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Óscar Gómez: Invasión gastronómica

05 de Agosto de 2011 | 08:56 | Por Óscar Gómez
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Nadie lo discute: Perú está invadiendo a Chile en forma pacífica y grata, con la buena mesa. Su estrategia y táctica apuntan a la preparación de los más sabrosos platos de la comida del norte, la cual ya no es sólo objeto de curiosidad, sino que encanta a la mayoría de los chilenos y provoca una demanda creciente de consumo.


Las cifras son contundentes. Actualmente, en el país existen 105 restaurantes peruanos, 83 en Santiago y el resto en regiones. Hay 15 “top de cinco tenedores”, 20 a 30 “intermedios” y el resto, sin que importe menor calidad, corresponde a establecimientos más modestos y pequeños, equivalentes a las “picadas” chilenas. La oferta es variada.


La inversión total de los últimos años en el sector alcanza a US$ 220 millones. Está en pleno desarrollo. Cada dos o tres meses se abre un nuevo restaurante peruano en Chile, con una inversión promedio de US$ 1 millón.


En mi caso, me siento muy halagado, porque la consejera económica de la Embajada de Perú, Silvia Seperak, hizo mención especial de la apertura de “Astoria”, y destacó que nuestros platos han tenido “muy buena aceptación”.


Una apreciación superficial permitiría afirmar que las preferencias se deben a que en Chile hay actualmente 120 mil residentes peruanos, que sin duda visitan los establecimientos que ofrecen sus platos autóctonos. Pero esto es cierto sólo parcialmente. En forma acelerada, la clientela chilena está llegando a ellos para exigir lo mejor de la comida de nuestro país. Entre los platos preferidos por la población figuran: cebiche, lomo saltado, ají de gallina, pollo a la brasa y tacu tacu. Este último incluye arroz con porotos, salsa de mariscos y carnes y otros productos. Y como se trata de comer y la buena mesa genera hermandad, a la hora de probar un pisco sour nadie discute si es de origen peruano o chileno.


La gastronomía, en sus mejores expresiones, ha derribado fronteras. Y lo hecho con la más silenciosa y eficaz diplomacia. Compartir la mesa entre peruanos y chilenos ha demostrado ser la mejor política de relaciones exteriores que se pudiera diseñar.


Un recuerdo de los primeros tiempos permite evocar cuando un chileno ordenaba comida peruana con cierta desconfianza, debido al fuerte sabor de sus ajíes y condimentos. Superada la etapa inicial, se produjo la adaptación a la demanda local como también el acostumbramiento de los consumidores. Hoy, consumirla se ha convertido en un hábito cotidiano, que ojalá se incorpore en forma permanente a la vida chilena.


Disfruten y compartan, diviértanse cocinando.


Cariñosos saludos, Óscar Gómez, chef del Astoria.


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