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Cómo la educación ha ayudado a frenar las prácticas más salvajes de las tribus kenianas

Los jóvenes que llegan a la universidad, serán los responsables de un gran cambio generacional. Las mujeres, por ejemplo, aseguran que no mutilarán genitalmente a sus hijas, en tanto que los hombres quieren ser profesionales en lugar de guerreros.

04 de Enero de 2016 | 13:07 | EFE
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EFE
SAMBURU.- En los últimos años, el poder de los libros y la educación ha contribuido en Kenia a reducir la ablación y los matrimonios infantiles, prácticas todavía presentes en algunas tribus como los samburu.

Kenia aprobó en 2011 una ley que criminaliza la ablación y creó el Comité Anti Mutilación Genital Femenina (MGF), dotado de una unidad judicial para castigar estas prácticas que comenzó a trabajar el pasado año.

Pero los samburu "se ríen de lo que diga el Gobierno" y sólo siguen su cultura, advierte Gladys Puchaicela, misionera de Santa Teresita que trabaja con ellas desde hace seis años en defensa de los derechos de la mujer.

"Quiero que me circunciden porque quiero dejar de ser una niña, ser una mujer y tener relaciones", dicen a Puchaicela niñas samburu, miembros de esta tribu del norte del país, a cientos de kilómetros de donde se hacen las leyes, y se practica la ablación por cultura, no por religión.

El 90% de las menores están circuncidadas, porque si no la comunidad las repudiaría por "ser niñas" y los chicos no se casarían con ellas.

Sin embargo, Irenne, una adolescente, ha advertido a sus padres de que no va a permitir ser mutilada.

La joven, una de las pocas afortunadas que ha llegado a la Universidad de Nairobi, ha encontrado el apoyo de sus hermanos a pesar de que su padre insiste en la idea y la comunidad desaprueba su decisión.

"Habrá un cambio generacional a través de la educación, las chicas que hoy están estudiando dicen que no practicarán la ablación a sus hijas. No podemos violentar la cultura, actuamos a través de la educación y del tiempo", asegura Guillermo Álvarez, un sacerdote que también trabaja con la comunidad.

A menudo las menores son casadas con viejos, pasando a ser la tercera o cuarta esposa. Relegadas a las tareas domésticas, las pequeñas viven una infancia fugaz, en la que se ocupan de recoger leña y agua, ordeñar el ganado y cuidar de los bebés.

Sin embargo, la educación consigue hacer mella en las tradiciones más arraigadas de la tribu, como muestra el ejemplo de Robert Lentaguo, hoy director de un colegio, quien alentó a su mujer a estudiar en la Universidad mientras él cuidaba de su bebé.

"En un principio la comunidad se reía de él, hoy es uno de los hombres más respetados", cuentan los misioneros.

"Las chicas y chicos que hoy estudian tienen novios de su edad y se casan por amor, son extrovertidos y saben hablar en público, algo impensable para su entorno", cuenta Mercedes Barceló, presidenta de la ONG África Digna que financia proyectos educativos en la zona.

En la árida sabana de Samburu, cuando los chicos alcanzan la adolescencia también son circuncidados.

En la ceremonia beben sangre de vaca y festejan durante días su paso a la siguiente etapa: la de guerrero. Entonces se ocuparán de defender a la tribu con fusiles Kalashnikov y pastorearán con el ganado grande (vacas y camellos).

Cuando la vida es tan primitiva, los humanos se pelean como animales: Los guerreros se roban el ganado y se defienden a machetazos.

Éste no es el caso de David, de Justice y de la veintena de chicos becados que estudian carreras como magisterio y periodismo, y oficios como mecánica o carpintería en Formación Profesional.

"Ha habido un gran cambio en los últimos diez años gracias a la educación, los chicos quieren estudiar, tenemos mucha más demanda de la que podemos financiar", aseguran desde África Digna.

Como cada sábado, los misioneros que trabajan con los samburu proyectan una película para niños, jóvenes y adultos.

"Un niño de solo seis años me dijo muy decidido: hoy no nos pongan película, queremos ver las noticias para ver a Obama", recuerda el misionero sobre el pasado julio, cuando el Presidente de EE.UU. visitó Kenia.

Los samburu escucharon aquel día el mensaje del que consideran un líder, ya que su padre es keniano. "Que Obama les dijera que las mujeres no son ciudadanas de segunda clase y que hay poner fin a la ablación, caló muy hondo en esta población remota, a cientos de kilómetros de donde se hacen las leyes", asegura el religioso.
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