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Prevención de zombies, el cuidado del sueño de los hijos

27 de Mayo de 2011 | 10:34 | Por Jane E. Brody, The New York Times News Service
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El Mercurio

Tengo una pregunta importante. de hecho, varias preguntas relacionadas entre sí, para todos los padres de familia con hijos en edad escolar: ¿Saben cuántas horas duermen sus hijos? ¿Saben cuánto sueño necesitan realmente?


Y, ¿saben lo que sus relojes biológicos les están diciendo con respecto a cuándo van a dormir y cuándo despertar?


Si bien es probable que los niños pequeños levanten a sus somnolientos padres cada mañana, sin respeto alguno a los fines de semana, las cosas se invierten después de la pubertad. Con frecuencia oigo un lamento familiar de padres de adolescentes: cada día es una lucha por levantar a los niños y salir a tiempo para la escuela.


Muchos jovencitos y la mayoría de los adolescentes no duermen las horas suficientes, y esto puede dar como resultado serias consecuencias, incidiendo sobre el desempeño escolar e incluso elevando el riesgo de sufrir depresión y otros desórdenes del carácter.


A fin de ayudarle a usted y sus hijos a que aprecien mejor sus necesidades de sueño, me gustaría sugerir una pequeña prueba. Durante una semana o dos antes de que la escuela termine y de nuevo durante las vacaciones del verano, lleve un diario de las horas dormidas de sus hijos en tres columnas. O, si ellos son capaces y están dispuestos, pídales que lo hagan por sí solos.


En una columna, registre la hora en que se apagan las luces durante los días entre semana y en fines de semana o días de vacaciones. En la segunda columna, registre la latencia del sueño; esto es, cuánto tiempo les toma dormirse. Y en la tercera, registre la hora a la que despiertan, notando si esto ocurre de manera natural o con una alarma (¡o con un golpe de agua fría!).


Si bien es cierto que el sueño varía de persona en persona, existen algunas guías bastante razonables, fundamentadas en la ciencia, para ayudarle a que precise si sus hijos están durmiendo las horas que necesitan para funcionar a su máximo nivel en la escuela y en los juegos, así como para llevarse bien con amigos y parientes.


Y si usted es padre de adolescentes, quizá adquiera una comprensión mucho mejor de las razones por las cuales les cuesta tanto trabajo levantarse a tiempo por las mañanas en días de escuela para lavarse, vestirse, desayunar y subir al autobús o llegar a tiempo a su primera clase.


En el pasado, la televisión era responsabilizada por reducir las horas de sueño de los jovencitos. Ahora, los aparatos modernos que tenían el propósito de mejorar la comunicación y ahorrarnos tanto tiempo han creado días casi interminables. Ya no existe una hora “sagrada” después de la cual un niño no pueda ponerse en contacto con alguien más, buscar información o hacer compras en línea. Y para demasiados jovencitos, el sueño asume una posición secundaria detrás de mantenerse en contacto, ya sea por teléfono celular, correo electrónico, mensajes instantáneos o de texto o Skype.

Los números

Con base en la Fundación Nacional del Sueño, los recién nacidos deberían dormir entre 12 y 18 horas por cada 24 (eso espera cada nuevo padre), con una reducción gradual a 12 a 14 horas para infantes de 1 a 3 años de edad; de 11 a 13 horas para los preescolares, de 3 a 5 años; y (ísí!) 10 a 11 horas para niños de 5 a 10 años de edad.


Sospecho, sin embargo, que relativamente pocos alumnos de cuarto y quinto grado duermen 10 horas cada noche. Mis nietos, de 10 años de edad, tenían suerte si lograban dormir ocho o nueve horas, incluso en los fines de semana. Investigadores de la Universidad de Stanford han informado que los niños de 9 y 10 años de edad necesitan tan solo entre ocho y nueve horas por noche.


Sin embargo, la situación se torna en verdad desafiante durante la pubertad y a lo largo de la adolescencia. Los adolescentes no solo necesitan más horas de sueño que los adultos - de 8.5 a 9.25 horas por noche, con base en datos de la fundación del sueño - sino que las horas a las que les da sueño y son capaces de despertar naturalmente y sentirse descansados no coinciden de una u otra manera con el comienzo de actividades en la mayoría de las escuelas.


