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Mario Guerrero, un romanticón que dice no tener tanto arrastre

A 11 años de carrera, 33 años de vida, el cantante no se cansa de dedicar sus canciones al corazón. En su sexto disco “La definición del amor”, mantiene su esencia de “romanticón” y aprovechó de conversar con nosotros sobre los prejuicios que rodean a los músicos de su especie.

30 de Septiembre de 2014 | 16:20 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
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Carla Dannemann, El Mercurio.
“No hay una ley en la vida. La única sería ser feliz. Solamente los peces muertos nadan junto a la corriente”, asegura Mario Guerrero (@guerreromario). Y bajo esa misma regla es que este hombre de 33 años ha guiado su vida y su carrera, tratando de ser fiel a sus principios.

Para resumir, el asunto es más o menos así: Proveniente de Graneros, Guerrero llegó a Santiago para estudiar una carrera tradicional, sicología, pero tocando la puerta de cuanto estudio y canal de televisión hubiera para mostrar su música.

Acompañado de su guitarra y de su roommate, un metalero que le daba el apoyo moral en su sueño musical, la oportunidad que buscaba la encontró de regreso a su casa, donde “Rojo, fama contrafama” hacía los castings para su segunda temporada.

En su año debut en la pantalla, 2003, Mario le dijo adiós a las pruebas universitarias y se entregó por completo a su carrera en la música, la que no ha parado desde entonces y ya recopila seis discos; todos con su sello, baladas románticas que a 11 años de trayectoria, sigue difundiendo en radios y show en regiones, con la vista fija en ojalá, ganar algún día un Grammy. “Si esto fuera fácil, ¿dónde estaría la gracia?”, comenta al respecto.

“La mía ha sido una carrera dedicada completamente a la música, con cero televisión después de ‘Rojo’. Me gusta el trabajo radial, los medios regionales, hacer un trabajo como se hacía antes, cuando la industria del disco todavía se mantenía muy bien en términos de números. Lo mismo me pasa con el tema del disco. Hay artistas que no se preocupan ya de hacerlos, pero a mí me importa hacer un disco como este (muestra su último trabajo, ‘La definición del amor’), porque creo que es romántico hacerlo. Tenerlo en las manos, firmar autógrafos…”.

-Romántico en todos los sentidos…
“Es que soy romanticón, siempre he sido así. Siempre que me preguntan que de qué escribo, contesto que del amor, de su ausencia y de lo imbécil que uno puede ser a veces al respecto. Eso es lo que me nace, es mi esencia, lo que soy. Me gusta escribir de esa manera y crecer de esa manera”.

-¿Has sido imbécil en el amor?
“¿Y quién no? Sobre eso hablo en una canción de este último disco, ‘Para mi ex’. Es una canción liberadora, de cuando terminas con esa persona que fue tan importante para tu vida. Ahí cuento que me encuentro con mi ex; yo voy con mi mujer y ella está con su pareja.  Y me doy cuenta que superé esa situación, que nadie muere de amor. Lo que sí, me fijo que ella todavía usa el anillo que le regalé”.

-No es que te haya pasado eso, ¿cierto?
“Puede ser (ríe). Dejémoslo así. ¡Quién no ha tenido una ex!”.

-¿Has tenido muchas ex?
“No sé, sí (ríe). Siempre existe un prejuicio hacia los cantantes que hacen música romántica, de que somos más pololos o que tenemos más arrastre. ¡Están todos errados! No tenemos tanto arrastre como la gente cree. He sido pololo, pero bien, lo justo y necesario. Lo único que te puedo decir es que hoy estoy feliz con la mujer que estoy, y es la que me inspira”.

-¿El prejuicio del cantante romántico no tienen nada que ver con conquistar con sus canciones? Igual eso debe ayudar un poco…
“Es que la guitarra te permite muchas cosas (ríe). Puede ser, pero no es lo relevante en una relación. Lo que las canciones te permiten es dar un mensaje bonito, y eso es lo que buscan las mujeres; hombres que se atrevan a decir las cosas”.

-En general, ¿no es así?
“Son más quedados. En internet siempre veo mensajes de hombres agradeciéndome por una canción, ‘Te amaré’, por ejemplo. Y creo que los agradecimientos son por eso; la música es una válvula de escape para muchas personas que les cuesta decir las cosas, y a través de una canción comunican lo que quieren decir. Eso tiene la música”.

“Otro de los prejuicios que la gente puede tener del cantante romántico es que creen que uno es fome y que cuando sale con los amigos no hace nada. No es así. No es que me porte mal, pero soy de su buen Jack Daniel’s y de compartir y disfrutar a concho todo. Paso las llaves del auto, claro. Aunque en general llamo a un taxista que tengo, que se llama Don Juan”.

-¿Y adónde vas con Don Juan?
“A arrancones con los amigos. Ahí me tomo un trago. Yo lo llamo ‘terapias con Jack’. No es que sea alcohólico, pero me gusta el tema de compartir y soy bueno para escuchar. Si un amigo o amiga necesita contarme algo, trato siempre de estar ahí”.

-¿Cuál es tu vicio privado?
“No tengo nada que me envicie. No tengo ni siquiera cábalas. Soy un gallo súper creyente y oro bastante, así que no creo en eso de tener un anillo especial para subirme al escenario, ni nada; trato de ser yo no más. No es que sea religioso, pero trato de estar conectado y eso me ayuda bastante para no preocuparme por lo que pueda pasar, para sentirme estable”.
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