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Sebastián Eyzaguirre: El lado amable de Eyzaguirre

El periodista se reconoce maldito, pero ha sabido potenciar su lado más cordial en su programa del cable, donde muestra un lado poco conocido de él y sus invitados.

29 de Octubre de 2010 | 08:41 | Por Ángela Tapia F., Emol
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Paula Farías, El Mercurio
“Soy difícil”, dice Sebastián Eyzaguirre, sin arrugarse. El periodista sabe que es una persona mañosa, bastante complicada y con convicciones que no tranza, y le encanta eso. Sobre todo su capacidad de ser profundo y sensible, o un ser maldito, como se autodefine a veces.

El día que salió del colegio, el inspector exclamó aliviado: “Al fin te vas, huevón”. Y claro, si Sebastián se encargó desde temprano en dar rienda suelta a su personalidad, bastante fuerte y avasalladora, la que pronto le atrajo, como cuenta, el odio y la envidia de su curso.

A ese Sebastián, al maldito, bien lo conocemos haciendo las notas del “CQC”, donde molesta por igual a políticos y ciudadanos, con una perturbadora tranquilidad. Al Sebastián profundo, en cambio, se le ha podido ver desde mayo de este año en Canal 13C, con su programa “Vidas”, que acaba de comenzar su segunda temporada, entrevistando a fondo a conocidos personajes del país y mostrar de ellos, ojalá, lados poco conocidos por la gente.

Así se pudo ver a Eyzaguirre conversando tranquilamente con Francisco Vidal, sin ruidos de patos o risas de fondo. Se espera que en los próximos trece capítulos que siguen, el periodista converse también con gente como el ministro Luciano Cruz-Coke, el ministro Felipe Kast y Aldo Schiappacasse, entre otros.

“En la temporada pasada a todos les robé algo de sus experiencias. Fue un enriquecimiento personal con cosas que, incluso, ya empecé a adoptar para mí. De Federico (Sánchez) me impresionó su pasión por la vida, su mirada esteta de todo, me encanta. De Marco (Zaror), su perseverancia. De Daniel (Alcaíno) su convicción, su consecuencia. De Matías del Río, su compromiso con el ciudadano. Si tuviéramos veinte mil Matías del Río, seríamos un país desarrollado. Y de Felipe Bianchi, que es un tipo descarnado, segurísimo de querer y respetar su verdad, que no se la he visto a mucha gente”.

-Él, incluso, te dijo que había consumido drogas. A ese nivel de confianza llegaron.
“Sí, llegamos a ese nivel de intimismo, porque se dio cuenta de que era una conversación franca, bien directa, súper bien tratada en todo sentido, desde el lado estético del programa hasta el objetivo. Además que Felipe habla desde la vereda de alguien absolutamente seguro de sí mismo y que construyó el momento que tiene, te guste o no, pero un momento real. Y tiene la suficiente inteligencia para darse cuenta que todos nosotros, sobre todo en estos tiempos, para llegar donde estamos, pasamos por caminos oscuros y buenos y lo importante es poder llegar al momento final”.

-Ahora tú también estás mostrando otro rol con este trabajo. ¿Querías cambiar la imagen que se tenía de ti?
“No, lo que pasa es que yo tengo muchas caras, algunas muy diabólicas, muy hijo de ..., muy maldito, muy lúdico, muy erótico y tengo también otras más profundas. Es parte de un todo que es comunicar y hacer distintos tipos de periodismo y me parece que mientras más maestro chasquilla seas, vale, lo importante es que lo hagas bien. Puedo volver a ser el grandísimo hijo de la gran y mucho más de lo que soy y puedo bajar a este tono; tengo la capacidad de hacerlo. Pero no es por demostrar ni nada. De verdad, es por hacer lo que me gusta”.

-¿Pero crees que con esto ha cambiado la percepción que tiene la gente de ti?
“Es que la verdad no me interesa si cambió, lo que me importa es que la gente que está viendo algo -sea esto, ‘CQC’ o el día de mañana lo que sea- diga ‘este huevón lo hace bien en la televisión’, y que nunca nadie me apunte y me diga ‘que mal lo hiciste’.

-¿Te dicen cosas pesadas en la calle?
“A mí me han dicho de todo, de todo. Que soy un pesado, que soy agrandado, que me creo argentino... Pero nunca nadie me ha dicho que soy malo en lo que hago, ni en la radio, ni en ‘CQC’, ni ahora”.
“Me pasa harto que me dicen cosas en la calle. Pero en general, la onda con la gente en la calle es increíble. Siento a veces que no tengo el reconocimiento en los medios ni en mis pares, que sí tengo en la calle. Es increíble cómo la gente me respeta. El único lugar donde no y paso momentos pesados es en el estadio, donde están los animalitos, los tontitos que fueron a hacerle lo que le hicieron a Barticciotto. Imagínate, si se lo hicieron a él, cómo no me lo van a hacer a mí. Una vez, los jefes de la Barra Brava me salvaron, sino, me mataban”.

