a la frustración. No nos imaginamos que el niño que no puede esperar por la galleta, difícilmente espera después al trago, al cigarro y las relaciones sexuales. Claro, hoy tiene tres años y es encantador, pero va a tener 30 algún día y no vemos eso a largo plazo.
“Hay que ver cómo lo que se le está enseñando o no hoy lo va a dejar cuando sea adulto. Sabemos que lo que queremos es que un día nuestros hijos no nos necesiten, por lo que todo debería estar dirigido hacia allá, pero a veces, no lo hacemos”.

Mónica propone aquí una técnica que ayuda a enfrentar problemas: darle opciones a los niños, de manera que se les dé cierto poder pero siempre dentro de un marco de autoridad. Se trata de entrenar en la toma de decisiones de manera controlada.

“Porque la verdad es más fácil ser mal papá que buen papá, es más fácil solucionar la pataleta dándole la galleta para que se calle, que lidiar con ella para que aprenda la lección. Los papás que gratifican inmediatamente, que no lidian con la disciplina, pagan los platos rotos, pagan con adolescencia bien conflictivas, con jóvenes adultos poco preparados para la vida real”.

-¿Existen los malos padres?
“Es muy poco popular mi postura, pero definitivamente sí aunque no sea con malas intenciones. Es verdad que a nadie le enseñan ser papá, pero hay padres que sueltan con facilidad la toalla porque se está cansado. Cuando nos ponemos en la postura de que nos está ganando la vida nos olvidamos que nosotros fuimos los que trajimos a los hijos al mundo y son nuestra responsabilidad. Aunque sea agotador, hay que cumplirle al hijo siendo autoridad, siendo líder.

“Un mal papá que manejó mal la formación los primeros años, lo paga fuerte. Me dedico a ver padres con hijos fuera de control. Es una navaja con dos filos, porque si usamos malas estrategias y soltamos la autoridad pensando en aliviarnos en el momento, la avalancha viene después, tarde y temprano. Y eso se vuelve angustioso porque hay conductas que se pueden corregir y otras no, porque es demasiado tarde”.

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?