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Cómo enseñar a los niños a no olvidarse de sus responsabilidades

Una alternativa está en utilizar el libro “Se me olvidó” (Zigzag). Un cuento que enseña las dos miradas del olvido para padres e hijos.

09 de Marzo de 2012 | 16:39 | Emol

No recordar tareas, útiles escolares, no mostrar comunicaciones o no dar una información relevante son los típicos olvidos que los niños y niñas suelen hacer en sus primeros años de escolaridad.


“Olvidarse de una cosa es normal y no reviste mayor importancia, pero cuando es la tercera vez que el niño pierde los lápices en el año, los padres suelen entrar en un estado de desesperación que los hacer perder el control”, afirman Neva Milicic y Soledad López de Lérida, autoras del libro “Se me olvidó” (Zigzag) que aborda didácticamente esta problemática.


Neva Milicic es doctora en psicología de la Universidad de Gales y columnista en la Revista Ya de El Mercurio. Mientras que Soledad López de Lérida es doctora en psicología de la Universidad Católica.


Ambas expertas, afirman que los niños pueden sentirse abrumados por su incapacidad para cumplir con sus propósitos, sus deseos de acordarse y por no ser aptos para responder a las expectativas de sus padres y profesores.


Las razones que explican estos olvidos, dicen que van desde las genéticas a estar absortos en otras cosas que llaman más su atención. Sin embargo, afirman que es posible desarrollar una mayor capacidad de concentración y recordar las cosas importantes.

Un cuento para dos voces

La forma que ellas encontraron para educar tanto a padres como hijos fue a través de la creación de este doble cuento, que narra la visión de la madre y por separado, la del hijo.


Las narraciones tiene la particularidad de sembrar actitudes esperanzadoras, llaman a no generalizar las actitudes y enseña estrategias para organizarse y cómo hacer las cosas más lento para prestar la atención necesaria.


“Para no olvidarme, hicimos una tarjeta que está pegada en la agenda del colegio. Ahí anotamos todo lo que tengo que acordarme de traer a la casa: la agenda, los cuadernos para hacer las tareas, los lápices, el polerón o la bufanda y las zapatillas cuando tengo gimnasia. Pero claro, ¡se me olvida leer la tarjeta y se me queda justo lo que necesito!”.


En el relato dedicado al niño, se busca detallar los sentimientos por los que pasan los infantes cuando olvidan “todos me retan y se enojan conmigo. Me castigan sin computador o sin tele”.


Y claro, no son olvidos de adrede sino involuntarios. “Sé que es necesario poner más atención, ¡pero me cuesta tanto!...Yo empiezo algo, me distraigo y después se me olvida terminarlo”.


Para salir del desaliento, poco a poco, le quitan la carga negativa a los olvidos y ponen el foco en cómo mejorar la situación: “Cuando alguien te hable, míralo a los ojos, te será más fácil recordar lo que te dice”.


La idea es invitar a los niños a hacer el esfuerzo, trabajar en lo que les cuesta y demostrarles que de a poco, irán obteniendo resultados. Nada es tan simple en la vida. “Desde que pienso antes de actuar me va mucho mejor. Y ahora si me equivoco, no me enojo tanto, y trato de pensar en qué tendría que hacer para que no me vuelva a pasar”.

Padres educadores

Las ilustraciones del libro están a cargo de Evangelina Prieto y son de una cálida luminosidad con imágenes que evocan sensaciones de empatía por la mamá y el hijo que se llama Beltrán.


En el caso de los papas la visión que plasman es claramente de impotencia que bordea en la desesperación, las peguntas inquisitivas abundan: ¿traes comunicación? ¿trajiste tus lápices? El reflejo de una realidad.


“Mi hijo es muy distraído, parece que no me escucha cuando le hablo. Muchas veces se le olvida lo que le digo… no quiero retar a Beltrán todo el día, no me gusta, lo paso mal; pero sin duda él lo pasa peor”.


Y la angustia se extiende cuando la profesora llama a reunión y enumera las dificultades del pequeño y se conocen las burlas constante de los compañeros antes el niño distraído. Por eso, más que criticar o diagnosticar, el cuento se adentra a explicar qué cosas hacer para educar y cambiar.


“Cuando son muchos los olvidos, lo dejamos sin televisión. Y aunque se enoja con este castigo, le expliqué que un doctor descubrió que si los niños ven mucha televisión, se vuelven más distraídos”.


En definitiva, el libro “Se me olvidó” resulta interesante porque lo que enseñan en su prosa es que los chicos deben aprender a tomar nota en su agenda, libreta o teléfono de lo que tienen que hacer, al igual que los adultos. Un proceso que deberá ser disciplinado y lleno de cariño. Porque de los olvidos, nadie está a salvo…


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