Echo de menos cuando las abuelas se tomaban horas en preparar algo para la familia. Echo de menos cuando se hacían mermeladas en casa, cuando llegar con pescado era un acontecimiento, cuando comer un helado o manjar era un lujo o una rareza.
No por esnobismo o porque me haya quedado pegado en el pasado, sino porque ahora veo con horror cómo la facilidad para comer de todo ha llevado a que le perdamos el gusto a esas cosas sencillas pero de tanto sabor. Ya muy pocos hacen mermeladas y se hace difícil encontrar en el mercado las que no tengan ni preservantes o espesantes.
¿Por qué no mejor hacer una salsa en casa que comprar la carne ya adobada embadurnada en salsa “con sabor a” BBQ o a otra cosa? ¿Por qué no mejor probar una hierba verde, recién cortada del propio macetero o del jardín en vez de llenar la comida de concentrados artificiales con promesas de sabores neoyorquinos o de otras culturas?
Por eso extraño los cocimientos ancestrales, la cocina de pueblo, de campo, sin mayor sofisticación que los productos, un par de aliños y “la mano” de la señora Juanita o de la abuela que aprendió de la suya.
Ahora es como abrir, meter al microondas, calentar y servir… ¡Terrible! Las nuevas generaciones no tienen idea de cómo son en realidad los ingredientes. ¿Podrá un niño reconocer un nabo de un cebollín? ¿Una papa de un camote? ¿Sabrá que el camote es un tubérculo? ¿O que es “una planta” y no un marciano? ¿Sabrá qué es una alcachofa o cómo huele el perejil?
Teniendo acceso a tanto y tan bueno nos estamos envenenando y, de pasada, estamos envenenando a nuestros hijos. ¿Sabía usted que se vende “humo líquido” y que MUCHOS restaurantes lo usan para darle un toque “ahumado” a la comida? ¿Cazuela de ave o nuggets con kétchup? ¿Tendrá algún gramo de tomate verdadero el kétchup de su alacena? ¿Tendrá algún gramo de huevo la mayonesa de su refrigerador? ¿Cuántos adolescentes han probado alguna vez mayonesa de huevo? Lo más probable que mucho, de hacerlo, digan “esto no es mayonesa, no se parece a la mayonesa…”.
Disculpen si muchas veces ocupo estas líneas para descargarme pero no dejo de pensar en qué mal estamos comiendo teniendo acceso a tantas maravillas. Y todo por hacerlo más fácil; por preparar en cinco minutos algo que requiere horas o días.
La vida es para disfrutarla. Hagamos del acto de cocinar un paso más en ese proceso y le aseguro que no sólo lo pasará bien (y comerá mejor) sino que se dará cuenta (y los suyos tambén) que hachas las cosas con cariño, con sus tiempos saben tanto mejor.
Un abrazo, Daniel Galaz, chef ejecutivo de
OX Restaurant.
