El exclusivo Hotel de Crillon de París este miércoles reabre sus puertas después de permanecer cerrado por más de cuatro años, periodo en el que se realizó un exhaustivo trabajo de renovación y restauración del centenario inmueble ubicado al final de los Campos Elíseos frente a la Plaza de la Concordia.
El edificio es considerado una verdadera joya arquitectónica de la capital francesa y uno de los más antiguos y más lujosos palacios del mundo. De ahí que no resulte extraño que su actual propietario sea un adinerado príncipe saudí.
Esta es la tercera gran restauración de un hotel histórico de la Ciudad Luz, ya que durante 2014 retomó operaciones el famoso Plaza Atenea y dos años después hizo lo propio el espectacular Ritz.
Según se indicó, para lograr la reapertura del Crillon trabajó un equipo conformado por 147 artesanos repartidos entre tapiceros, ebanistas, marmolistas y hasta doradores. Todo para devolverle el glamour y el lujo que ostentó el primer gran hotel de prestigio parisino abierto en 1910, en un extremo de los Campos Elíseos.
Las obras no solo fueron de renovación y restauración, sino que además se construyó un segundo subterráneo para albergar, como corresponde a todo parador de excelencia, un moderno centro de relajación y spa, además de una piscina. Precisamente estas obras fueron las responsables de retrasar por cerca de dos años la reapertura del hotel.
Entre los decoradores que trabajaron en la restauración del histórico edificio se contó con el llamado "káiser" de la moda y el lujo, Karl Lagerfeld, además del reconocido arquitecto y especialista en la renovación de hoteles de prestigio, Richard Martinet, quien tuvo un “un papel de coreógrafo para que los cuatro jefes de decoradores y mis equipos llegaran a trabajar juntos”.
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“Es una obra colectiva", agregó el profesional, quien dijo que acá no se trataba meramente de "volverlo a poner a punto (...) sino que había que escribir otra historia".
En el Departamento de Europa de COCHA explicaron que no es extraño que en la restauración de este hotel hayan participado los mejores especialistas de Europa dada la historia e importancia del palacio.
"El Crillón representa el lujo delicado en un palacio del siglo 18 ubicado en pleno centro de una de las ciudades más impactantes del mundo, París. Aquí, con habitaciones con vista al Obelisco de Lúxor, en la plaza de la Concordia, se respira un lujo clásico que suele ser preferido por los artistas más variados", dijeron en la agencia de viajes.
El Hotel de Crillon, que emplea a unas 400 personas, dispone de 124 habitaciones, de las cuales 33 son "suites" y 10 "suites signature" de gran lujo. Alberga además un restaurante gastronómico, una "brasserie" (café restaurante), un jardín de invierno y un bar, todo ello bajo la dirección del chef francés Christopher.
Valores, servicio y extravagancia
Las habitaciones cuestan desde 1.200 euros la noche (poco más de 900 mil pesos chilenos) hasta llegar a la "suite" Bernstein -en el último piso, con una vista impresionante sobre la Plaza de la Concordia- cuyo valor oscila entre los 20.000 y 25.000 euros (entre 15 y 18 millones de pesos aproximadamente).
Una vez registrado en el Crillon, el exclusivo pasajero será atendido por un personal de lujo que lleva más de un mes en un intenso entrenamiento que los ha puesto en las situaciones más complejas y extrañas, todo con el objetivo de estar preparado para enfrentar cualquier inconveniente o solicitud.
La idea es hacer tests para evaluar el servicio, la coordinación, ya sea en las habitaciones, las partes comunes o los exteriores", afirmó su director general Marc Raffray, de 55 años de edad y antiguo Responsable del Four Seasons.
Raffray se jacta que los 12 mayordomos que trabajarán en el Crillon son verdaderos “superconserjes con la capacidad de garantizar el buen desarrollo de la estancia del cliente, de la reserva y de su llegada a nuestro recinto, pasando por el conocimiento de sus gustos. Es un servicio completo", sentenció.
A la cabeza de este equipo está Alexi Argyris, también un "ex Four Seasons", quien aclaró que los mayordomos no están allí para "servir café con guantes blancos y una pajarita. Somos los directores de orquesta, el vínculo entre el hotel y el cliente, para que este se sienta cómodo en seguida".
Pidan lo que pidan, "ya sea privatizar el Louvre o abrir un taller un domingo por la mañana, hay que poder responder a lo que sea (...) y en cualquier momento", aseguró Argyris.
Entre las peticiones más extravagantes que recuerda está el "deseo de un cliente que quería contar con un caballo blanco para un acto en un salón del hotel. Y lo tuvo", dijo orgulloso el conserje.