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"Escuela de Rock" en Chile: ¿Cómo cambiaría tu vida si te atrevieras a tocar música?

Ya sea como un hobbie, una herramienta para el alma o hasta terapia familiar, la música se presenta como una excelente alternativa para padres e hijos. Conoce la experiencia de School of Rock Santiago.

15 de Junio de 2016 | 14:55 | Por Ángela Tapia Fariña, Emol.
SANTIAGO.-  Toda la familia de Alejandra Vargas (41) está en la School of Rock Santiago. Las clases particulares de guitarra que ella y su hijo mayor habían tomado, estaban bien, pero no los motivaba del todo. Fue solo cuando entraron a esta sede chilena de la escuela de música estadounidense, que todos, incluso su pequeña hija de 6, terminaron por entregarse como hobbie a la música y hoy, hasta se juntan como familia a tocar algunas canciones de los Beatles.

"Es nuestro punto de unión. Sobre todo con mis hijos adolescentes (una tecladista de 12 y el guitarrista de 14). Con mi hijo escuchamos música juntos y le encanta ponerme canciones en el auto. Es un tremendo tema en común que podemos compartir", cuenta esta esposa de un entusiasta y aficionado baterista (43).

Un lugar de unión para aquellos que se apasionan por la música, pero están lejos de querer entrar a un conservatorio o seguir con las clases particulares (y solitarias), parece ser esta escuela de música que lleva más de un año funcionando en un mall de Los Trapenses. Allí, con 322 alumnos (los más jóvenes de 2 años), se ha convertido en una de las sedes con más asistentes de la marca –junto con las escuelas de Fairfield y de Oak Park, EE.UU.), lo que demuestra que los santiaguinos de todas las edades no solo quieren usar su tiempo libre en el gimnasio –o en un happy hour en el caso de los adultos-. Ellos también quieren rockear.

Recordemos que los beneficios que la música tiene en las personas son numerosos. No por nada, existe la musicoterapia propiamente tal como especialización universitaria, o, simplemente, tocamos o escuchamos música para desestresarnos y alegrar el alma. Y si a eso le agregamos que la música es una pasión para muchos, el tema está hecho.

"Poder tocar música está muy relacionado a una fibra muy íntima de la gente. Y poder llegar acá y hacer eso que les apasiona, saca lo mejor de sus personalidades y de cómo se relacionan con el entorno", señala Carlos Cid,  director de comunicaciones de la escuela, quien también explica que una de las gracias que tienen las clases, como propuesta en todas las sedes de la franquicia, es que la gente llegue a tocar alguna canción el primer día. Los conceptos teóricos, cuenta, viene después.

"El objetivo, a partir de las clases a niños de 8 años en adelante, es que la persona quede preparada para poder tocar música en vivo", comenta. Y por eso, las clases son dos veces a la semana, y se dividen entre una particular y otra de "ensamble", como llaman a la reunión con los otros alumnos, cada uno con su instrumento, para conformar una banda. "Lo más bonito que pasa en la escuela es eso. Porque la gente que viene encuentra acá personas en su misma situación, que quizás no saben mucho de música, pero que les encanta y quieren aprender", asegura.

Esto pasa mucho con niños y adolescentes. Según cuenta, muchos encuentran aquí un grupo de amigos con los que compartir esta actividad, luego que en su curso del colegio no sintieran la misma receptividad porque, simplemente, no les interesaba el fútbol o las otras cosas que convocan a los compañeros. Y de paso, ayuda a sacar seguridad en varios que ven como un verdadero reto el tocar un instrumento o cantar delante de público. "Es impresionante el bien que le puedes hacer a alguien a través de una actividad como la música", comenta Cid.

Derribando miedos y creando amistades


"Cantar era algo que me daba pánico escénico. Pero ya estaba ahí y canté no más”, recordó Toni Reutter (16), sobre el día en que su mamá la llevó supuestamente al supermercado, pero terminó dando una clase de prueba para entrar a la escuela.

Su historia previa es como la de muchos adolescentes: tocaba la guitarra y cantaba en su pieza, y mientras su mamá le decía que se metiera a clases para aprovechar el talento, Toni no se decidía. Encontraba que las clases tradicionales de música eran muy estructuradas y ni siquiera le interesaba que en el colegio le pusieran notas por algo que le encantaba hacer. "No es como veo la música", cuenta.

En su proceso musical, pasó de la inseguridad de cantar en público a presentarse en Kidzapalooza en marzo pasado, junto con la House Band, el grupo de adolescentes conformado en la escuela, de entre 12 y 16 años. Y como broche de oro, cerró el show con Los Jaivas, cantando "Todos juntos". "Fue increíble, algo que jamás imaginé", resume, destacando los 40 ensayos previos y el haber aprendido hasta cómo relacionarse con el público desde el escenario.

Mientras Toni dice haber encontrado un apegado grupo de amigos con los que comparte su amor por la música –en pleno concierto de Kidzapalooza se hizo amiga de quien sería su pololo, el baterista de House Band-, Alejandra Vargas llevó a su propio grupo de amigos a meterse a la escuela, y en vez de reunirse clásicamente solo a asados o picoteos, se juntan de vez en cuando a tocar algunas canciones y se presentan en eventos del colegio de los niños. Nada mal.
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