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José Ignacio Valenzuela: “El príncipe azul con el que las mujeres sueñan es gay”

El “Chascas” no sólo ha escrito desde hace 15 años teleseries como “Amor a domicilio” o “Marparaíso” -y hoy “La familia de al lado”- también, dentro de su currículum en las novelas, ha estudiado a profundidad la compleja psicología de la mujer. Con eso, y tomando en cuenta que muchas sus amigas de entre 28 y 42 años están solteras, hoy no tiene reparos (ni piedad) al afirmar que el hombre que las mujeres quieren es, simplemente, homosexual.

20 de Octubre de 2010 | 09:10 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Gentileza de José Ignacio Valenzuela.
A miles de kilómetros de aquí, en Puerto Rico, un chileno no para de escribir. José Ignacio Valenzuela, nació aquí, pero hace 7 años vive en el país de Ricky Martin y Chayanne y desde hace 5 años que publica libros que se han transformado en best seller en el lugar de su residencia y en México. Pero aquí, en el Cono Sur, la gente lo ubica más por las cerca de 16 teleseries que ha escrito, y pocos saben que incluso, ahora postula a ser nominado a un Oscar. ¿Pormenores de la distancia?

Desde siempre escribe, y la pasión por las historias fue en gran medida gatillada por los vinilos con los cuentos de Disney que tenía en su casa cuando niño. Nunca supo que cuando el hada Campanita sonaba, había que dar vuelta el disco, así que el “Chascas” se las tenía que ingeniar para darle el final correspondiente a cada cuento. Blanca Nieves, por ejemplo, terminó siendo profesora en una escuela donde los enanitos (los alumnos) le llevaban manzanas.

No costó entonces que a los 15 años ya pudiera ayudarle a su tía, la escritora infantil Ana María Güiraldes, con los guiones del programa “Arboliris” y que ya a los 20 años, con su primera teleserie al aire “Amor a domicilio”, Televisa se lo llevara a vivir a México, donde le ofreció un contrato por 11 años, que incluía chofer, departamento y hasta jacuzzi. Él lo rechazó porque no le gusta echar raíces. Prefiere los proyectos puntuales, comenta. No es de extrañar entonces, que aunque viviera al otro extremo de América Latina, continuara escribiendo para la TV nacional, donde se transmitieron sus creaciones de “Marparaíso”, “Sabor a ti”, “Don amor” y su adaptación de “Lola”, entre otros trabajos. Muchos de ellos relacionados al tema de la mujer, un “objeto de estudio”, como la llama, que le fascina y que conoce a tal nivel que hoy puede afirmar que el hombre de los sueños de las féminas, lamentablemente para ellas, es homosexual.

Desde hace 5 años, con su primer libro publicado en Puerto Rico, “El filo de tu piel”, José Ignacio se convirtió en una especie de pulpo de la escritura. Hace de todo; acaba de lanzar hace unos meses su última novela “La mujer infinita” en México, pero mientras, no para de trabajar en guiones para Francia, ni para Chile, con “La familia de al lado”, el trabajo que por estos días lo trajo al país. No sólo eso, hoy también anda expectante por saber si finalmente su más reciente película, “Miente”, será nominada a Película Extranjera en los Oscar, representando a Puerto Rico.

-Lo primero, ¿por qué allá y no acá?
“No sé, no tengo respuesta para eso. Acá en Chile es muy curioso, nadie sabe. Además, soy muy poco comunicativo con las cosas que hago. La película ha dado la vuelta al mundo dos veces. Ha ido a Sidney, Río de Janeiro, Venecia, Berlín, ha estado en todos los festivales, así que el que ahora esté de candidata para ser nominada a al Oscar, no te explico”.

-¿Te falta publicidad acá?
“Tal vez. Chile es un territorio desconocido para mí, también como escritor. Además, tengo una relación particular con la promoción. Siento que soy el tipo más insulso, fome y poco carismático del mundo”.

