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Excitación genital persistente, un mal que puede convertirse en una pesadilla

Aunque está clasificado como una disfunción sexual, no depende del deseo y es absolutamente incontrolable. Puede tener diversas causas y genera una enorme frustración en quienes lo padecen.

12 de Diciembre de 2014 | 07:00 | Por M. Francisca Prieto, Emol
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"Estoy cansada, estoy exhausta. Pero sé que en los próximos segundos, minutos u horas, otro me va a golpear", dice Cara Anaya a Barcroft TV, en referencia al mal que padece, el síndrome de excitación genital persistente, el cual le provoca orgasmos en ausencia de interés sexual. El problema es que no es uno o dos en el día, sino que varios en horas e incluso minutos.

Esto hace que Cara viva en constante sufrimiento, no sólo físico sino que también psicológico, ya que -dice- se siente como una "pervertida" al experimentar orgasmos cuando sus hijos están cerca o simplemente sentada en un café junto a su marido.

Y es que, según explica Odette Freundlich, kinesióloga especialista en sexualidad y directora del Centro Miintimidad, se trata de algo totalmente incontrolable y que no debe ser confundido con la hipersexualidad. "No es un tema simple, sino que una cosa bien compleja, de diagnóstico poco claro y tratamientos paliativos (…) Está clasificada como una disfunción sexual que está asociada con exceso de excitación pero sin deseo, es decir, la persona no quiere que se produzca", sostiene.

"No hay nada placentero en esto", asegura por su parte Dale Decker (37) sobre la condición que le comenzó en 2012 como consecuencia de una lesión en la espalda y que, además de provocarle orgasmos, le hace tener erecciones que pueden durarle varias horas. "Es posible tener sexo con mi esposa, pero no ocurre muy seguido porque se convierte en algo frustrante, porque para mí no hay fin", explica.

Dale es uno de los pocos hombres que padecen el síndrome de excitación genital persistente, ya que -según sostiene la especialista- se trata de una condición que afecta en especial a mujeres posmenopáusicas, es decir, sobre los 40 años.

¿Cómo se origina? Odette Freundlich señala que en quienes presentan esta condición, las fibras nerviosas denominadas tracto lateral espinotalámico -que conducen información sobre el dolor, pero también respecto del orgasmo- están demasiado sensibles debido a múltiples causas, por ejemplo una irritación genital o una alteración de los nervios que conduce las sensaciones.

"Hay uno que se llama nervio pudendo, que nace en la columna en la parte sacra, y tiene tres ramas, una de las cuales es la del nervio dorsal del clítoris. Ésta enerva el clítoris; todos los tejidos eréctiles alrededor del clítoris; el periné, que es la zona entre la vagina y el ano; y la musculatura que está relacionada con los orgasmos. Y si la zona de la salida de esta rama del nervio está irritada, entonces se produce una alteración de toda el área lo que hace que se desencadene el orgasmo y la sensación de excitación", explica.

La especialista agrega que el síndrome de excitación genital persistente también puede gatillarse después de cirugías de cerebro o de vejiga, o puede estar asociada con la ingesta de algunos medicamentos.

"Por esto es importante un buen diagnóstico, que haya un examen médico y ginecológico súper minucioso, un examen neurológico, pruebas sanguíneas y ver qué medicamentos está tomando", resalta Freundlich.

Una vida "terrible, frustrante, catastrófica"

La kinesióloga añade que lo que se ha visto en las mujeres que padecen este síndrome, es que el área genital y de los pechos está intensamente irrigado, lo que las hace tener una sensación como de cosquilleo, que deriva en excitación y posterior orgasmo.

"No está asociado con el placer. Está descrito que muchas mujeres se pasan el día masturbándose porque creen que con el orgasmo se va a pasar y después duchándose, pero muchas veces no se pasa y vuelve a ocurrir después", señala.

Es por esto que la vida de estas mujeres es "terrible, frustrante, catastrófica". "Tienen que ir a trabajar y se les producen orgasmos con la más mínima estimulación, por ejemplo, la vibración del celular. También al manejar. El único momento en que descansan es durante el sueño", dice la especialista.

¿Y qué ocurre con su vida sexual? "Pueden tenerla, pero es desastrosa. Si tienes 100 orgasmos diarios, no quieres tener vida sexual", afirma Freundlich. En este sentido, la kinesióloga indica que para ellas es fundamental tener un buen apoyo de la pareja, que él entienda por lo que está pasando, así como también una psicoterapia que la ayude con la ansiedad y frustración que le produce el síndrome.

En relación al tratamiento, la kinesióloga sostiene que existen varias alternativas. "Si se encuentra que hay mucha irritación en la zona, hay que reducir la sensibilidad porque puede que la mujer tenga una vestibulitis vulvar o una vulvodinia, lo que hace que se irrite el nervio y se desencadene el síndrome", dice.

También se puede utilizar un aparato denominado Estimulador Transcutáneo Neuromuscular (TENS), que -explica la especialista- bloquea las fibras del dolor. "Se pone en la salida del nervio pudendo y ha tenido muy buenos resultados", asegura.

Otras alternativas son realizar un tratamiento de kinesioterapia que ayude a relajar la musculatura del suelo pelviano; administrar ciertos medicamentos que se ha demostrado tienen efectos positivos o utilizar gel anestésico en la zona genital.

La opción más invasiva -sin considerar la cirugía, que sería la última de todas- es el bloqueo del nervio pudendo desde su salida. "Hay que hacer una resonancia para ubicarlo y en la misma cámara ponerle una inyección que lo bloquee", sostiene Freundlich, quien agrega que una vez tratados los síntomas, éstos no deberían reaparecer "a no ser de que haya un nuevo trauma o irritación en la zona genital".
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