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Carolina Paz: La increíble historia de una mujer que ‘adoptó’ a siete niños

Esta asistente social mantiene a punta de sacrificio personal un hogar de menores. Su historia es ejemplo de entrega y compromiso social y pese a las dificultades, sueña en grande.

03 de Mayo de 2012 | 08:20 | Por María José Errázuriz L.
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Foto: Sergio A. López

Llegó al Hogar Vida Nueva con la tarea de realizar informes para el tribunal con la finalidad de externalizar a todos los niños y cerrarlo. Era mayo de 2003 y entonces eran 16 los jóvenes que estaban internados en situación de vulnerabilidad.


Hoy, nueve años más tarde, sólo quedan 7 niños y ella es el único sostén del hogar que ha enfrentado un sinnúmero de amenazas de cierre y terribles historias de abusos y maltratos.


Carolina Paz (@carypaz), asistente social, tenía sólo 23 años y una semana de titulada cuando se enfrentó a este grupo de niños que determinaría su vida futura. El 2003 la benefactora a cargo del lugar lucraba con ellos y por eso, tras una denuncia al Sename, ella llegó a hacer los informes de egreso.


La intervención de un tercero evitó ese cierre, pero las cosas no siguieron mejor: sólo había sopita de pan, la cuidadora de noche siguió con los maltratos y a los niños que tenían piojos se les rapaba. El 2005 Carolina quedó a cargo del hogar y cuando ya no tenían ni agua, ni luz ni gas, apareció un empresario que se comprometió en serio con el proyecto.


Gracias a él, en los tiempos de bonanza hubo cocinera, una persona a cargo del aseo, la despensa llena y contrato, imposiciones y salud para todos los que trabajaban ahí. Pero el 2008, el empresario quebró y Carolina resolvió asumir sola la mantención del hogar con todo el costo que ello ha implicado.


Aunque no duerme con ellos –lo hace Teresa que llega a las 19 hrs y los deja al día siguiente en el colegio- Carolina es la madre, la única madre, que tienen estos niños. Ella los va a buscar al colegio, les da de comer, los ayuda con las tareas, los acompaña, los educa, los reta, les da o retira permisos, los quiere.


Y así las cosas, los hermanos San Martín (Alejandra, Bastián, Marcela, Alejandro) y los hermanos Millar (Tahia, Constanza, Anthony) que van de los 17 a los 8 años, tienen junto a su perra Ronca, un pasar de cierta normalidad en medio de los permanentes sobresaltos que da la precariedad del hogar.


Pese a todo Carolina ha logrado que cuatro de los niños vayan a colegio particular, otros 2 a un municipal y uno, a un subvencionado y gracias a su participación en el programa “¿Quien quiere ser millonario?” logró comprar la van en que todos se transportan.


El hogar subsiste hoy de los aportes de algunos voluntarios, el apoyo permanente de la familia Paz y los ingresos que Carolina percibe como supervisora de promotoras. Aún así, ninguno, incluida ella, tiene cobertura de salud.


“Vivimos siempre al límite”, afirma y agradece a las personas que han sido fieles con el hogar.

-¿Conseguir ayuda es lo que más te estresa?
“Sí, entre otros porque hay personas que se molestan si no les envío un correo con la boleta de la inversión o el agradecimiento. Simplemente no tengo tiempo para hacerlo con todas las tareas que tengo que asumir con los niños. De hecho, hay algunas personas que creen que si no les contesto no lo necesitamos y se retiran.
“Nadie se pone en nuestros zapatos. Mañana es el cumpleaños de la Tahia, pero no tengo para comprar una torta, pero ahí estará mi familia”.

-Si dejamos a un lado las necesidades económicas del hogar, ¿cuáles son las necesidades de los San Martín y los Millar?
“No me gusta hablar de la vida privada de los niños, porque cada uno tiene su historia fuerte. Pero en el día a día ellos necesitan un psicólogo que no sea derivado de un tribunal para que les haga un acompañamiento; necesitamos una psicopedagoga; necesitan ayuda médica porque para ir con uno al consultorio, tengo que partir con todos. Son niños en situación de abandono, claramente”.

-¿El futuro de ellos cuál es?
“Este hogar no pertenece al Sename razón por la cual yo no los tengo que echar cuando cumplan 18 años como ocurre con otros. Mi compromiso con ellos es que yo les voy a pagar la universidad o ellos se la van a pagar con mi ayuda”.

-¿Posibilidades de recibir más niños, hoy, es nula?
“Sí, pero estamos haciendo una fundación para hacer cambios. Mi deseo es llevármelos a una casa-casa y dejar este hogar como lugar para un nuevo proyecto. Ellos son parte de mi vida, pero me gustaría poder hacer un nuevo hogar, con una directora que asuma el mismo rol mío. Estoy convencida que algún día tendremos el dinero suficiente para poder seguir multiplicando esto”.

-¿Con todo lo que te ha costado sacarlo adelante, por qué proyectarse en un nuevo hogar?
“Porque considero que es súper mediocre quedarme en eso. A mí me sigue doliendo ver niños maltratados y abandonados en la calle y no poder acogerlos hoy. A mí me angustia tener sólo 7 niños... esto ha sido súper duro y sé que no podría con más porque estoy en un nivel de colapso emocional, pero creo que es importante seguir peleando para quebrar el sistema. Aquí estamos quebrando un ciclo”.

-Tu trabajo con estos niños es de largo aliento. La Cony recién tiene 8 años.
“Sé que me queda mucho, pero con la Cony termino mi involucramiento emocional. Pero de ahí en adelante quiero concretar nuevos sueños. El ser mamá ha sido sólo con ellos, con otros puedo desarrollar mis potencialidades”.

-¿Una forma de retomar tu profesión?
“No sé si me gustaría trabajar en trabajo social. La verdad es que en este momento pienso en descansar un par de años, viajar, pintar, pero es algo que no puedo hacer porque hoy no puedo apagar ni siquiera el celular”.

-¿Qué te dice a ti el que hayas podido sacar adelante este hogar con puro ñeque?
“Es que aún no lo paro; he tratado de que éste sea un hogar acogedor, pero los resultados los voy a ver en unos años más cuando sean personas grandes, formadas, que amen y no quieran repetir las historias de sus padres”.

-¿Sientes que te has postergado?
“Ahora sí, porque ya no son los niños que sólo se acurrucaban. Ahora son adolescentes que pelean, me contestan, me desconocen como madre a veces y eso es muy fuerte.
“Me he imaginado viejita con ellos, pero quizás eso no es real. No soy su madre biológica y no sé como ellos van a actuar”.

-¿Este es un trabajo?
“No, esto es parte de mi vida. Me causa muchas veces extrañeza no dormir con ellos y me provoca ruido, pero he descubierto que por sanidad, no debiera hacerlo”.

-¿Cuál es tu mayor temor?
“Siempre es que me los quiten; que llegue un tribunal y diga que se tienen que ir a otro lado. Y últimamente que no pueda más (se quiebra); todos los días es algo diferente y eso me tiene muy cansada”.

-¿Y tu mayor sueño?
“Mis sueños con ellos es que tengan familias felices, que no repitan sus historias, que sean personas resilentes, nobles, fuertes, que sean buenas personas y que lo sean con los otros.
“Para mí, tener mi propia familia unida a ésta, porque desde que los conocí le han dado sentido a mi vida”.

PD: quienes deseen ayudar pueden contactarse al mail vidanueva.hogar@gmail.com


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