-¿Pero tu vida en Puerto Rico, con sus playas, el Caribe, debe ser entretenida, no?
“No, mi vida es mucho más aburrida. Trabajo alrededor de 16 horas al día; me levanto, a veces me pongo ropa, otras me quedo en pijama, me lavo la cara, los dientes, y me voy a la oficina. Eso es atravesar el pasillo y entrar a la pieza de al lado.
“Allá hace mucho calor. La vida es cómoda, la gente es muy alegre y muy encantadora. Yo creo que el mayor capital de Puerto Rico es su gente. Aparte que tiene unos paisajes de postal. Pero lo que ha hecho que Puerto Rico sea un trascendente de mi vida para siempre es la gente, el calor de la gente. En Chile es más difícil, somos más australes, más desconfiados, más silenciosos, más tímidos. Allá, cualquier cosa es pretexto para armar un carnaval en ese minuto”.

-Viendo las cosas con ojos de escritor, ¿eres de los que creen que la realidad supera la ficción?
“Absolutamente. Creo que la mejor manera de contar una gran mentira es mirar alrededor tuyo y a partir de ahí inventarla. La base de todo lo que  hago es la realidad, y la modifico, la tuerzo, la cuento como si fuera una mentira, pero siempre parte de la verdad y siempre, de alguna manera, estoy hablando de mí, aunque no quiera”.

-¿Qué dices de ti en “La familia de al lado”?
“Estoy hablando de la desconfianza. A mí, vivir en Chile me produce desconfianza porque la gente es desconfiada. Al contrario, yo soy súper confiado y me doy de cabezazos frecuentemente porque me estoy dando cuenta que la gente aquí no confía en mí ni en nadie. Uno dice ‘nos juntamos mañana’, y te dicen ‘ya, pero no me vayas a dejar botado...’. De hecho, cuando hago teleseries investigo de Chile y así descubrí que sólo el 14% de la gente confía en el que tiene al lado. A diferencia de Estados Unidos, que es el 40%, y con eso los gringos están ya desesperados. Los chilenos no confían en sus vecinos, no confían en el Estado, en la Iglesia, en los políticos, en los profesores, y ese es un estado de ánimo al que me sumo cuando llego aquí. Por eso tiene que ver mucho conmigo ‘La familia de al lado’”.

-Las teleseries son el género latino por excelencia. ¿Por qué esta necesidad del conflicto?
“El ser humano no puede vivir sin conflicto, porque vivir sin eso significa que no tienes nada que conquistar. Estás parado en una baldosa en tu casa y no tienes por qué pasar a la del lado. Por lo tanto, eso es sinónimo de morirse. Por otro lado, las teleseries como género siempre venden una oferta de esperanza. Siempre cuentan que los problemas se solucionan y eso es una realidad ficticia de la que todos nos convencemos un poquitito; ‘se te va a pasar el dolor, todo se va a pasar’, eso es la teleserie. Tú haces un contrato con el público y dices ‘te voy a tratar pésimo cien capítulos, voy a demostrarte que la vida es espantosa, pero al final vamos a sonreír todos y eso nos va a permitir ser un poquito mejores”.

-Y cuando hay un final que no es feliz, ¿nos sentimos estafados?
“Bueno, yo hice un final que ha sido bastante inolvidable en mi vida, el de ‘Marparaíso’, donde muere la protagonista. Esa vez, a mí me abofetearon a la mañana siguiente en la calle. Fui a la farmacia a comprar algo y se acercaron 12 escolares que comenzaron a abofetearme. Yo traicioné el contrato que había establecido con la audiencia, pero también es bueno romperlo de vez en cuando, porque eso hace que las cosas sean inolvidables. La gente no se acuerda de la teleserie para nada, pero sí se acuerda que la Alejandra Herrera (Camila Hidalgo) murió en la playa”.

