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Andrés De León: El loco amor de su vida

El cantante chileno ha regresado con el disco “Quiero tener fe”, mientras disfruta de su matrimonio con Paulina, quien fuera su primera desilusión amorosa en la adolescencia y la misma mujer que gatilló, a sus 15 años, sus ganas de componer música.

03 de Septiembre de 2010 | 14:49 | Ángela Tapia F.
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Claudio Vera, El Mercurio.
“¿A nombre de quién es el café?”, pregunta un empleado de la famosa cafetería gringa, que se caracteriza por la atención “buena onda” y personalizar su servicio llamando por el nombre de pila a sus clientes. “Eee, Cristián”, le responde el hombre de 35 años al que todos miran extrañados porque desde siempre lo han conocido como el que cantaba “Mi loco amor del verano”, Andrés De León. “¡Pero si me llamo así!”, insiste el músico, mientras saca su tarjeta de crédito que, efectivamente, dice Cristián Garcés.

“¿Y por qué ‘Andrés De León’?”. “Ah, no sé, pregúntenle a los productores”, dice. Corría el año 1993, cuando Andrés irrumpió en las radios con aquella canción que hizo a todos recordar los romances playeros. Tenía apenas 17 años, pero contaba con una vasta experiencia en el “Clan Infantil” de “Sábados Gigante”, varios concursos de voz ganados y musicales televisados a su haber.

Su larga cabellera más y una chaqueta de cuero negra eran su sello, ad hoc con sus contemporáneos de “Aleste”. Más adelante, el éxito alcanzado con “Anclada en mi corazón” y “Llévame al otro lado” le valieron para ser invitado como jurado internacional de Viña ‘96 y como empujón para atreverse a probar suerte ese mismo año en Estados Unidos. Hoy cuenta feliz que durante esa etapa pudo cantar a dúo con Toni Braxton y trabajar con personalidades como Humberto Gatica y el productor David Foster, aunque reconoce que el viaje no tuvo los frutos esperados.

Debió volver a Chile para sacar un nuevo disco, el que obtuvo buena llegada con la canción “Quiero” y hasta llegó a telonear a Whitney Houston cuando la megaestrella cantó en Chile. Sin embargo, el artista siempre se mostró poco satisfecho, sabiendo que pudo haber alcanzado una carrera más explosiva.

“Me he desencantado un poco, pero así es la vida no más”, dice hoy un Andrés más maduro, quien ya no se hace tantas expectativas cuando se reúne con algún ejecutivo, pero sí se preocupa de cada detalle de su trabajo, sin querer descansar en las manos de un manager. Desde entonces, dice que ha podido vivir de la música y que ha aumentado significativamente sus show e incluso ha recobrado la confianza perdida, que plasma actualmente en un nuevo disco que a propósito fue llamado “Quiero tener fe”.

“Este es un trabajo al que le tengo puesta toda mi fe. Aunque me demoré 6 años en recobrar la confianza. Este negocio es bien difícil y uno se desencanta a veces. Pero estoy pensando ya en lo que quiero hacer en futuro. Tengo mucha energía, no me doy por vencido por nada del mundo. Creo que hay dedos pal’ piano y hay que seguir”, dice Cristián, después de haber tomado su café.

-Cuando empezaste, ¿cómo fue lo del cambio de nombre? ¿Te dijeron: “de ahora en adelante te llamarás ‘Andrés’”?
“No, no fue así. Yo estaba a punto de sacar mi primer disco cuando justo vino la salida full internacional de Cristian Castro con el mismo sello. A mi disco se le tenía mucha fe de que saliera a otros países y ojalá a México. Así que pensamos que no era buena idea llamarse Cristián, porque podían llegar comparaciones odiosas con los estilos musicales, y decidimos cambiar el nombre. A mí siempre me gustó ‘Andrés’ y el ‘De León’ salió ahí para darle gancho”.

