Su nombre es Yoshiaki Hayashi Jarpa. Nació en Concepción y fue criado en Santiago. Su mamá es chilena y su papá, japonés. A los 15 años dejó nuestro país –al que regresa en diversas fechas para visitar a su familia materna y amigos, como en las fiestas de fin de año– para estudiar su enseñanza media en Nagoya, Japón, a 300 kilómetros de Tokio. En esta última no sólo cursó la universidad, también dio los primeros pasos en su carrera de modelo, la que comenzó la misma semana que llegó a la capital del país del sol naciente.
-Una vez que empezaste a modelar, nunca más paraste, ¿por qué crees que tuviste éxito?
"La primera vez que fui a la oficina de una marca me hicieron un test, me probaron ropa, me vistieron, caminé frente al diseñador y al estilista y les gusté. Yo creo que quedé porque tenía pinta de extranjero, hablaba el idioma y les caí el descueve a todos. Desde el primer trabajo agarré vuelo, pitutos, la gente me contactaba y lo tomé más en serio. Ya han pasado nueve años, pero en los tiempos en que comencé había muy pocos modelos japoneses, el mercado era cerrado, exclusivamente para los europeos que iban a Japón un par de meses a hacerse sus millones y se volvían".
-¿Cuándo comenzaste a modelar fuera de Japón?
"Durante un tiempo fui freelance, por mis estudios. El segundo año de la universidad me fui a Nueva York a hacer una campaña para la marca Helmut Lang, esa fue mi primera experiencia afuera. Con una visión más amplia del medio, después de esa experiencia supe que quería modelar afuera. Entonces busqué una agencia y comencé a trabajar allá. En esa época tomé una decisión: me recibo de la universidad y me voy a Europa. Ahí están las marcas, ahí está todo el glamour".
Y te fue bien en eso. ¿De qué año estamos hablando, más o menos?
"El 2011 fui a París. Antes de irme a Europa, contacté por e-mail a una agencia y en menos de 20 minutos me respondieron. Quería participar en el Fashion Week y del aeropuerto partí a su oficina. Me entregaron una lista de 12 castings para ese mismo día. No conocía la ciudad, estaba lloviendo, hacía frío y yo venía en polera no más. Andaba entumido. En esa época, el iPhone recién estaba saliendo y yo tenía un celular común y corriente, así que me vi perdido en las calles, con un mapa en el metro, sin saber qué línea tomar. Pero me acostumbré muy luego. La rutina allá es castings en París y luego, en Milán. Nos movemos de esa manera dos veces al año, para los desfiles de otoño-invierno y primavera-verano".
-¿Te preguntan mucho de dónde vienes? La mezcla chileno japonés no es algo muy común.
"Cuando ven en la lista el nombre Yoshiaki Hayashi buscan al asiático, pero no lo encuentran. Luego saco mi tarjeta, les digo “soy Hayashi” y me preguntan de dónde vengo. Ahí explico que soy chileno y cuento un poco de mí, pero generalmente quedan con la curiosidad de saber más. Eso también me ha ayudado mucho. A la mayoría les parece muy novedosa y bonita la mezcla. Además Chile, como país, está siendo cada vez más conocido. Los extranjeros tienen ganas de venir y el turismo ha aumentado muchísimo. En septiembre estuve en Tokio con el diseñador de Louis Vuitton, Kim Jones, y me contó que ya ha venido como tres veces, conoce el norte y el sur. Louis Vuitton ya tiene un par de tiendas acá y le está yendo súper bien".
Los chilenos somos consumistas, ¿tú también?
"No tanto, compro casi nada, pero me parece súper bien que las marcas se instalen acá, que se atrevan a venir al mercado sudamericano. Fui al Parque Arauco el año pasado y ya estaban Burberry y Dolce & Gabbana, había de todo. Antes la gente no tenía idea, ahora conocen las marcas. Yo estoy feliz de eso porque soy parte de ese mercado y así me es más fácil explicarle a la gente con quiénes trabajo".
-¿Te sientes mitad chileno, mitad japonés o un país te marca más que el otro?
