EMOLTV

Las marcas que deja un padre que nunca le dijo cosas buenas a su hija

La historia de una mujer que dice que la relación complicada con su padre le dejó profundas cicatrices.

30 de Mayo de 2014 | 15:18 | Emol

¿Qué pasa cuando tu padre no te toma en cuenta? ¿Te imaginas cómo es pasar tu niñez, adolescencia y adultez sin una palabra de reconocimiento a tus logros? ¿Es tan importante que el papá te demuestre lo especial que eres y su amor hacia ti?

Para la escritora Wendy Leigh pasar por esa experiencia, le dejó profundas heridas emocionales.

Es que no es fácil vivir sin la atención del padre, que estando presente, se siente más su ausencia que su cariño cercano. Influenciada por la reciente confesión de Emma Thompson, quien reveló que su madre jamás la ha aplaudido por su brillante carrera como actriz, esta conocida autora de biografías de artistas y que vive entre Nueva York, Londres y Los Ángeles, dio a conocer su propia historia sin amor paterno.

La tribuna que utilizó fue el periódico Daily Mail donde escribe habitualmente. Su interés, liberar el dolor y demostrar la importancia que tiene el valorizar a los hijos a pesar de sus apariencias.

“En mi caso, fue Paul mi padre, el que se negó sistemáticamente a reconocer mis virtudes. No voy a defenderlo, porque crecer sin una sola palabra de elogio de tu padre es difícil”, comentó.

Pero la relación no siempre fue así de mala. Hasta los seis años era la favorita, la “niña de papá”, ella recuerda que la adoraba, fotografiaba y hasta la llamaba “Pizly”, que en alemán significa “cosita”, un apodo que denotaba su encanto y adoración por su hija.

Sin embargo, cuando Wendy Leigh le salieron sus dientes, semejantes a los de un conejo, aumentó de peso y dejó de ser tan graciosa, su padre perdió completamente el interés por ella. La mujer, relata que casi al mismo tiempo, él comenzó a tener amantes y descuidar su matrimonio, familia.

“Cuando tenía 9 años de edad, no había suficiente dinero para enviarme a la escuela de arte dramático, pero recitaba de memoria en casa “Sueño de una noche de verano”.

Mi madre aplaudía con entusiasmo, a él, no podía importarle menos. Su rostro siempre era impasible”, recordó. Y por supuesto, jamás fue a las fiestas escolares y tampoco verbalizó una palabra de aliento.

Luego, cuando la pequeña Wendy llegó a la adolescencia tampoco se inmutó. Solo su madre la llenaba de elogios por su buena piel, lindos ojos y pelo brillante. Sus padres se divorciaron después de 16 años de matrimonio, el dolor de la infidelidad era insufrible.

Anhelando aprobación

Wendy Leigh, ha publicado 14 libros a la fecha donde destacan las biografías de Grace Kelly, Liza Minelli, Arnold Schwarzenegger y el de autoayuda, “¿Qué hace que una mujer GIB (buena en la cama)”, que escribió cuando ella tenía 25.

A pesar de todos sus logros, su padre nunca le dijo ,“bien hecho”, ni tampoco, un “estoy orgulloso de ti”. A lo más, recibió un “es bueno, pero podría ser mejor”, cuando publicó su primer artículo a los 20 años.

“No fue para nada una coincidencia que a mis 16 años, me fijara en un hombre de 38 como mi primer gran amor. Me dio el primer beso y también el que me rechazó.

Como consecuencia, nunca vi a los hombres como dadores de bondad, elogios sino que era un gran esfuerzo estar con ellos y en el otro extremo, viví esperando a que llegara el príncipe azul a salvarme”, confesó.

Desde esa desilusión, se volvió una mujer fuerte, independiente y decidida a seguir su propio camino sin necesariamente casarse. Aunque con el tiempo ha tenido dos matrimonios.

Las desatinadas actuaciones de Paul, su padre, también se dieron en la relación de Wendy con sus medias hermanas, 5 de las cuales las tuvo con 2 mujeres diferentes. Ella, piensa que nos las dejó compartir y es más, las instó a la competencia entre sí por sus afectos.

Aunque también los desaciertos de su padre, quedaron grabados con las comparaciones absurdas que hizo entre la belleza de Wendy, su madre y hasta con su nueva esposa, una rubia de 25 años.

Ni al morir

Paul Leigh falleció a los 75 años. Pero en su despedida, obviamente no dejó de atormentar a su ya dañada hija, que en esa época, tenía 41. El recuerdo que cuenta la autora, es que estando en el hospital de St Thomas de Londres en 1997 y reunido con todas sus hijas, el caballero se dedicó a decir lo que pensaba de cada una de ellas, pero cuando fue el turno de Wendy, su hija mayor ¡sorpresa! Otro golpe más.

“Ella no es nada”, murmuró. Buscando explicaciones a este ensañamiento y maltrato, le preguntó a su madre, ¿qué pasaba? ¿por qué él la trataba mal?

“En el fondo, creo que él era un niño, celoso, competitivo y que quería toda la alabanza para sí mismo, por eso se comportaba de esa manera”, le explicó.

Sin embargo, la última vez que lo vio en el hospital, le pidió que le pasara algo de su velador y ella encontró un ejemplar de la revista en la que había publicado un artículo.

“Justo cuando me levanté, la enfermera de mi padre apareció y me dijo, Oh, eres la escritora. Tu padre siempre habla de ti. Él está muy orgulloso de ti… Mis ojos se llenaron de lágrimas, miré a mi padre, pero él dio vuelta la cara hacia otro lado y no dije nada”, rememoró Wendy Leight.


EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?