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De tal padre, tal fumador

De nada sirve hablarles del daño que la nicotina puede producirles, si un niño ve a sus padres fumar. La única manera de darles a ellos un mensaje directo, según expertos, es dejando de una vez por todas el hábito.

26 de Octubre de 2010 | 16:04 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Reuters
“Una persona que empieza a fumar a temprana edad, acorta su vida un promedio de 22 años”, comenta un joven en uno de los videos de la campaña “Gánale al cigarro” (con el claro eslogan “el cigarro te mata”) que busca impedir que los niños de 9 a 12 años consuman por primera vez nicotina.

La adolescencia parece ser la etapa ideal para comenzar la adicción a esta droga -3 veces más adictiva que la cocaína-, debido a las presiones sociales y a la búsqueda de la identidad, propia de la edad. No por nada, los datos de la Organización Panamericana de Salud señalan que entre un 10 y un 35% de los jóvenes piensa que un fumador tiene más amigos. Es por eso que se habla de un 64% de escolares que han probado el cigarro, de los cuales, un 18% se queda pegado.

“Lo importante es que si fuma veinte cigarrillos diarios hace al menos 73 mil inhalaciones al día, como si se inyectara 73 mil veces dopamina”, es información que maneja la Clínica Alemana, institución que organiza la campaña antitabaco, y que no deja de asustar a cualquier padre que, por muy fumador que sea, no quiere ver a sus hijos enredados en el circuito de la nicotina.

Pero es importante saber que entre los factores de riesgo, sin duda está el ejemplo del entorno: amigos o pololos fumadores, publicidad, el desconocimiento de los riesgos que el tabaco puede generar en ellos y, claramente, las inconsistencias entre las figuras significativas; esto es que padres, profesores e incluso médicos le aconsejen al adolescente no fumar, mientras ellos mismos lo hacen.

“Los padres fumadores tienen que asumir frente a sus hijos que tienen un problema grave; nunca validar, ni darle una connotación positiva a fumar, jamás. Hay que dejarles claro que este es un problema que ellos no han podido resolver y que, evidentemente, esperan que sus hijos no tengan”, explica la psicóloga Solange Anuch.

La experta aconseja a los adultos no mostrarse complacidos mientras fuman delante de los niños. Por ejemplo, que ellos no los vean con un cigarro en una reunión familiar.

“Eso ayuda, pero la verdad es que los niños saben más allá de lo que ven. Lo mejor es exponer el problema, y que en el minuto en que los papás hacen el tratamiento, tener al tanto a los niños de lo difícil que es, pero que es posible hacerlo y que les cambió la vida”, dice Anuch.

Con todo, la psicóloga afirma que la mejor y, prácticamente, la única manera de que los hijos no comiencen a fumar es que sus padres tampoco lo hagan. “Dejar de hacerlo es el mensaje más potente. Lo que tú digas a un nivel, pero contradices conductualmente, no entra en la mente de los niños. La adolescencia es un período especialmente crítico, entonces los niños buscan los puntos de inconsistencia para poder inhibir la norma”, comenta.

Dar el primer paso

Dejar de fumar es posible. Para eso en la Clínica Alemana entregan unas claves para poner fin al mal hábito.

-Escriba las razones que tiene para dejar de fumar y tome la decisión.

-Determine un día en el que dejará el cigarro.

-Bote todos los cigarros que tiene en su casa, auto, oficina u otro lugar que frecuente en su vida diaria.

-Pida a sus cercanos fumadores que eviten fumar delante de usted.

-Si ésta no es la primera vez que intenta dejar de fumar, recuerde qué le ayudó y qué no, las veces que trató antes.

-Dejar de fumar significa no volver a hacerlo, ni siquiera una aspirada.

Es importante avisar a los amigos y familia de la decisión que se acaba de tomar, para así recibir su apoyo y ayuda. También es de gran ayuda averiguar de los programa que las clínicas y hospitales tienen con tratamientos especiales para dejar el tabaco.