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Gioconda Belli: “Se trata de convertir la vida cotidiana en sujeto de la política”

La escritora nicaragüense revoluciona con su obra “El país de las mujeres” donde ellas toman el poder absoluto sin abandonar su femineidad ni su lado maternal. La obra es una buena oportunidad para ver los proyectos de país sin los esquemas clásicos del poder.

30 de Septiembre de 2010 | 17:29 | Por María José Errázuriz L.
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Carla Danemann, El Mercurio
Viviana Sansón, viuda, periodista, madre de un pequeña, es elegida Presidenta de Faguas apoyada por un gran movimiento de mujeres organizado tras el Partido de la Izquierda Erótica, PIE, que tiene como curioso símbolo dos pies con las uñas pintadas de rojo.

Este grupo, de ideas más libertarias que feministas, toma una revolucionaria decisión apenas asumido el mando del país: envían a todos los funcionarios hombres del gobierno a sus casas por 6 meses para que se impongan de la realidad del hogar y ellas asumen el control con el objetivo claro de barrer, literalmente, con la corrupción generalizada.

Viviana Sansón podría ser el alter ego de la escritora nicaragüense Gioconda Belli, quien ganó el Premio Novela Hispanoamericana de editorial Norma con su novela “El país de las mujeres”. Guerrillera en los tiempos de la lucha contra Somoza, tuvo tres de sus cuatro hijos en medio de la revolución que dio paso al gobierno sandinista, del cual participó, tras el exilio en México y Costa Rica. Hoy está dedicada ciento por ciento a las letras donde destacan varias piezas de poesía y cuentos para niños.

Su novela, cuya protagonista es Viviana Sansón y su grupo más cercano de colaboradoras, enfrenta el poder masculino versus el femenino, el liderazgo maternal con el que se pueden asumir las tareas país y la búsqueda del bienestar general de la sociedad mediante acciones tan simples como preocuparse de la comunidad y el vecino.

Gioconda asegura que lo suyo no es un discurso feminista, sino “hembrista” y eso se trasluce en cada una de sus páginas.

-Tienes un pasado como revolucionaria. ¿Eso tiene alguna expresión a través de tu escritura?
“Sí, la guerra en sí, nunca me gustó, fue un recurso que hubo que emplear porque había una dictadura que no se podía derrotar de otra manera, pero a mí me encanta la política, el arte, la obligación y la responsabilidad de cambiar la realidad para que sea mejor. Esta es mi idea política y por eso esta novela, es una novela de ideas que intenta jugar un papel diferente a las novelas a las que estamos acostumbrados. Esto es para mí un experimento en cuanto es una novela para hacer ver a la gente de cómo podría ser la realidad, que la quieran y la construyan”.

-Esto está muy ligado a lo que se trasluce en tu escritura que son los temas de derechos y libertades. 
“Claro, es algo que tengo bajo la piel. Lo que me llevó a escribir este libro es haber estado muy metida en la discusión de cosas de mujeres y como mujer me siento orgullosa de serlo. Me da mucha rabia que no hayamos podido las mujeres todavía, obtener el respeto y el lugar que nos merecemos en la sociedad, pero creo que tal vez, como en todas las cosas, necesitamos usar métodos diferentes, necesitamos plantearnos el problema de otra manera. Entonces mi idea es discutir cómo podemos lograr un país de las mujeres, donde el sentido común, la seducción, el humor, nos ayuden a cambiar la realidad. Empezar a cambiar la realidad de una manera como lo haríamos nosotras las mujeres, que no es como lo hacen los hombres. Ellos piensan en lo macro y esta propuesta es que la felicidad parte por casa, hagamos el ‘felicismo’ que es una provocación de decir que las ideologías fracasaron y los hombres lo intentaron y ahora le toca a las mujeres de hacer una que busque la felicidad de la gente y que no se enredará en tanta formulación teórica”.

-A pesar que hablas de un país gobernado sólo por mujeres, tu libro es muy inclusivo.
 “Hay una única cita de Kissinger que me gusta que dice que la guerra de los sexos es imposible porque hay mucha confraternidad con el enemigo y creo que es cierto. Yo soy una mujer que ha amado a los hombres, que los quiero y los veo como seres extraordinarios por lo que no concibo la vida sin ellos. Pero también, por otro lado, creo que no se dan cuenta ni siquiera de lo que hacen, tienen un modus operandi que lo tienen tan metido adentro que no se dan cuenta de lo que hacen”.

-¿Calificarías tu escritura como una escritura feminista?
“Creo que el feminismo, desafortunadamente, se ha contaminado de mucho bagaje, de mucho prejuicio que no le corresponde. Soy una gran admiradora de todo lo que el feminismo ha hecho por la mujer, pero creo que necesita una infusión de pimienta, de nueva vitalidad, energías y miradas”.
 
