REVISTA VIERNES DE LA SEGUNDALa socióloga israelí Orna Dornath publicó el año pasado Madres arrepentidas, una mirada radical a la maternidad y sus falacias sociales, un polémico análisis de los sentimientos de mujeres que aseguran que si miraran hacia atrás, no habrían sido madres. Un tema tabú al que decidió sacarle el velo, para volver a preguntarnos sobre el rol femenino y sus derechos.
¿Qué te hizo decidir hacer este estudio sobre madres arrepentidas de serlo?Al finalizar mi primer estudio –que realicé entre 2003 y 2007, sobre israelíes judíos que no querían ser padres– me quedé con una frase que me generaba conflicto y que tiene que ver con la certera promesa que recibían las mujeres a la hora de decir que no querían ser madres: "Te arrepentirás de no ser mamá". Era difícil para mí dejarlo en esa dicotómica determinación que decisivamente ataca el sentimiento de arrepentimiento, al hacer de esto último un arma de amenaza contra la figura femenina, mientras que al mismo tiempo cualquier posibilidad de pensar en el arrepentimiento después de ser madre es simplemente excluida. Como estaba segura de que había personas arrepentidas, decidí escribir mi tesis de doctorado respecto a este tema. Además, no quería aprender "sólo" sobre el arrepentimiento, sino que quería estudiar la relación entre la sociedad y las emociones, y el uso político de ello también.
Has dicho en varias entrevistas que esto está relacionado a tu propia decisión de no ser madre. ¿Es muy difícil explicarla?
Leo en muchos medios que me citan como si hubiese dicho que estaba cansada de escuchar esta amenaza común en contra de las mujeres que no quieren ser madres: "¡Lo vas a lamentar!", incluida yo misma, y que este cansancio me llevó a hacer este estudio. Pero eso no es verdad. Nunca dije eso, ni lo sentí. Lo que sucedió fue que estaba intrigada por esta amenaza y el uso político de las emociones para alinearnos en el camino de la maternidad. Quería aprender más sobre el triángulo entre arrepentirse de ser madre, una sociedad pro no ser mamá, y por qué nada se había escrito ni estudiado sobre la posibilidad de que quizás uno pueda arrepentirse de ser madre. Y puede ser muy difícil para muchas (si es que no todas) –de diferentes grupos sociales y países– decir que no quieren ser madres, porque inmediatamente tienden a ser estigmatizadas en la sociedad, considerándolas locas, infantiles, egoístas, peligrosas y problemáticas. Que no son una "verdadera"mujer.
¿Crees que no existe la libertad de que una mujer exprese sus verdaderos sentimientos porque hay una construcción social de que ser madre es una bendición?Sí, creo que hay "reglas emocionales" en la sociedad, muy estrictas, en relación a la maternidad. Y según estas, las madres son vistas como seres místicos y no como seres humanos, de carne y hueso. Se espera de ellas que se desvinculen de sí mismas para que puedan mantener esta imagen mística y construida. Durante la última década, las madres cada vez tienen más permiso para hablar de las experiencias duras y estresantes del proceso, de que se sienten frustradas, cansadas o aburridas; pero aun así, todavía se espera que digan que todo esto es (y fue) algo que vale la pena. En otras palabras, en la actualidad muchas tienen mayor libertad para decir que la maternidad no es sólo un jardín de rosas, pero tienen prohibido decir que mirando hacia atrás, sienten o piensan que fue un error volverse madres. La sociedad demanda escuchar sólo un "final feliz" en el que convertirse en madre fue, absolutamente, algo que valió la pena. Para todas.
Desde que publicaste Madres arrepentidas, se ha generado un debate sobre la forma en que la maternidad define a la mujer. ¿Por qué crees que se volvió un pilar tan fundamental de la imagen femenina? Hay un axioma social según el cual la maternidad es un tema sólo de naturaleza: eso es, que es natural querer ser madres porque se es mujer; que es natural que cualquier mujer sana, emocional y físicamente, sabrá qué hacer con una guagua porque es mujer; y que es natural que cualquier mujer evaluaría la maternidad como un cambio en su vida que vale la pena, porque es la esencia de su existencia, por ser mujer. Permitirles a las madres articular sus propias historias –que tienden a ser muy diversas– puede significar que las sociedades tengan que re pensar este axioma, que es altamente beneficioso para las naciones, la economía, las lógicas capitalistas, los regímenes religiosos y los intereses patriarcales-heteronormativos. Reconocer que muchas que no se sienten cómodas con la maternidad y que se arrepienten, es "permitirles" la libertad de ser dueñas de sus cuerpos, pensamientos, memorias, emociones, deseos y necesidades, y esto es considerado peligroso para la sociedad, que depende de la colaboración de ellas para "hacer su trabajo" sin cuestionamientos. Por esto, creo que este "peligroso" acto de hablar sobre el tema puede que sea realmente crucial para reducir el sufrimiento en la vida de un desconocido número de mujeres.
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revista Viernes.
