SANTIAGO.- El 24 de marzo de 1882, el doctor Robert Koch anunció el descubrimiento de una microbacteria causante de una enfermedad infecciosa, muy contagiosa y potencialmente mortal. Se trataba de la tuberculosis, un mal que hasta el día de hoy representa un gran problema de salud pública a nivel mundial, ya que no respeta nacionalidades ni fronteras.
La "peste blanca", como también se la conoce, es provocada por el Bacilo de Koch -bautizado así en honor a su descubridor- y puede desarrollarse en cualquier órgano del cuerpo, siendo las de localización meníngea, pericárdica y pulmonar las más riesgosas. De hecho, esta última es altamente contagiosa y mortal.
La forma de contagio es, básicamente, de persona a persona. "Como se trasmite a través de la tos y la expectoración, las personas enfermas eliminan las bacterias al medio ambiente y de ahí son inhaladas por otros seres humanos, que se contagian y que más tarde podrían enfermarse, perpetuando la presencia de esta patología", explica Marcos Huilcamán, infectólogo de Clínica Ciudad del Mar.
Sin embargo, aunque lo parezca, contraer la enfermedad no es tan fácil, ya que se necesita un gran número de gérmenes patógenos y estar expuestos a los enfermos durante largo tiempo, según aclara la experta en tuberculosis Lena Fiebig, miembro del centro alemán Robert Koch-Institut.
¿Enferma todo el que se contagia? La respuesta en "no". Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de un tercio de las personas son portadoras de los gérmenes, pero sólo entre 5 y 10 de cada 100 infectados enferma a lo largo de su vida.
"Para evitar este paso de contagiado a enfermo es fundamental una buena alimentación, condiciones de vida óptimas, sin hacinamiento, descanso adecuado, y ausencia de estrés físico y mental. A mayor desarrollo socioeconómico, menos incidencia de la enfermedad", afirma Marcos Huilcamán.
Síntomas y tratamiento
Por lo general, quienes padecen tuberculosis -cuyo Día Mundial se conmemora hoy- acuden al médico cuando ya presentan síntomas avanzados de la enfermedad, como tos larga y persistente, sobre todo con esputo; sudores nocturnos; pérdida de peso; fiebre y decaimiento.
El especialista le indicará la realización de un examen bacteriológico, para determinar la presencia del Bacilo de Koch en la expectoración, y también exámenes complementarios, como radiografía de tórax. Y en caso de haber presencia de tos con sangre, se efectúa una baciloscopía.
Marcos Huilcamán comenta que es necesario estar atentos a los síntomas que podrían indicar la presencia de esta patología, sobre todo en los pacientes de alto riesgo como personas desnutridas, de edades extremas, con enfermedades graves asociadas y que usen algún tipo de tratamiento inmunosupresor que limite la respuesta al tratamiento de la tuberculosis.
Una vez diagnosticada la enfermedad, viene la fase de tratamiento en la cual normalmente se utiliza una combinación de cuatro antibióticos, de los que al menos dos deben mantenerse durante seis meses. Interrumpir la terapia o acortarla es peligroso y puede provocar que los gérmenes se hagan resistentes o, incluso, multirresistentes.
"La tuberculosis tiene un método efectivo que ha logrado la disminución constante de la incidencia de la enfermedad", sostiene el infectólogo. Sin embargo -aclara-, a pesar del progreso en su control, su erradicación sigue siendo uno de los grandes objetivos a nivel internacional, que se espera sea alcanzado para 2030.
En el caso de Chile, aunque el combate de la "peste blanca" ha sido exitoso, aún persiste por factores corregidos, como la población con VIH en aumento o el persistente hacinamiento en cárceles, entre otros.
De esta manera, en la actualidad se presentan 13 casos nuevos cada 100 mil habitantes, siendo en su mayoría personas jóvenes.
