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Lo mejor y lo peor del pret a porter de París

06 de Octubre de 2010 | 10:14 | DPA
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Agencias

PARIS.- Durante nueve días, los desfiles parisinos de pret a porter han copado la atención del mundo de la moda. Las principales casas francesas como Chanel, Balmain, Dior, Gaultier & Co. mostraron hasta hoy minimalismo y estética punk, nuevas anchuras y largos, belleza y horror.


Esto fue lo mejor y lo peor:


Mejor: La sutil presentación de Vionnet, ligera y elegante, en las iluminadas salas de un ayuntamiento (municipalidad). El diseñador Rodolfo Paglialunga presentó sus diseños, en los que retomó la mejor tradición de Madeleine Vionnet (1876-1975), la mayor artista del corte de todos los tiempos, aportando un toque deportivo con vaporosos tejidos de georgette de seda y gráciles plisados.


Peor: Por desgracia, de nuevo Pierre Cardin. En la pasada temporada ya hubo una malograda presentación de un libro sobre él, y en ésta el veterano maestro de 88 años volvió a presentar una colección tras una larga ausencia sobre las pasarelas. Un fallido look de astronauta, sombreros como recipientes para tartas, trajes conservadores y medias de nylon lucieron indignos.


Mejor: Inés de la Fressange en el desfile de Chanel. La topmodel de los 80, ex musa de Karl Lagerfeld, sigue estando claramente compenetrada con el modisto. Fressange subió a la pasarela y eclipsó al resto de modelos. Y dejó claro que también las mujeres con más de 50 años pueden ser deslumbrantes.


Peor: Anna dello Russo para Ungaro. Esta italiana nacida en 1962 oscureció la hermosa presentación de Ungaro sobre la pasarela. Convertida en una celebridad en el sector gracias a su blog de moda, su posición como directora de moda de la edición japonesa de "Vogue" y su excéntrica apariencia, pese a su imponente físico y su vestido chic, a algunos les pareció más bien una bruja.


Mejor: El previo al desfile de Stella McCartney. La diseñadora británica mostró su colección a las 10 de la mañana y sirvió antes de los desfiles café, croissants y zumos recién exprimidos. Además, el lugar escogido también fue un placer: las maravillosamente iluminadas salas de la àpera Garnier.


Peor: El previo al desfile de Yves Saint Laurent. La presentación fue estupenda, pero había que conseguir entrar. Para llegar al suntuoso ayuntamiento (municipalidad) había que cruzar controles para entrar y salir (hubo dos desfiles). El resultado: multitudes insoportables. Cuando llegó la limusina de Claudia Schiffer para recogerla, detrás tuvo que esperar una ambulancia. La casa de moda debería flexibilizarse.