-¿Por qué dicen que te crees argentino?
“Yo tengo mucha influencia de Argentina. Es un país al que voy desde hace muchos años, pero desde el 2003, que trabajo en ‘CQC’, voy seis, siete veces por año y si no voy por ellos voy por la mía. Tengo mucho aprecio por la cultura argentina, por su música, por su fútbol. Cuando tenía 13 años y veía a Batistuta, decía ¡wau!, eso es personalidad, eso es imagen, eso es estética, potencia, todo. Me enamoré de eso. Además, mi mamá, durante la época de la UP se fue a vivir para allá; a lo mejor tiene algo que ver. En un momento tuve muchas ganas de irme para allá y no lo descarto. Una de las cosas que me encanaría hacer es trabajar en Fox. A pesar que me encanta Santiago y mis afectos de verdad están acá. Pero hay muchas cosas que detesto también. Tengo una relación de amor y odio recíproco con Chile”.

-¿Qué te molesta?
“Va a sonar fuerte, pero en general, muchas cosas de los chilenos las detesto; la falta de preparación, el tropicalismo, el chovinismo, el mal gusto, la mala leche de mucha gente. Encuentro que esta es una sociedad muy cu..., muy especial. He estado impactado con lo que pasó con Barticciotto. Aunque sean animalitos, refleja cómo son los huevones acá. Son envidiosos. De hecho, si estuviera en Argentina, sería millonario. Pero acá el chaqueteo es constante, levantan a puros muertos, gente que no existen, que son maquetas, mentiras, y que ponen en las portadas de los diarios. Y los buenos, en general, los cagan. Este país vive con códigos que en muchos aspectos no son los míos. Muchas veces me dicen que por qué no me voy. Por que yo, primero, critico lo que quiero y, segundo, porque de verdad que quiero mucho este país, su folclore, el campo. Desde chico me iba siempre al campo con mis abuelos, y mis afectos están acá. Si pudiera agarrarlos, con mis perros, todo, y ponerlos allá, lo haría, pero bueno, es así”.

-Comentaste que de tus invitados has adquirido filosofías de vida. ¿Podrías compartirla?
“Yo hago lo que me gusta desde hace 10 años. Gracias a Dios siempre lo he podido hacer,  por lo menos en mi vida adulta. Me guío por mis convicciones, que nos son pocas, y cada día intento fortalecerlas más. Vivo intensamente, en todo sentido. Tengo un carácter muy fuerte y con una idea de la vida que es la mía y es la que me gusta. Básicamente lo que quiero es que nadie me hinche las pelotas y prepararme todos los días para eso, para estar preparado y ser el mejor en lo que hago. No soporto la falta de respeto. Me molesta la gente sin códigos, desleal, soy muy poco tolerante la verdad, y me cuesta aceptar que la gente no vea las cosas como las veo yo”.

-Qué complicado y mañoso.
“Sí, la verdad que sí. Lo que pasa es que me acostumbré a tener una vida muy especial y bastante rica en todo sentido, que me construí yo, no me regaló nadie, así que mi vara es súper alta. Sé lo que doy, pero exijo mucho también, porque gracias a Dios y por mi pega tuve la posibilidad de viajar mucho, de mirar muchas cosas, de relacionarme mucho con buenos gustos, con cosas grandilocuentes. Si fui a ver deporte, fui a ver el mejor del mundo, a las más las ciudades más lindas del mundo. No soy muy sencillo tampoco, así que me cuesta. Estoy mal acostumbrado quizás.
“Me doy todos los gustos pueda y deba darme. Vivo donde quiero vivir, tengo lo que quiero tener, viajo donde quiero ir, ando en el auto que quiero andar, todo, lo que sea y lo que pueda. Mientras me lo gane yo bien ganado, me doy en todos los gustos. De repente es poquito mucho”.

Sebastián salió de la Universidad Finis Terrae, donde ya era conocido por su temperamental manera de abocarse a sus objetivos. Cuenta la leyenda que en los primeros años de carrera, se le vio discutiendo fuertemente con el profesor de Expresión Escrita, al que el joven estudiante le decía convencido que no le importaba que le fuera mal en el ramo. Él trabajaría en la tele.

