Nacida en La Serena, el observatorio El Tololo le quedaba a corta distancia, pero sus visitas permanentes a ese lugar se ligaban más al hecho de que su padre, ingeniero, trabajaba en ese lugar.
Pamela Arriagada, astrónoma, que cursa su doctorado en la Universidad Católica, es lo que se llama una verdadera “cazadora de planetas”. A sus cortos 25 años ha participado del equipo chileno que ha descubierto un total de 11 en los últimos años. En esto, ella ha sido protagonista del hallazgo de 5 planetas extrasolares (el 2008, el primero), pero aclaramos, ninguno lleva su nombre.
“Cuando era bien chica quería ser astrónoma porque sabía que viajaban harto, pero ya en media me gustó física y matemática por lo que me decidí por la astronomía. No era una cuestión de querer ver las estrellas, era más saber cómo funcionaba el universo”, cuenta. Reconoce también que el trabajo de su padre, que lo relacionaba con astrónomos influyó en su vocación.
-¿Qué lleva a una mujer a estudiar astronomía? No deben ser muchas.
“No, antes no, pero yo creo que hoy somos mitad y mitad, está bien equilibrado. El tema es que cuando son más viejas, muchas no siguen y abandonan por irse a cuidar a sus hijos. Ahí nos quedamos estancadas”.
-¿Se percibe como una carrera en solitario?
“Sí, la verdad es que el perfil del astrónomo es de una persona solitaria, por lo menos en mi caso, yo no soy muy sociable y nos movemos en un grupo más cerrado, tenemos amigos entre los astrónomos, aunque hay excepciones. En general, somos medios raros, como me han dicho otros” (se ríe). La imagen del astrónomo mirando toda la noche el cielo, aclara, es romántica, porque la verdad es que hoy están frente a un computador.
-¿Qué dificultades son las que más detienen en esta carrera?
“Creo que la falta de apoyo del resto de la comunidad no científica, de la gente que no conoce y no sabe lo que hacemos, por lo que no le importa mucho. No somos una carrera rentable, no generamos plata, entonces, tienden a mirarnos en menos y, en general, nos destinan menos recursos que a otras áreas como biología, que sí hace cosas más tangibles y que se pueden aplicar.
“Nosotros igual trabajamos con cosas que se van a aplicar, pero no directamente. Hemos hecho muchos avances en el tratamiento de imágenes que hoy se usan en medicina y todo eso lo hicieron astrónomos y físicos. El tema es que otros aplican nuestras cosas en usos que le sirve al resto de la gente”.
-¿Y las dificultades como mujer?
“Pensar en tener una familia no se ve tan fácil. Tener un hijo me hará mucho más difícil poder seguir, buscar un lugar en otro país. De partida, es difícil encontrar una pareja que te apoye en esto, no podemos hacer toda nuestra carrera en Santiago o en Chile, somos medios nómades y hay que encontrar a alguien que te siga”.
-Has dicho que tu lucha vital es ser respetada científicamente, ¿por qué?
“Las eminencias en este campo tienden a tener un prejuicio con respecto de la mujer, cuestión que no tienen las nuevas generaciones. Los más viejos crecieron con la idea de que las mujeres no podían ser tan exitosas. Me gustaría que llegara el día en que toda la comunidad científica viera a la mujer como un igual”.
Pamela ya se prepara para salir fuera una vez que termine el doctorado. Asegura que es muy importante en esta carrera tener experiencia en el extranjero, porque es una profesión global. En su calidad de astrónoma observadora, considera ser una privilegiada por las opciones que ofrece el país, no sólo en estudios, sino en infraestructura.
“Hoy, lo mejor es quedarse acá, porque te dan hartas facilidades para observar y usar los observatorios, cosa que no es así en otros países donde hay que concursar por tiempo de telescopio.
En Chile, somos tan pocos astrónomos y tenemos el privilegio de tener el 10% del tiempo de todos los telescopios que los astrónomos doctorados no alcanzan a cubrir ese porcentaje y nos dan la oportunidad como estudiantes”, explica.
Se ríe cuando se le pregunta por el hecho de haber descubierto 11 planetas. Dice que en el pasado no era algo común, pero hoy en día sí gracias a la tecnología.
“Además, trabajo con un grupo que es pionero y saben lo que están haciendo, con ellos se hace más fácil... claro que no es algo trivial”, asegura.
-¿Qué se siente cuando se encuentra un planeta?
“Se siente emocionante, claro que estos planetas no son tan importantes. Hoy se conocen más de 400, pero es emocionante saber que hay más planetas tan lejos y que uno es capaz de detectarlos”.
-¿Alguno puede llevar tu nombre?
(Se ríe) “No, a menos que descubra algo muy raro, porque ahí se le pone un nombre más coloquial, pero si no estos planetas tienen el nombre de la estrella y tienen casi siempre un número. Le podría poner mi nombre pero nadie lo va a conocer como el ‘Pamela’”.
-¿Cuál es tu principal desafío hoy?
“Estoy buscando un planeta como la tierra”.
-¿Qué significa eso?
“Se trata de planetas rocosos, chicos como la Tierra, ojalá con agua, pero no lo vamos a saber hasta que no se hagan otro tipo de observaciones”.
-¿Qué te frustra?
“Cuando la gente me pregunta estupideces como si se va a acabar el mundo el 2012... o confunden astronomía con astrología o me dicen gastrónoma. Cuestión que me pasa bien seguido y a todos”.
-¿Qué te provoca cuando estas observando el universo?
“Me hace sentir pequeña, que no somos nada, uno no es nada”.