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Maldito amor: el que te quiere, no te aporrea

02 de Febrero de 2015 | 15:20 | Por Constanza del Rosario
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En las últimas semanas se han sucedido las noticias de violencia intrafamiliar: la muerte de Stephania, atropellada dos veces por su pareja, último capítulo de un largo historial de maltratos; un hombre de 71 años, de Graneros, que asesinó a hachazos en la cabeza a su esposa: o el caso de Ruth Gamarra (ex chica Mekano), acusada de agresiones por su ex marido y enfrentando juicio luego de que ella negara declararse culpable.

Estos casos que grafican una y otra vez que la violencia de pareja es una realidad del día a día que no tiene barreras de edad, ni de estrato socioeconómico, ni de nivel educacional.

Ahora bien, más que adentrarme en estos procesos policiales y judiciales (de los cuales conozco simplemente los antecedentes que he podido leer o escuchar al igual que muchos de ustedes), lo que encuentro relevante de profundizar a partir de éstos es, cómo una y otra vez los medios y la sociedad toda tratan el tema de la violencia de género haciendo énfasis netamente a las agresiones físicas, manteniendo la creencia de muchos y muchas que maltratar es golpear; ciegos a una realidad, que quienes trabajamos con personas víctimas de maltrato somos muy conscientes: el maltrato psicológico es la antesala de todo otro tipo de maltrato (físico, económico y/o sexual). Es decir, no es posible el maltrato físico sin que previamente haya existido un trabajo psicológico de relojería para que, tras ese primer golpe, la víctima decida no ponerle fin a la relación y/o no denuncie inmediatamente. Son las sutiles agresiones psicológicas previas las que facilitan que el agresor logre posicionarse en un pedestal y el agredido se devalué a sí mismo, altere su percepción de la realidad, se sienta confundido, crea que es el otro quién percibe la realidad correctamente y dude de su valía, sus propias sensaciones y percepciones y termine desdibujando en su mente los límites de qué es amor y qué es abuso.

Inmerso en un contexto de violencia psicológica es posible que quienes son víctimas de maltrato terminen justificando, minimizando, negando o perdonando una y otra vez en nombre de un amor idealizado convencidos de que “si aguanta un poquito más, su pareja volverá a valorarle o ser como era al comienzo de la relación”, que “si da o se esfuerza un poco más su amor podrá cambiarlo”, que “mejor es adaptarse que perderle, porque ¿qué será de éste sin su pareja?”, que “sólo está pasando por un mal momento, pero en el fondo es bueno y le quiere,” etc.

Prevenir caer en el círculo de la violencia psicológica es el primer paso para parar la escalada de la violencia que puede conducir a lesiones físicas, abusos sexuales e inclusive a la muerte. Sin embargo, la tarea se hace difícil dada la escasa educación sentimental que reciben muchas y muchos, así como la falta de modelos de pareja saludables en sus vidas y sus propias experiencias biográficas de apego y cuidados, volviéndolos más propensos a no detectar este tipo de maltrato que deja huellas invisibles y que puede fácilmente esconderse tras los “te amo” y los “no puedo vivir sin ti”. Situación alentada por una cultura que aún pregona una visión de telenovela del amor, que asocia amar con sacrificio, sufrimiento y dependencia sentimental a través de frases como “no se ama sino se sufre”, “quien te quiere te aporrea”, “el amor, para que sea auténtico, debe costarnos”, “ser pareja es ser la mitad del otro”, “los celos son una prueba de amor”, o “en el nombre del amor se muere o se mata”.

Por ello, con el objetivo de contribuir a que tú o alguien que conoces pueda detectar a tiempo si están normalizando el maltrato psicológico en su relación de pareja, en esta columna expondré una lista de las agresiones psicológicas comunes que pueden disfrazarse de amor, sobreprotección o de una “pelea sin importancia” con la esperanza de que este listado ayude a más de alguno a ver lo que se le ha hecho invisible y lo motive lo antes posible a poner un límite a esos malos tratos.

Este listado lo elaboro, consciente de que en las parejas existan conflictos y que muchas veces estos conflictos son necesarios. Sin embargo me parece importante distinguir entre aquellos conflicto “pro pareja” que surgen en ocasiones puntuales y se arreglan hablando y buscando soluciones, para llegar a acuerdos, construir y consolidar la relación, y así, sentirnos más seguros, confiados y tranquilos con el otro y junto al otro, porque tienen en su norte el bienestar del nosotros. De los conflictos propios del malquerer que se dan de forma repetida, empeoran con el tiempo, se vuelven más frecuente, no construyen, ni dan espacio a la negociación; porque es un amor egocéntrico protagonizado por el tú y el yo, donde un integrante de la pareja es quién sistemáticamente intenta dominar, tener la razón, imponer sus criterios y formas, mientras el otro termina por subordinarse, acatar, callar y adaptarse.