Eso sí, antes de ingresar al medio de sus amores, quiso probar suerte en la radio. “Trabajé desde el 2° año de carrera con el Cote Evans. Y de patudo. Fui un día, le toqué la puerta y le dije ‘yo voy a trabajar contigo’. A las dos semanas estaba conduciendo el programa con el viejo número uno, a la hora del taco (…) Siempre tuve claro que lo mío era la radio, la televisión, aunque ahora estoy con mucho interés en pronto escribir un libro de lo que me pasó en estos 6 ó 7 años en ‘CQC’. No lo voy a escribir yo; le voy a pedir a alguien lo haga, porque no tengo ese talento ni lo hago bien”.

-¿Por qué ese libro? ¿Echas de menos tener más presencia en ‘CQC’? ¿Hay conflictos no resueltos?
“No, la gran mayoría de las cosas que se han dicho son mentira. No es mentira el conflicto que hay con Feíto (sic, ríe) ni algunas situaciones internas que tengo con la dirección del programa y la forma en cómo se está haciendo. Pero sigo siendo muy agradecido de todo lo que me ha dado y no por nada he hecho dos mundiales, no sé cuántas Copas América, he viajado por todo el mundo, he ido a las mejores fiestas, Pamplona, los San Fermines, las tomatinas, me han llevado preso en Marruecos y lo he pasado durísimo. Si yo contara toda la vida y las cosas que me han pasado, daría para más que un libro. Ha sido una vida bastante exótica y entretenida”.

-¡¿Por qué te tomaron preso?!
“Fue atroz. No teníamos autorización para grabar en África y justo venían unas mujeres musulmanas y yo las fui, no a joder, porque tengo mucho respeto con eso, pero sí tratamos de hacer una pequeña situación con ellas y llegó la policía y nos llevaron presos a una cárcel peor que la de ‘Expreso a medianoche. Nos esposaron a mí, al productor y todos. La opción que nos comiéramos dos días y nos cogieran enteros por todos lados era alta. No sabes lo que era el asco de la cárcel. Nos tuvieron ahí contra una muralla dos horas, donde los tipos hablaban en su idioma y nos gritaban, fue muy feo. Eso no lo pudimos grabar porque imagínate, estábamos que nos meábamos. Por ende, no lo pudimos mostrar. Por eso, en un día no muy lejano tengo ganas de escribirlo y contarlo. Y como esas, tengo miles”.

-También una vez te escupió Fernando Peña, ese actor uruguayo que decía que odiaba a los chilenos.
“Sí, que se nos murió el año pasado de Sida. Fue otro de los tantos momentos increíbles. La mayoría de las veces, las notas de ‘Caiga Quien Caiga’ no reflejaron fielmente las cosas que pasaron, millones de problemas que tuvimos en los estadios. Esa fue una de mis grandes peleas con ellos. Pero bueno, no estamos acá para hablar de ‘CQC’”.

-¿Por qué te dicen ‘Cuchillo’?
“Me carga. Quizás hace que tenga más llegada con la masa, no sé, pero me lo pusieron los editores argentinos. No me gusta, pero mientras más diga eso, más me lo van a decir”.

-¿Por qué tanta autosuficiencia?
“Porque me crié así. Tengo una forma particular de ser, desde chico, súper extrovertida, con una personalidad fuerte, sobre todo para los cánones de antes de este país. De alguna manera siempre estuve en el ojo del huracán. Agredido, si quieres llamarlo de una forma. Siempre generando envidias o malas ondas, así que siempre he vivido con la guardia arriba. Hoy estoy tranquilo y muy seguro de lo que soy”.

-¿Víctima de bulliyng?
“No, al contrario. Siempre tuve una personalidad súper fuerte y seguro me odiaba la mitad o más. El día que me fui, el inspector me dijo: ‘Al fin te vas, huevón’. Estuve condicional desde 5°. Seguro que fui un hijo de...”.

-¿Estás más sensible ahora?
“La gente se puede hacer una imagen por la pantalla, pero es una huevada. Uno tiene muchas caras y muestra la que quiere”.

-¿Lloras?
“Obvio que sí, con una película, cualquier pelotudez. Hay veces que me dan vergüenza los motivos por los que estoy llorando. El otro día, obviamente me emocioné con los mineros, algo me cayó. Lo encontré muy bonito. Pero tampoco ando por la vida llorando, ni ando en mis días”.

-¿Vicio privado?
“Como buen periodista, colecciono revistas, pero no tengo una actividad rara o media psico. Sólo no puedo dormirme sin ver tele en la noche y me vuelvo loco si no juego tenis dos o tres veces a la semana”.
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