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¡Confirmado! Viajar puede llegar a ser adictivo

En el diccionario existe el concepto de dromomanía, término que se refiere a la inclinación excesiva u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro.

15 de Junio de 2017 | 18:51 | Emol
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Shutterstock
Definitivamente para muchas personas viajar puede transformarse en una adicción. Lo importante es que casi en la generalidad de los casos es una necesidad controlable, inocua, saludable y hasta benéfica para la vida.

Al menos así lo indican algunos estudios que han demostrado que dejar de lado la rutina y conocer nuevos lugares resulta ser una actividad positiva para el ser humano, tanto desde el punto de vista físico como emocional.

Recorrer lugares desconocidos, escuchar otros idiomas, subirse a un avión y hasta el simple hecho de comprar un pasaje es una acción que hace que el cerebro genere dopamina, una hormona responsable del placer y la motivación. De ahí que satisfacción y felicidad sean sensaciones normales al momento de hablar de una nueva travesía.

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En la agencia de viajes COCHA comentan que en más de una ocasión se ha escrito “sobre viajes y viajeros, sobre la diferencia entre este último y el turista; incluso sobre el gen viajero, y que hay gente que nació para viajar. Hoy un pasaporte con muchos sellos y timbres es para muchos sinónimo de persona experimentada, e incluso culta".

Pero, ¿existe la posibilidad de transformarse en un adicto a esta práctica?

Para el Doctor Michael Brein, sicólogo social especialista en viajes y comunicación intercultural, la respuesta es sí, aún cuando su explicación es más compleja y extensa.

De hecho, en medicina existe el diagnóstico que habla de la “neurosis del vagabundo” y que hace referencia a un trastorno del control de impulsos que lleva al paciente a tener incontrolables deseos de viajar pasando por sobre sus prioridades monetarias, laborales y hasta de familia para dar respuesta a su ansia de nuevas experiencias.

A juicio del profesional, entrevistado por Condé Nast Traveler, esta abrumadora necesidad de viajar puede generar graves efectos en otros aspectos de la vida del paciente. Estas personas, explicó Brein, sufren de dromomanía, término que se refiere a la inclinación excesiva u obsesión patológica por trasladarse de un lugar a otro.

No obstante, también existen casos menos severos pero que también demuestran cierto grado de adicción a los viajes. Al menos así lo explica el doctor Art Markman, especialista en ciencia cognitiva, quien hace ya un tiempo manifestó que todo depende de cómo esa carencia afecta el estilo de vida de las personas.

El especialista manifestó que en muchos casos el paciente es capaz de controlar esa necesidad, pero en otros esta carencia genera incluso reacciones físicas como falta de energía, inapetencia y trastornos estomacales.

De ahí que no resulte extraño que estas personas sufran de depresión o problemas físicos incluso estando en medio de un viaje con el solo hecho de pensar que pronto terminará la travesía y deben volver al hogar.

Si bien en general estas reacciones se pueden manejar, el profesional recomendó que quienes sufran de estos síntomas y no puedan procesarlos de buena manera soliciten la ayuda de un especialista.