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Cuando tu forma de comer se convierte en un problema

27 de Diciembre de 2010 | 09:19 | Emol
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Tu cuerpo puede tener proporciones diferentes a las del cuerpo de las personas que admiras.


Así de claro es el mensaje que entregan Juanita Gempeler y Maritza Rodríguez a los niños y adolescentes que en medio de los cambios naturales de su cuerpo empiezan a tener fijaciones con respecto de un modelo delgado como único patrón.


En el libro “Cuando tu forma de comer se convierte en un problema” de ediciones B (que forma parte de una colección) las especialistas abordan el tema del sobrepeso y los trastornos alimenticios para dar luces a los jóvenes y despejar sus angustias.


En una sociedad donde el modelo esquelético se ha impuesto, resulta importante recordarle a los niño y adolescentes que la carga genética que poseen es determinante a la hora de formar su cuerpo y por eso, las especialistas apuntan a las dificultades que se encuentran en el camino y que pueden alterar la fase de comida.


 Entre las que mencionan son las emociones, haciendo presente que éstas son estados afectivos intensos que surgen como reacción a situaciones externas y por eso, muchas personas comen cuando se están preocupadas o se sienten solas o están aburridas.


 Gempeler y Rodríguez señalan a los jóvenes que cuidarse y preocuparse por estar sano y en buena forma es positivo y algo que deben hacer, pero cuando lo comida y el cuerpo se convierten en el único tema en el que piensan claramente se está frente a una obsesión que no es positiva y puede derivar en trastornos.


En estos se mencionan el uso y abuso de laxantes o la búsqueda del vómito como una salida a los atracones de comida; también postulan las dietas extremas como si fueran una salida mágica al problema; o los desordenes que se derivan de estar todo el día comiendo o picando.


También le dedican un capítulo especial a la bulimia y la anorexia, señalando que ellas muchas veces van relacionadas.


 El libro da señas también a los padres para poder detectar estos problemas a tiempo, como son la pérdida rápida de peso que no se detiene, la disminución o desaparición de la menstruación, las náuseas al comer, el frío constante, la caída del cabello, la resequedad de la piel y el aislamiento social.