Wendy Davison / Facebook
SANTIAGO.- "La muerte parece ser un tema tan tabú en nuestra sociedad, que nadie quiere hablar de ello", sostiene Russell Davison, un británico que recientemente enviudó y decidió vivir su pérdida de una manera un poco diferente a lo tradicional. Claro, porque el hombre no quería que el cuerpo sin vida de su esposa fuera a dar a una morgue o a una funeraria, por lo que lo mantuvo durante seis días en el dormitorio donde ella dio su último suspiro rodeada de su familia más cercana.
El cadáver de Wendy, quien falleció a los 50 años víctima de un cáncer cervicouterino, no solo permaneció en el hogar que compartía con Russell, sino que este incluso durmió a su lado hasta que el cuerpo fue llevado a un crematorio.
Consciente de que la decisión de mantener el cuerpo sin vida de su esposa por casi una semana en su casa llamaría la atención de más de alguien, Russell optó por escribir una carta para explicar por qué lo hizo y, a la vez, convencer a las personas que quedarse junto al cadáver de un ser querido no tiene nada de malo.
Según relata Russell, Wendy fue diagnosticada en 2006 con la enfermedad que finalmente le quitó la vida. Por decisión propia no se realizó ningún tratamiento de quimio o radioterapia, sino que se inclinó por alternativas más naturales. En 2014 los médicos la desahuciaron y le dieron seis meses de vida.
"En ese momento decidimos empezar a vivir el 'ahora' y aprovechar al máximo cada momento que nos quedaba juntos, así que compramos una van y nos fuimos a recorrer Europa", cuenta Russell en su carta.
Sin embargo, en septiembre de 2016 se vieron obligados a regresar a su casa en Derby, ya que Wendy experimentaba dolores demasiado fuertes. Pero ella no quería quedarse internada en un hospital, por lo que Russell y sus hijos se hicieron cargo de su cuidado en el hogar familiar.
El 10 de abril pasado, Wendy dejó de comer y cinco días después no bebió más líquidos. Sus últimos días los pasó la mayor parte del tiempo sedada.
"Wendy murió muy pacíficamente (...) Después de un rato lavamos su cuerpo, la vestimos y la colocamos en su capullo -palabra que preferimos usar en lugar de ataúd- y fue muy especial", asegura Russell en su misiva, y agrega:
"Ella se veía absolutamente hermosa, como siempre lo hizo en vida: sin esfuerzo, sin maquillaje, solo belleza radiante".
A juicio de Russell, durante años la televisión y las películas han engañado a las personas, haciéndoles pensar que los cadáveres son algo malo, a lo que hay que temer. "No es así, se los aseguro", dice.
Asimismo, explica que él nunca quiso que su esposa fuera llevada a una morgue o a una funeraria para que otros se hicieran cargo de su cuerpo, sino que su deseo siempre fue que la familia cuidara de su cadáver en su hogar y así él pudiera tenerla en su dormitorio los días posteriores a su muerte, para dormir a su lado.
"Fue una experiencia hermosa y reconfortante (...) Podría describir el proceso como una cámara de descompresión emocional, permitiéndonos sobreponernos a nuestra pérdida, mientras Wendy aún estaba con nosotros", afirma Russell.
"Sin excepción, todos quienes pasaron tiempo con nosotros y el cuerpo de Wendy, nos dijeron lo bien que se sentía y cómo esa debe ser la forma en que tratamos a los muertos", agregó.
En este sentido, Russell llamó a las personas a "retomar el control" y no dejar que sean otros los que decidan sobre el cuerpo de un ser querido.
"Algo muy hermoso pasó en nuestra casa y no puedo evitar sentir que Wendy hizo que sucediera", concluyó.