-Hablas de un estado superior, el hembrismo. ¿Cómo lo defines?
“El hembrismo es la exaltación de la mujer, o sea, agarrar todas nuestras cualidades, todo lo que somos y convertirlo en una fortaleza tremenda, no arrepentirnos de ser mujer, no andar justificándonos por serlo, no andar queriendo aparentar. Eso en el poder se ve muy a menudo. Tienes a la Hillary Clinton de precandidata que se comportaba muy masculina, y el día que lloró todos se inclinaron por ella; ella siempre quiso despegarse de su naturaleza femenina porque cuando las mujeres llegan al poder, lo primero que tratan de probar, primero que nada, es que son tan buenos hombres como cualquier hombre”.
 
-¿Ese es el gran daño que le ha hecho el feminismo a la mujer?
“No, fueron algunas interpretaciones del feminismo. La primera meta fue ‘nosotros vamos a ser como ellos, igualmente agresivas’, y creo que ahí hubo un mal cálculo porque lo que más fuerza nos da es precisamente ser quienes somos, enorgullecernos de nuestra femineidad, no tenerle miedo a nuestra belleza”.

-Tu protagonista es una Presidenta, pero señalas claramente que eso no implica tener el poder femenino. ¿Las mujeres alcanzan un poder formal y no real?
 “Sí, creo que sacrifican mucho. Como se meten con las reglas del juego establecidas en la sociedad por los hombres, que son reglas patriarcales, cambian; entonces, claro, no son totalmente masculinas –como fueron de femeninas y maternal Violeta Chamorro y Michelle Bachelet-. Por eso, en la novela, las mujeres deciden hacerlo todo solas, porque se dan cuenta que el esquema de cómo funciona el poder es muy fuerte y que para destronarlo y cambiarlo, necesitan actuar a sus anchas”.

-En el libro subyace como contradictorio el querer asumir el poder solas, pero hacerlo desde la perspectiva maternal lo que algunas rechazan.
“No me parece contradictorio. Creo que ahí está la diferencia de esta novela con otros planteamientos feministas que es que las mujeres se deben plantear sus roles sin excluir la maternidad, porque siempre van a ser las madres biológicas. Celebrar ese rol, darle su lugar es algo que debemos hacer y además, debemos hacer que el hombre participe más. El problema es que la maternidad es penalizada socialmente porque se tiene que cargar sola con esa responsabilidad, sin ninguna ayuda”.

-Tú pones la misión de limpiar la casa, cuidar las cosas, en el plano público y privado. Pero la lucha de la mujer ha sido salir de lo doméstico.
“Sí, pero apunto a que el ‘cuido’ no es el problema, no lo es el rol doméstico, lo es que todo sea responsabilidad de la mujer. El asunto es qué se puede hacer para que las cosas domésticas sean compartidas y que la mujer no se vea impedida de desarrollar su vida pública y la pueda compaginar con su vida privada.
“Se trata de convertir la vida cotidiana en sujeto de la política, porque siempre ella está hablando desde fuera de la realidad de la gente”.

-Bueno, en el libro las mujeres plantean la felicidad como un objetivo político a conseguir y eso está fuera de la clase política común.
“Sí, es cierto, porque siempre están hablando del PIB, de aumentar esto y lo otro. Pero la felicidad no es sólo tener más recursos y más dinero. La felicidad es cómo tener un desarrollo armónico entre todas las esferas de la vida y cómo vivir al máximo tu potencial”.

-Tu mirada no es ingenua, pero tiene un planteamiento de justicia social que es muy sencillo y que supera las estructuras convencionales del poder. ¿Cómo tan fácil?
“Cuando escribí el libro sentí que éste debía convertirse en una semilla que se propague. De ahí que lanzara la página web en donde ya tengo suscriptoras. Mi idea es hacer un partido global de mujeres, sin necesidad de juntarnos físicamente. En el sitio compartimos y lo ponen en movimiento como cada una lo desee”.

-Sacudes a los hombres en el libro, ¿por qué?
“Porque se merecen su sacudida. Pienso que hay muchos que están muy claros, porque ya no son igual que a los de hace 50 años y han evolucionado, es decir, saben que las cosas cambiaron pero siguen apegados al esquema porque les conviene, porque les es más cómodo. Hoy tenemos el machismo sofisticado, cocinan y buscan una relación más balanceada, pero la lucha de poder siempre existe, porque se sienten los patriarcas”.

-¿De verdad crees que la corrupción está ligada al gen masculino, porque la planteas ligada al hombre?
“No, lo que pasa es que hay que hacer borrón y cuenta nueva. Mira, lo que pasa es que el poder absoluto corrompe y los hombres han estado en el poder tanto tiempo que hay que sacarlos. Por eso las mujeres dicen, váyanse, descansen, para que no les hagan interferencia en sus deseos de romper con los esquemas masculinos”.