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República Dominicana bajo el lente de un diseñador y fotógrafo

Alberto Siredey recorrió la isla caribeña para descubrir sus más preciados secretos que van más allá de sus playas de arenas blancas y aguas turquesa y que aquí te contamos.

22 de Febrero de 2017 | 15:35 | Emol
No hace muchos días las autoridades de turismo de República Dominicana aseguraron que su país “lo tiene todo” para los viajeros que llegan a estas tierras en busca de descanso y diversión, y así lo comprobó el diseñador de profesión y fotógrafo por pasión, Alberto Siredey, quien se dio a la difícil tarea de recorrer este paraíso caribeño para conseguir las postales que se pueden disfrutar en esta nota.

Lo primero que comenta el embajador de la agencia de viajes COCHA es que este país “es todo lo que se puede imaginar de buenas a primeras: playas interminables en las cuales se pueden hacer caminatas de horas, aguas transparentes, palmeras y sol”.

"Al terminar cada día en República Dominicana pensé en la inmensa sorpresa que significó este viaje, ya que además de sus hermosas playas y sobrecogedores paisajes, encontré una cultura muy rica, llena de historia, alegría y tradiciones"

Alberto Siredey - Embajador COCHA

No obstante, Alberto Siredey aclara que la isla tiene mucho más que ofrecer y para eso el viajero solo debe proponerse ir más allá.

“Mi plan era descansar y recorrer, así que después de unos días de relajo en Punta Cana, disfrutando de las comodidades del hotel y de su playa, quise conocer Santo Domingo, la capital, distante a dos horas y media desde Playa Bávaro, donde yo estaba. Al llegar, quedé realmente encantado con lo que estaba viendo. La ciudad parece detenida en el tiempo, preservando su carácter colonial y las historias que se cuentan de los primeros hombres que hicieron de América su nuevo hogar”, relata el fotógrafo.

Un viaje al pasado


La ciudad de Santo Domingo está ubicada en la desembocadura del río Ozama, en la costa sur de la isla, y fue fundada en 1498 por Bartolomé Colón, siendo considerada como el primer asentamiento europeo en territorio americano y la primera sede del gobierno colonial español en el Nuevo Mundo.


Por estos antecedentes es que no resulta extraño encontrar en este lugar la primera catedral y el primer castillo de América que se hallan precisamente en el casco antiguo de la capital (Ciudad Colonial) que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Esta metrópolis es “una ciudad exuberante, nostálgica y de gente alegre, que no tiene miedo a usar los espacios públicos, ya sea para reunirse, jugar un partido de dominó o tocar algún instrumento. Un lugar realmente recomendado si se quiere conocer la esencia del pueblo dominicano”, relata Alberto Siredey.

Visitas imperdibles


La capital de República Dominicana va quedando atrás y el embajador de COCHA toma otro rumbo y si dirige al pequeño poblado de pescadores llamado Bayahibe y que está situado a 138 kilómetros de Santo Domingo. Esta localidad no se queda atrás en cuanto a sus agradables paisajes pero, sin lugar a dudas, destaca entre los viajeros por ser el lugar donde se embarcan en lanchas o catamaranes para visitar la increíble isla de Saona que pertenece al Parque Nacional del Este que es otro paseo imperdible.

“Desde ahí (Bayahibe), se viaja a esta isla de playas sin olas y de un color turquesa intenso, en la que recalan todo tipo de lanchas, yates y catamaranes con turistas que vienen a disfrutar de las aguas plácidas, los bellos bosques de palmeras y la tranquilidad que esta pequeña isla ofrece. Como referencia, fue a esta isla donde llegó Colón en unos de sus primeros viajes a ‘Las Indias’, y representa un orgullo para los guías locales, ya que sus playas de arenas blancas se filmaron algunas escenas de la clásica película La Laguna Azul”, recuerda el fotógrafo.


Pero si lo que se busca son lugares menos concurridos, quienes se animen pueden visitar Barahona, un acogedor balneario de República Dominicana donde se puede apreciar un poco más a fondo y de forma más directa la idiosincrasia de la población local y comprobar si efectivamente son las personas más felices del mundo, tal como lo aseguran una y otra vez en los tradicionales resorts que hay en la isla.

Barahona se ubica en el suroeste del territorio a 190 kilómetros de la capital y si bien es considerado como uno de “los secretos mejor guardados” de este destino turístico, durante el último tiempo se ha convertido en el lugar preferido de estadounidenses y europeos para vacacionar.

Para muchos esta es una de las zonas más bellas del país ya que, como pocas, logra conjugar abundante vegetación nativa, ríos, mar y montaña ofreciendo un escenario ideal para vivir unas vacaciones increíbles, además de poder compartir con la población local. Sus playas aún conservan esa apariencia virgen y entre todas destaca Quemaíto, llamada así por la calidez de sus aguas y la suavidad de su gravilla. Con dos kilómetros de largo, este idílico lugar está rodeado por mucha vegetación tropical y un hermoso cocotal.

La novia del Atlántico


Ahora bien, si la idea es conocer otras ciudades, nada mejor que visitar Puerto Plata que tiene un pasado histórico no menor al haber sido fundada por el propio Cristóbal Colón.

Conocida como “la novia del Atlántico” sobresale por su inigualable colección de casas victorianas y sus once kilómetros de playas que no tienen nada que envidiar a las concurridas costas del extremo sur de la isla.

Entre sus atracciones arquitectónicas se cuenta el castillo de San Felipe, construido en 1540. Los turistas que la visitan aún pueden interactuar con la población local y conocer de primera mano las costumbres y tradiciones del país. No obstante, esta condición podría cambiar en poco tiempo ya que la industria hotelera internacional ya puso sus ojos en este sector.

“Al terminar cada día en República Dominicana pensé en la inmensa sorpresa que significó este viaje, ya que además de sus hermosas playas y sobrecogedores paisajes, encontré una cultura muy rica, llena de historia, alegría y tradiciones que, sin lugar a dudas, vale la pena descubrir y conocer más a fondo”, dijo Siredey al concluir sus vacaciones.