-¿Y cómo se vive con un nombre artístico?
“Ya me acostumbré. En la pega soy Andrés y en la casa, Cristián (su hijo de 6 años se llama igual). No me molesta para nada; ya lo tengo asumido desde hace muchos años”.

-En el último tiempo te pudimos ver en el programa “El baile en TVN”, y a varios les llamó la atención que teniendo una carrera fueras allá a cantar.
“Yo estaba un poco reacio al principio, porque toda la vida he defendido mi repertorio, pero al final fui a hacer lo que mejor hago y he hecho toda mi vida, que es cantar. Además, el aparecer todos los jueves en un estelar durante cuatro temporadas, hizo que empezaran a salir muchos eventos y viajes por todo Chile de nuevo, cosa que había dejado de hacer. Me empecé a reencontrar con el público y con mis canciones, y empecé a reafirmar mi imagen y la confianza que había perdido en muchos años de intentar e intentar y seguir trabajando”.

-Hubo incluso un minuto en que dejaste la música, ¿no?, que incluso estudiaste computación.
“Sí, fue espantoso. Estudié Análisis de Sistemas. Era mateo hasta que llegaron los algoritmos y sistemas binarios... Y mal, me volví loco. No era lo mío, me deprimía y no alcancé a estar ni un año”.

-Una canción con la que te debes reencontrar siempre fue tu primer éxito. Es imposible no preguntar, ¿quién fue tu loco amor del verano?
“Es gracioso porque yo nunca tuve un amor de verano. Los veranos yo andaba trabajando, así que mis amores eran de invierno, media estación, pero nunca de verano. La canción es de un gran amigo que hoy es productor musical, Juan Andrés Ossandón. Y en su momento trataron de buscar gente joven -aunque ya no somos tan jóvenes- para que sonara como debía sonar con las nuevas cepas, con las nuevas ideas. Y ese tema hasta el día de hoy se escucha en la radio”.

-¿Y cómo es tu relación con esa canción, no la odias de tanto que te la piden?
“El otro día, en el lanzamiento del nuevo disco, la gente quería escuchar mis nuevas canciones y todo, pero tuve que cerrar con “Mi loco amor de verano” porque es muy potente. Hay canciones que se saben de a pedacitos, pero ésta se la saben entera. No la puedo dejar de cantar. Además, me ha abierto muchas puertas y le estoy muy agradecido”.

-¿Qué hay de esa onda más rockera, de tu pelo largo, con la que todos te conocieron?
“El corazón sigue siendo rockero. Una vez di una entrevista que titularon ‘Rockmántico’ y encontré notable el término, porque para mí las mejores baladas de la historia son las de Bon Jovi, Led Zepelin; son mis referentes. Pero soy romántico. La música que me sale cuando me siento frente al piano o tomo la guitarra son baladas románticas. Es lo que a mí me sale cuando compongo, independiente de que pueda meter canciones que sean más pop dentro de un disco. Mi esencia es así, es lo que soy.
“Soy súper romántico y trato de mantener eso vivo. Tuve una bonita enseñanza con mi abuelito, que siempre fue el que abrió la puerta, daba regalos, llevaba el desayuno a la cama... Era un caballero. Yo no soy tan caballero al cien por ciento, pero trato de cultivar ese tipo de detalles. Aunque de repente para el Día del Amor estoy tocando en La Serena o en cualquier lado, me encargo de darle (a Paulina) alguna sorpresa siempre.
“Ella es periodista y la volví a ver en una entrevista que me hizo, donde me reconquistó”.

-¿Cómo?
“La historia de nosotros dos es re linda. De hecho, mi primera desilusión amorosa fue con ella, a los 15. Éramos compañeros de colegio. Fue por ella que partí componiendo. Lo que pasó fue que yo era demasiado inmaduro, andaba jugando a la pelota en el patio mientras ella quería conversar. Yo estaba muy enamorado, pero al final duramos como 3 ó 4 meses y después, de un día para otro me dijo ‘no más’”.

