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Las otras "batallas de Yungay": Los imbatibles vecinos que protegen el patrimonio de Santiago

Desde hace once años, los habitantes del barrio Yungay libran pequeñas y grandes luchas para defender su entorno, constantemente amenazado por el abandono y el creciente interés de proyectos privados e inmobiliarios. Revista Viernes habló con ellos.

15 de Abril de 2016 | 15:11 | Por Natalia Ramos Rojas, revista Viernes.
REVISTA VIERNES DE LA SEGUNDA

Fue un julio sucio, o al menos así lo recuerdan los vecinos del barrio Yungay. Habían visto, con molestia, cómo la comuna de Santiago resintió la sobrepoblación iniciada en la década de los noventa bajo la administración de Jaime Ravinet, con la construcción de los primeros edificios de gran altura y departamentos de bajo metraje, pero el fusible que saltó fue por un conflicto mucho más común: en su segundo año como alcalde, en 2005, Raúl Alcaíno decidió que la basura de la comuna se retiraría día por medio, como ocurre en muchas otras comunas de la capital, y no todos los días, como era costumbre en Santiago Centro.

Así, ese julio de 2005, la basura se acumuló en las calles, los perros rompieron las bolsas, los desperdicios quedaron diseminados por todos lados y los vecinos, enojados, comenzaron a utilizar estos mismos desechos como arma de defensa. “Se hicieron varias protestas bien coordinadas, con barricadas y todo. En verdad fue agarrar la misma basura que se estaba acumulando en las esquinas, que fue lo que provocó la indignación, para tirarla a las calles y cortar el tránsito”, recuerda José Osorio, actual presidente de la Junta de Vecinos del barrio Yungay -que al norte limita con Avenida San Pablo, al sur la calle Moneda, al oriente Avenida Cumming y al poniente Avenida Matucana-. “Esto generó un drama a la imagen pública de Alcaíno; nos trató como que éramos la zona roja del barrio, pero aquí había personas que votaron por él, entonces era un reclamo transversal, nadie quiere tener basura en su vereda”, dice.

Rosario Carvajal, presidenta de la Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales y una de las fundadoras del movimiento Vecinos por la Defensa del Barrio Yungay, nacida y criada en el barrio, recuerda cómo la mugre y el temor a las plagas de ratas los movilizaron. “Antes de 2005 había muchos movimientos como centros culturales, sociales y deportivos que se conocían, pero que no tenían propósitos en común. Cuando surge el conflicto de la basura, se dejan de lado las búsquedas individuales y se genera una agenda común por la defensa del barrio”, dice Rosario, sobre el conflicto que incluso motivó un plebiscito vecinal que, obviamente, rechazó en masa la decisión edilicia.

La tensión se descomprimió a fines de ese mes, porque si bien Alcaíno nunca se reunió con los vecinos por este problema, sí siguió de cerca el tema y sus posibles salidas. Así, en medio de sus vacaciones en Europa, ordenó reforzar el sistema de recolección de basura con una serie de medidas, como la instalación de contenedores en los puntos conflictivos y con mayor densidad de población.

Raúl Alcaíno recuerda ese julio de hace once años, pero no con el mismo fervor. “A los vecinos del barrio Yungay los recuerdo muy organizados. Me caían bien porque tenían sus ideas claras. Eso sí, no me acuerdo el tema de la basura, puede ser porque peleé con todos los santiaguinos por eso”, dice riendo e, incluso, sigue sosteniendo su medida. “Yo creo que la basura debería pasar día por medio, no todo los días. Así es en Nueva York, y eso que tienen bastante menos espacio”, dice.
La historia entre él y los vecinos tendría un final feliz.

De la protesta a la propuesta


Rosario Carvajal y José Osorio coinciden en que si bien no lograron una salida a lo de la basura por sus propias gestiones, este conflicto sí fue la piedra angular en la organización vecinal para hacer frente a una amenaza mayor: la posible modificación al plan regulador. Porque aunque Yungay pasó a la historia como el primer barrio planificado de Santiago post Independencia, y fue el sector que arrulló a intelectuales de principios del siglo XIX en sus construcciones de estilo republicano, la amenaza inmobiliaria se acercaba a pasos agigantados.

“Un día, un vecino vio un volante en un almacén del barrio, que convocaba a una audiencia pública para plantear cambios al plan regulador. Llegó a nuestra reunión con el papelito y cuando lo vimos coincidimos en que podía tratarse de algo importante ¡Así era nuestra ignorancia!”, recuerda Rosario. “Nos pusimos de acuerdo y llegamos 10 vecinos. Ahí nos encontramos con la sorpresa”, dice.

La sorpresa era la idea de Raúl Alcaíno de alargar dos cuadras el Parque Portales, que comienza en la Quinta Normal y sube por Agustinas hacia el este, para que tuviera continuidad con la calle Cumming. “Eso claramente iba a abrir la puerta a las inmobiliarias para la construcción sobre los 10 pisos”, dice Rosario.
Por eso, comenzaron a movilizarse y, esta vez, con más éxito. “Comunicamos esto a los vecinos, reunimos firmas en contra de esta medida, llamamos a la televisión y organizamos cabildos para planear cuál era el barrio que soñamos. En ese momento, en 2006, los vecinos ya pedían una declaratoria de protección”, dice Rosario.

“Los vecinos se opusieron. Me dijeron que iban a venir las inmobiliarias, que se iban a aprovechar, les encontré razón y suspendí el proyecto, porque ellos son los que viven ahí, yo no. Tuvimos una reunión y les propuse hacer otra cosa”, recuerda Alcaíno.
Para los vecinos este fue su primer gran logro. “Comenzamos a buscar la manera de perpetuar esa palabra independiente del alcalde de turno. Ahí nos encontramos con la ley de monumentos nacionales”, dice Rosario.

Después de un trabajo de dos años recolectaron más de 2.300 firmas y más de 60 cartas de apoyo, entre ellas una del mismo Alcaíno. Entonces presentaron el expediente al Consejo de Monumentos Nacionales para solicitar la protección del barrio Yungay, que se concretó en 2009 con la declaración de zona típica de 113 hectáreas. Así, se convirtieron en un ejemplo de la lucha social: por primera vez un barrio era resguardado bajo esta denominación gracias a la gestión de sus propios habitantes y se convirtieron en un referente.

“Lo importante del movimiento es que pasamos de la protesta a la propuesta. Muchos movimientos existen sólo en la protesta, termina el conflicto y desaparecen. Nosotros quisimos aprovechar esa oportunidad”, dice José Osorio.

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