¿Cómo se violentan psicológicamente las parejas?

Ignorando y anulando: Se ignora o anula a la pareja, sus sentimientos, deseos y necesidad para crear a propósito una situación de carencia y distancia afectiva y así mantener a la pareja sumida en la inseguridad, alerta y dispuesta a hacer lo necesario para no ser abandonada emocionalmente. Ejemplos de ello son: mostrarse frío o insensible, intencionalmente mostrarse desatento, rechazar o despreciar con actitudes, gestos y miradas, no respetar tus decisiones, interrumpirle cuando habla, hacerle callar, hacerle la “ley del hielo”, actuar como si no existiera, dejarle plantado con frecuencia, sin avisar; desaparecer por largos periodos, sin darle explicaciones.

Devaluando y humillando: Se ataca la autoestima y seguridad de la pareja, para demostrar que no vale nada, denigrar lo que hace, reírse de esta; para que dude de su valor y termine renunciando al ejercicio de su derecho a ser reconocida, respetada, cuidada, a expresarse, vincularse con otros, etc. Ejemplo de esto son: descalificar las opiniones, insultar, degradar, desvalorizar, burlarse, ridiculizar, humillar frente a otros, criticar constantemente, hacer sentir inferior, inadecuado, loco o tonto, compararle negativamente, hacerte sentir incapaz de satisfacer sus estándares, echarte la culpa de la insatisfacción sexual, entre otros.

Celando y controlando: Quien maltrata depende emocionalmente de la pareja (aun cuando a los ojos de ésta intente negarlo) por lo cual buscará todos los medios posibles para devorar su tiempo, sus recursos emocionales y materiales, aislarla de sus redes y así centre su atención únicamente en éste. Ejemplos de cómo logra esto es: poner mala cara y ser desagradable cuando la pareja habla con sus familiares y amig@s; prohibir las salidas a solas con terceros; aparecer de improviso en el lugar de trabajo; controlar constantemente donde está y con quién; insinuar que desconfía de ésta; sospechar constantemente; sin fundamento atribuirle malas intenciones en su actuar; pedirle explicaciones por todo lo que hace; revisar su celular, correo electrónico o facebook; controlar el dinero que gasta o lo que compra; acusarle de coquetear a otros; controlar su forma de vestir; no dejar que trabaje o estudie; usar visitas legales a los hijos, para asediarle; hacer que le entregue su salario o sus ahorros; sabotear su trabajo o hacer que renuncie; impedirle que esté al tanto de las finanzas del hogar.

Manipulando y obligando: Quien maltrata psicológicamente intentará doblegar la voluntad de la pareja para que ésta haga lo que desea. Ejemplo de ello es la insistencia (para saturar la capacidad crítica de la pareja y por cansancio ésta acepte cualquier cosa); el chantaje emocional (para hacerle sentir culpable, mala pareja o desconsiderada y así termine cediendo); confundirle (para lograr insertar en la pareja sentimientos, ideas o conductas que en verdad son del otro); utilizar a la familia, amigos o hijos de la pareja para enviarte mensajes que afecten sus decisiones; hacerle sentir culpable por alejar a sus hijos o romper una familia. Disfrazar la agresión bajo un discurso de protección, atención, buenas intenciones o deseos, pero luego sacar en cara y cobrar a lo dado. Prometerle sistemáticamente que va a cambiar, pero no hacerlo.

Intimidando y amenazando: Emitir acciones, gestos, miradas, actitudes y/o palabras para manifestar su mal humor, con el fin de atemorizar a la pareja y que ésta se someta a sus deseos. Ello a través de: miradas de enojo; acercándose de manera amenazante; golpeando paredes, puertas, mesas etc; destruyendo objetos; maltratando animales; acorralando, mostrando armas; haciendo gestos de que le golpeará; lanzando objetos contra la pared o contra la pareja. Amenazando con dañarle o sus cosas si no hace lo que le pide; con que le dejará si hace algo que no apruebe. Si la pareja intenta poner fin a la relación o llamar a carabineros la chantajeará con difamarle, revelar algún secreto o imagen privada; dañarla o dañarse a sí mismo, matarse o matarte; con quitarte sus hijos; con llevarse los hijos y no traerlos de regreso; con no dejarle vivir en paz.

La invitación queda hecha a compartir este material para mantenerse alerta y poner las patitas en la tierra a tiempo cuando uno está cegado por la pasión y las ilusiones del amor pues como dice el viejo refrán “más vale prevenir que curar”.

Constanza del Rosario, psicóloga experta en relaciones de parejas y sexualidad @consdelrosario
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