-¿Qué tipo de canciones comenzaste a escribir, de qué hablaban?
“De mucho olvido, tristeza, la típica canción que le gusta al chileno para cortarse las venas. “No nos volvimos a ver hasta los 20 años, cuando ella me hizo una entrevista. (Paulina) venía recién saliendo de una relación, pero igual empezamos a salir de nuevo y nos enganchamos”.

-¿Ella te acompañó a Estados Unidos?
“En la segunda etapa. La primera me tuve que ir solo y la pasé más o menos. “Aprendí mucho allá. Pero yo ya di vuelta la página con las cosas que debieron suceder y no sucedieron; ya me sané el alma. Prefiero no sufrir pensando que estaba ahí en la meca de todo y que podría haber alcanzarlo todo, pero que se me fue de las manos sin explicación ni lógica. Lo bueno de toda esa etapa es que hice un dueto con Toni Braxton, trabajé con (el productor) David Foster -que debe tener 16 Grammy en el living de su casa- con Humberto Gatica y con los mejores músicos de Los Angeles. Hasta grabé un disco que nunca salió”.

-¿Hay un disco tuyo guardado?
“Un disco entero. Nos demoramos 2 años en hacerlo con la sinfónica de Los Angeles y quedó precioso, pero no salió por los problemas de la compañía y el manager. Se guardó en una gaveta, y no lo puedo pagar porque costó como 200 mil dólares”.

-¿Y no puedes hacer nada con esas canciones?
“No puedo grabar nada porque ellos tienen los derechos. Sólo puedo ocupar algunas canciones, pero no la producción en sí, lo que son los arreglos, grabación... Ellos son los dueños. Pero ya fue. Tengo hermosos recuerdos y fue la mejor universidad para mí que soy un apasionado del sonido, y pude ver cómo ecualizaban y grababan. Me preocupé de aprender todo lo que pude”.

-Has vivido el amor con la misma mujer pero en etapas muy diferentes de tu vida. ¿Estando más grande se vive con la misma intensidad?
“Yo era muy inmaduro, cabro chico. Hoy lo sigo siendo uno, pero un niño de la casa no más. Al final, el amor se va desarrollando y tomando diferentes formas. Al principio, todo el mundo sabe que es muy apasionado. Pero luego ves que todos los matrimonios tienen altos y bajos. Yo me resisto a como está hoy en día la sociedad, que de cien personas que se casan, se separan ciento uno. Creo que uno no puede tirar la toalla tan rápido, menos cuando hay niños de por medio, porque sufren mucho. Además que siempre después de la tormenta viene la calma; hay que luchar por lo que uno siente”.

-Puede que siendo músico tengas una sensibilidad que te permite lidiar mejor con esas cosas, ¿no?
“Por eso se destruyen tantos matrimonios, por la falta sensibilidad, pensar más, darle tiempo a las personas. Yo también tengo un genio más o menos, también soy temperamental, pero también tengo la suerte de tener una pareja que me comprende a mí y mi trabajo, aunque sea algo celosa”.

-¿Y qué hace con los gritos de las fans y todo lo que conlleva ser cantante de música romántica?
“Se tiene que comer lo celos. Pero bueno, qué le vamos a hacer. Yo me río no más, aunque yo soy muy celoso también, mucho más que ella, pero no encuentro que eso esté mal. Los celos son buenos, porque te demuestran que la otra persona siente cosas por ti, de eso se trata. Ahora, cuando son enfermizos, ahí están mal”.

-¿Qué tan celoso eres?
“Hasta de las historias antiguas. Es que no nos vimos como en 5 años... Aunque todos teníamos derecho a pololear con alguien más”.

-Claro. No es que tú te quedaste en la casa escuchando música no más.
“No, señor. Hay que vivir la vida. Por eso hoy día estoy tranquilo”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Soy fanático de los perfumes; tengo muchos, más de 30. Eso me lo pegó mi esposa. También tengo algo fetiche con los micrófonos. Tengo uno tipo Elvis, antiguo, que suena muy bien”.
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