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Las situaciones más difíciles de abordar con los niños

“No sé explicarle a mi hija que es adoptada y por qué no creció en mi guata”, “últimamente mi hijo está con actitud desafiante, ¿qué le sucede?”, ¿por qué no tengo el mismo apellido que mis hermanos?, son tres de las diez consultas más recurrentes.

03 de Febrero de 2012 | 17:19 | Por Francisca Vargas V.
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Muchas veces hablar con los hijos pequeños de ciertos temas resulta muy complejo y los padres prefieren pensar que los niños no se dan cuenta de lo que pasa o creen que los están protegiendo y evitándoles sufrimientos.


El Fonoinfancia 800 200 818 de Fundación Integra , que funciona hace 10 años, revela las diez situaciones más complejas que generalmente piden orientación padres y adultos al cuidado de los niños.


Entre las preguntas que mencionan, se encuentran:

¿Cómo se hacen las guaguas?, ¿Por qué yo no crecí en tu guata?, ¿Por qué no tengo el mismo apellido que mis hermanos?, ¿Por qué mi papá se fue de la casa? ¿Ya no me quiere?, ¿Mi mamá se fue al cielo?, ¿Por qué se separaron con mi mamá?, ¿Por qué siempre estás triste?


Y situaciones como, últimamente mi hijo está con actitud desafiante, ¿qué le sucede?. No sé qué hacer con mi hija, está muy agresiva, grita y se enoja fácilmente, ¿qué hago? Necesito ayuda para sacarle los pañales, ¿cómo empiezo?


Cecilia Calvo, psicóloga del servicio, explica que estos temas confunden a los padres que no están preparados, ya sea por falta de preparación emocional, pena o angustia y por tanto, se crea la irrealidad que son temas poco relevantes.


 “Los niños necesitan que los adultos reconozcamos, que ellos son parte de la realidad que viven, necesitan información para entender lo que está pasando y que los adultos acojamos sus sentimientos y necesidades frente a estas vivencias y los ayudemos”, dice.


Añade que al no entregar una respuesta a una duda, los niños pueden fantasear sobre lo que pasa y esta ficción puede ser peor que la propia realidad, pudiendo causar angustias y conductas que los adultos no entienden o interpretan, por ejemplo, como mañas.


“Los niños y niñas pueden tender a culparse por lo que sucede, creyendo por ejemplo que el papá o mamá se fue de la casa porque se portaron mal”, afirma.


Además, la falta de respuesta puede afectar el vínculo, porque el niño o niña percibirá que no se puede hablar con el papá o la mamá de ciertos temas, trayendo en el futuro consecuencias sobre la confianza familiar.


En este sentido, advierte la psicóloga, no despejar las dudas de los niños puede provocar que se inhiban otros temas o preguntas. “El niño, al sentir que no obtiene una respuesta tenderá a no preguntar sobre otras cosas o buscar respuestas en otros espacios”.


Paralelamente, mantener secretos familiares puede afectar el desarrollo de los niños y relacionarse con síntomas como dificultad para dormir o conciliar el sueño, falta de control de esfínteres, alteración del ánimo o violencia, entre otros.

Algunas recomendaciones

Entonces, si en la familia existen problemas como los descritos, Cecilia Calvo propone tomar la iniciativa, en la medida que los padres se sientan en las condiciones de hacerlo, “deben estar tranquilos para acoger y contener las reacciones o sentimientos del niño o la niña”.


Si es imposible, será importante pedir ayuda o buscar apoyo para enfrentarlos. “Esto no tiene nada malo, de hecho esta capacidad es una de las competencias parentales fundamentales y hay que tener en cuenta que mientras más chicos sean los niños, más sensibles son al lenguaje no verbal: registran las caras, miradas, tonos de voz e intuyen que algo amenazante pasa y que no se puede hablar de eso”, asegura.


Antes de hacerlo, se debe tener en cuenta las características propias del niño o niña que pregunta y el momento emocional en que se encuentran, ya que esto también define la manera en que los adultos deben hablar de estos temas o responder sus preguntas.


“Los niños y niñas necesitan información acorde a su edad, es por ello que es importante escuchar lo que están preguntando y qué quieren saber para no darles información de más ni de menos y resolver sus dudas”.


La psicóloga hace hincapié en nunca mentirles. “Si no sabemos qué o cómo responder. No hay que tener miedo a responder “no sé”, no tiene nada malo ya que esto no implica que no se pueda contener al niño en lo que siente”.


El uso de juegos y cuentos, inventados o de autor, certifica, son de gran ayuda para explicar ciertas cosas y aconseja tener en cuenta que en la conversación se debe:

-Explicitar que nada de lo que ha pasado (abandono, muerte, separación, etc.) ha sido responsabilidad del niño.
-Explicar que es normal, sentir pena, rabia, miedo, etc. frente a estas situaciones.
-Dejar claro que siempre puede contar con los papás para responder sus dudas o para acogerlo y acompañarlo cuando no se sienta bien.
-El adulto y el niño no están en igualdad de condiciones. El rol del adulto es de proteger y establecer las normas, es por ello que es importante definir la jerarquía familiar donde los padres deben asumir la autoridad familiar con respeto y con el ejemplo, donde ambos deben estar de acuerdo evitando desautorizaciones.
-Tómese un descanso sí está por hacer del conflicto uno más grande.
-Tenga la flexibilidad suficiente de dar la posibilidad de negociación cuando la situación lo amerite.
-Respete sus ritmos y no los presione ni castigue cuando estén aprendiendo a controlar su esfinter, por ejemplo.


El servicio Fonoinfancia 800 200 818 atiende consultas de lunes a viernes entre 9 y 18 horas y es gratis desde teléfonos fijos y celulares.


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