-Has escrito libros titulados “El caso de la actriz que nadie quería”, “Qué pasó con Sofía Alcántara”, ahora, “La mujer infinita” y has hecho guiones para “Historias de Eva”, “Lo que callamos las mujeres” (México). ¿Por qué es tan recurrente el tema de la mujer?
“A mí me gustan las actrices en general, y me gusta escribir para ellas”.

-¿Te gusta la onda de la diva?
“Creo que ahí tiene que ver México, que es un país donde la diva, la primerísima actriz, es fundamental. Y yo, de alguna manera me desarrollé más allá que en Chile. Hasta el día de hoy sigo trabajando para Televisión Azteca y he hecho teleseries para todas las divas en México. No voy a decir nombres, porque además son amigas, pero una vez entré al estudio y había dos grandes divas de la televisión mexicana agarradas a combo en la escenografía, porque a una le habían puesto zapatos más altos que a la otra y la otra no quería verse más chica y reclamó y la otra reclamó más y una le tiró una cachetada y la otra se la devolvió y terminaron sacándose las pelucas. Me mandaron a calmarlas.
“La figura de la mujer me seduce mucho. Además, hablando más sociológicamente, la mujer es una figura mucho más atractiva porque es más contradictoria. Aparentan fragilidad, pero son más fuertes, aparentan sumisión y son las menos sometidas, dicen una cosa y están pensando otra. Eso es muy atractivo a nivel de personaje. No existe mujer unidimendsional en la vida real. Los hombres somos mucho más básicos; cuando decimos no, es no. Cuando una mujer dice no, nunca sabemos si es no, porque a veces es sí, pero quiere que el otro entienda que es un sí”.

-¿Seguirás trabajando con el tema de la mujer?
“De hecho, una primicia total que puedo contar es que estoy trabajando para Francia con Julián Quintanilla, un director y guionista español, y acabamos de terminar de escribir una obra de teatro que se llama ‘El día de la madre’, que se trata de la abuela, la hija y la nieta celebrando juntas. Las relaciones entre las mujeres son muy interesantes. Un hombre es amigo o no, pero las mujeres tienen esto de ser enemigas-amigas y a mí, como representante del género masculino, me encanta ver eso. Además hay un gran tema que a nivel de generación me interesa mucho; tengo muchas amigas entre los 28 y 42 años, todas interesantes, exitosas, guapas, mujeres fabulosas, que están solteras”.

-¿Qué conclusión sacas de eso?
“Creo que los hombres nos quedamos un poquito atrás. Estamos en reinvención también, pero el hombre que las mujeres quieren no es el que estamos siendo. No sé, no tengo mucha teoría al respecto, pero no tengo amigos solteros en esas edades”.

-¿Cuál es el hombre que las mujeres queremos?
“El príncipe azul con el que las mujeres sueñan es gay. Entonces, cuando se dan cuenta que no lo pueden tener, les queda la cagada. Pero las mujeres sueñan con él, con un hombre que sepa distinguir entre el color fucsia y el uva, cuando en realidad vemos sólo tres colores. Quieren que el amigo, novio y amante sepan cuáles son sus días y que las traten distinto los días que son y los que no. Imposible, eso no va a suceder nunca. Quieren que el hombre sepa contestar si está gorda o flaca, que es una pregunta capciosa que ningún hombre en su sano juicio va a contestar. Quieren un hombre gay que les haga el amor, que sea bruto de pronto pero no siempre. Eso no existe, es Frankenstein”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“Me gusta la oscuridad. Por lo tanto, me encanta la noche y los lugares donde la luz no llega. Tengo fascinación por los temas que involucran lugares donde la luz no llega, como cines, cuevas, sótanos, túneles, catacumbas, iglesias de noche, áticos, bosques... Me gustan las ciudades de noche, salir tarde, cuando ya se han apagado las luces y en la calle salen las sombras. No significa que siempre trabaje con eso, pero me gusta sentir que estoy en un lugar donde, de pronto, la luz se va y uno tiene que descubrir en medio de qué quedó, a tientas, por intuición, que en gran medida se parece al ejercicio de la escritura. Eso me perturba y me fascina”.
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