Hay hoteles que cargan con un pasado histórico y una tradición que los encumbra a la elite de industria. No obstante, hay otros nuevos hoteles que sin contar con ese pasado se han instalado en edificios que acumulan decenas y hasta cientos de años transformándose definitivamente en un lugar para conocer y, por qué no, para dormir al menos una noche.
Ejemplos al rededor del mundo hay varios como el Life Hotel de Nueva York que destaca por estar ubicado entre Broadway y la Quinta Avenida en el mismo edificio y lugar donde antiguamente funcionaba la redacción de la prestigiosa revista LIFE.
Ahora sus habitaciones no son escenario del ajetreo periodístico, sino más bien espacios cuidadosamente diseñados para acoger de buena manera a sus pasajeros con camas de hierro forjado y, según describen sus diseñadores, con detalles tales como elementos de latón, techos altos y baños con encimeras de mármol.
En España hay otros casos dignos de destacar como el del Castillo del Buen Amor en la cuidad de Salamanca. Este increíble palacio data de 1227 y fue objeto de una cuidadosa restauración para conservar su antigua estructura y el máximo de sus elementos originales. El castillo es un Bien Cultural del país europeo desde 1931 y sobresale por su increíble restaurante hoy ubicado en lo que alguna vez fueron sus mazmorras.
No muy lejos de ahí, en Málaga (Andalucía) está el Hotel Castillo de Santa Catalina cuya edificación data de 1624, cuando el rey Felipe IV ordenó construir una fortaleza en el monte que inspiró su nombre.
Cuando ya era propiedad del Ayuntamiento de Jaén, se transformó en el actual Parador Nacional de Turismo como le llaman los españoles y que lo ha llevado a ser elegido entre los 10 mejores castillos de Europa en los que hospedarse.
Frente a esta tendencia que también se da en Chile, como es el caso del hotel Palacio Astoreca en Valparaíso, Gabriel Orellana Product Owner Hoteles de COCHA.com, comentó que hoy en día no resulta extraño que nuevos hoteles se ubiquen en edificios históricos.
“Esto ocurre por varias razones. Entre ellas se cuentan aspectos como la ubicación y el diseño arquitectónico del edificio; muchas veces se trata de fachadas protegidas que no pueden ser modificadas. Ambos elementos son comúnmente valorados por los pasajeros a la hora de elegir un alojamiento, y si a esto le sumamos que estos edificios suelen ser lugares con mucha identidad propia, todo le da un valor agregado al recinto”, explicó el experto.
Un ejemplo de esto es el Belmond Hotel Monasterio ubicado en la ciudad peruana del Cusco y que fue instalado en un edificio que data de 1595. En Colombia también encontramos algunos ejemplos como el Hotel Casa Pestagua levantado entre las paredes de lo que fue un edificio construido bajo la influencia de los palacios españoles-moriscos durante el siglo XVII.
En Ecuador también hay un bello ejemplo que mencionar con el Hotel Plaza Grande que no puede tener una mejor ubicación en la Plaza de la Independencia y con vista privilegiada a la Catedral de la ciudad y el Palacio Presidencial. En la antigüedad este edificio había sido una sede bancaria y oficinas de la administración del municipio de Quito.