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Mostrando lo lindo de Chile: Alipio Vera en tiempos de paz

El periodista pasó largos años cubriendo guerras internacionales pero hoy disfruta de los colores, sabores y de la gente chilena, destacando lo mejor del país.

22 de Julio de 2016 | 14:46 | Por Natalia Ramos Rojas, revista Viernes.
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"No era fácil en televisión abrir un espacio para mostrar lo bueno de nuestro país, nuestra gente y lugares lindos que no todos conocemos", recordó el destacado periodista.

El Mercurio.
Tras cubrir conflictos armados, la caza de Pablo Escobar y a los sandinistas en Centroamérica, un día Alipio Vera –Premio Nacional de Periodismo 2013– cambió las trincheras por las fiestas costumbristas y las localidades perdidas de Chile. Hoy, con la segunda temporada al aire de “A orillas del río” (MEGA), cuenta cómo luchó para darles espacio a las historias positivas en la televisión.

-Usted fue parte del equipo fundador de “Informe especial” y desde esa tribuna fue de los primeros en hacer cobertura de guerras. ¿Qué recuerdos tiene de esa experiencia?
Los periodistas hablaban de los grandes temas nacionales e internacionales, pero en torno a una mesa y no en terreno. Nosotros ya pensábamos que nuestra tarea era estar donde se producían las noticias. La guerra es una muy mala noticia, pero es una gran noticia; por lo tanto, hay que cubrirla y qué mejor que los periodistas chilenos les cuenten a sus compatriotas, en nuestro estilo y lenguaje, lo que está ocurriendo afuera y por qué. Mi propósito era mostrar las consecuencias de una guerra para entender hasta qué extremo nos pueden llevar nuestras pasiones cuando no somos capaces de dialogar. Si muestras esas consecuencias, que son siempre horribles, estás promoviendo que en nuestro país solucionemos los problemas civilizadamente.

-Estuvo en muchos lugares del mundo cubriendo conflictos. ¿Recuerda algún episodio especialmente complejo?
En los Balcanes, queríamos llegar al sitio donde estaba Médicos sin Fronteras atendiendo a heridos y sobrevivientes. Íbamos con un traductor que recogimos en Belgrado. De a poco, nos fuimos metiendo en el territorio de los guerrilleros serbios, que luchaban mano a mano con el ejército, y se nos quedó en pana el auto. Apareció una patrulla de guerrilleros, dos de ellos con ametralladoras y corvo, y agarraron al camarógrafo y al asistente. Nos acusaban de ser espías. Yo no me dejaba detener, les gritaba que era periodista, y le gritaba a nuestro traductor: ¡diles que somos periodistas de Chile, del último rincón del mundo! No le salía la voz y yo gritaba, porque si uno se entrega como corderito, te degüellan como corderito. Estábamos en ese tira y afloja cuando aparece otro vehículo guerrillero, y el jefe ordena que nos suelten porque igual nos iban a matar adelante. Cuando se fueron los guerrilleros, nuestro traductor partió corriendo hacia un camión, lo detuvo, ¡y se fue con ellos! Nos quedamos botados en el medio de la nada, con el auto en pana.

-¿Qué hicieron después?
Arreglamos el auto, pero al pasar a Croacia tuvimos el mismo problema, porque llegamos a un camino en donde unos días atrás habían muerto acribillados cinco periodistas españoles. Los croatas nos pararon a punta de metralla y le dije al camarógrafo: ¡graba! Si nos matan, que quede registro. Ellos nos gritaban que bajáramos la cámara y yo les gritaba que bajaran las armas. Finalmente, nos dejaron entrar a Croacia e incluso nos acompañaron. Ese es el modo de comportarse en la guerra.

-¿Lograban obtener buen material de registro?
Nos iba muy bien. Cuando llegábamos a despachar, a los colegas les llamaba la atención que todos los días tuviéramos tan buen material. Nosotros controlábamos nuestros temores, éramos busquillas y nos metíamos a todas partes, entrevistábamos a los líderes contra viento y marea. Cuando estás frente a ellos puedes pedir lo que quieras y gritar y decir que te están esperando. Nadie te va a matar frente a ellos. Nadie. Y siempre grítales. Siempre grita.

-¿Por qué dejó las guerras?
Un día cayó en mis manos un libro de José Luis Martín Descalzo, un columnista español, y en un artículo decía: ‘¿no estaremos los periodistas contribuyendo a ensuciar el mundo, a amargarlo, a hacerlo cada días más triste y penoso con nuestras informaciones y medios de comunicación? Porque las primeras páginas de los diarios o los noticiarios televisivos abren siempre con tragedias y malas noticias, y nunca con aquel que es honrado, que trabaja en silencio buscando una solución para un problema’. Me hizo sentido. Empecé a dejar las guerras a un lado y a procurar, que no era fácil en televisión abrir un espacio para mostrar lo bueno de nuestro país, nuestra gente y lugares lindos que no todos conocemos, pero que al menos se puedan acercar a través de la televisión.

Lee la entrevista completa en revista Viernes.
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