El adolescente típico, han demostrado estudios del sueño repetidamente, no concilia el sueño con facilidad antes de las 11 de la noche o más tarde. Sin embargo, muchos tienen que levantarse a las 6 de la mañana o antes para llegar a la escuela a una clase que empieza a las 7:30 u 8 a.m. Más de unos cuantos se quedan dormidos durante esa clase, y con frecuencia también en la siguiente. Incluso si están despiertos, no están en condiciones de aprender gran cosa de nada.


En un estudio, más de 90% de los adolescentes informaron que dormían menos de nueve horas por noche, en tanto 10% informó que dormía menos de seis horas por noche. Como ha observado James B. Maas, psicólogo de la Universidad Cornell y prominente investigador del sueño, la mayoría de los adolescentes “andan cual zombis” porque duermen muy poco.


Incluso en 1998, antes de que se pudiera responsabilizar a los teléfonos inteligentes e iPads por la privación del sueño adolescente, un estudio entre más de 3,000 adolescentes por parte de dos especialistas del sueño, Amy R. Wolfson del Colegio de la Santa Cruz y Mary A. Carskadon de la Universidad Brown, encontraron que los alumnos de preparatoria con bajos promedios escolares dormían en promedio 25 minutos menos e iban a la cama 40 minutos después que aquellos con las máximas calificaciones.


En un estudio de laboratorio de 40 alumnos de bachillerato, Carskadon y sus colegas encontraron que casi la mitad de los estudiantes que empezaba clases a las 7:20 a.m. estaba “patológicamente somnoliento” a las 8:30 a.m. Dijo que era un “abuso” comenzar la escuela tan temprano. “Quizá estos jóvenes estén despiertos y en la escuela a las 8:30, pero estoy convencida de que sus cerebros vuelven a la almohada en casa”.


La privación del sueño da como resultado “tres strikes en contra del aprendizaje”, dijo Carskadon en una entrevista.


“Los estudiantes no están suficientemente despiertos para prestarle atención a información que deben estar aprendiendo, se menoscaba su capacidad de adquirir conocimiento y se reduce su capacidad de recuperar información”, notó. “Lo que se aprende durante el día se consolida durante el sueño”.


Después de cinco horas de muy poco sueño, muchos adolescentes intentan recuperarse durante los fines de semana, durmiendo hasta las 11 a.m. o mediodía, si no es que más tarde. Sin embargo, destacó Carskadon, esta solución puede repercutir negativamente porque distorsiona incluso más sus relojes biológicos y puede dificultar incluso más que se levanten a tiempo durante la semana escolar.


Otras consecuencias de la privación del sueño entre jovencitos es la “erosión de la felicidad; mayor riesgo de depresión y otras alteraciones del sueño” en individuos con una vulnerabilidad subyacente.


Distritos escolares que han cambiado a horarios que empiezan más tarde para alumnos de preparatoria han notado mejorías en los promedios, una reducción en el número de deserciones escolares y un índice menor de accidentes de tránsito. Al eliminar cinco minutos del tiempo entre clases, uno de los distritos evitó la necesidad de extender el día escolar, lo cual pudiera interferir por lo demás con programas deportivos y empleos. 

Mejoras sugeridas

Si usted ha llevado un diario del sueño de sus hijos, busque alguna discrepancia entre sus necesidades de sueño en los días de asueto y lo que deben hacer durante el año escolar.


Carskadon, quien describió la adolescencia y el sueño como “la tormenta perfecta”, ofreció estos consejos que pueden dar como resultado una combinación mejor entre los horarios del sueño adolescente y las exigencias escolares:
- Los distritos escolares deberían comenzar el día más tarde en el caso de los adolescentes.
- Las actividades nocturnas que patrocinen las escuelas deberían ser limitadas.
- El programa escolar debería incluir información sobre el sueño y los ritmos biológicos a fin de alentar a los estudiantes a que tomen decisiones informadas con respecto a sus horarios para dormir.
- Sin embargo, los padres de familia deberían identificar y “fijar una hora apropiada para ir a la cama”.
- A fin de contribuir a un ciclo aceptable de horas de sueño y hora de despertar, los adolescentes deberían evitar la luz brillante y actividades estimulantes en la noche, así como exponerse a la luz en la mañana.
- Las familias deberían establecer rituales relajantes previos al sueño, similares a los cuentos para antes de dormir de la infancia.


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