LONDRES.- Una entrada en reventa para la final de Wimbledon supone liquidar de la cuenta bancaria hasta 3.000 libras (3.800 dólares o $2.513.700), pero los seguidores del torneo de tenis más famoso del mundo tienen una forma más barata de vivir esta experiencia única: acercarse a la colina Henman Hill.
Situada al norte del complejo del All England Lawn Tennis, el club donde se disputa esta competición, los amantes del deporte blanco disfrutan desde el elevado monte de las jugadas de sus tenistas favoritos por el reducido precio de 8 libras (6 mil 800 pesos).
Tras hacer horas de fila para conseguir uno de estos baratos pases, centenares de personas despliegan sus mantas de picnic en la Henman Hill para ver a través de una pantalla gigante el encuentro que se disputa a escasos metros en “La Catedral” de Wimbledon.
Aunque su nombre verdadero es Aorangy Terrace, al final de la década de los 90 ganó popularidad el sobrenombre por el que hoy es conocida, ya que allí se congregaban los locales para ver los partidos de su compatriota Tim Henman, número uno del tenis británico. Y hoy, familias, grupos de amigos y parejas pasan el día en esta colina rodeados de banderas y flores moradas, blancas y verde oscuro -los colores tradicionales de Wimbledon.
Al cobijo de una sombra pero con la cara roja debido al sol, un espectador, Chris Patrick, explicó que le gusta ver el partido desde esta curiosa localización porque se respira una "atmósfera similar a la de un partido de fútbol" y apuntó, con un toque de reprobación, que dentro de la pista "uno se tiene que comportar y cumplir las formalidades".
"Dentro tienes que estar en silencio y aquí fuera puedes hablar. Se forma una comunidad", añadió su amigo Tom Roy antes de tomar un de cerveza.
Barato pero no menos estiloso
La rigidez del interior de la pista también echó para atrás a Laurence Jones, natural de Sudáfrica pero vecina del barrio de Wimbledon, que veía el partido con su pequeño sobrino. "Aquí no tienes que estar pegado a un asiento diminuto. Hay más camaradería, te haces amigo de la gente y compartes la comida. Es un ambiente más familiar y amigable", remarcó.
Ciertamente, en el interior de la pista central la forma de vivir esta final es diferente, ya que solo se atreven a romper el inquebrantable silencio el sonido de la raqueta cuando golpea la pelota y los gritos de ánimo de algún ferviente espectador hacia su tenista favorito.
También el atuendo cambia: si bien dentro de “La Catedral” imperan los trajes con corbata para ellos y los sombreros y vestidos de tonos pastel para ellas, el público de Henman Hill es más arriesgado y colorido con su vestimenta.
Con unos pantalones cortos estampados y chalas con cintas brillantes, Chris Patrick dejó claro que el estilo ideal para un día en Wimbledon debe "ser una mezcla entre algo elegante y algo casual con algún accesorio de moda" pero, eso sí, nunca hay que ir "sobrecargado".
