Malla de poliprolipeno utilizada en las cirugías para el tratamiento del prolapso genital
Emol
SANTIAGO.- Diferentes posturas y opiniones ha generado el uso de las polémicas mallas vaginales para tratar daños en el suelo pélvico, las que la semana pasada fueron prohibidas en Australia a raíz de una queja colectiva por sus supuestos efectos negativos.
A raíz de esta prohibición es que la
Sociedad Chilena de Urologinecología y Piso Pélvico (SODUP) decidió salir al paso de los cuestionamientos para aclarar el uso y los resultados de estos
implantes, que son utilizados para la reparación del prolapso genital, conocido como el descenso de las paredes vaginales y de sus órganos vecinos hacia el exterior.
El ginecólogo y Presidente de la SODUP, David Cohen, aclaró a
Emol que existen
dos tipos de cirugías para el implante de una malla de este tipo:
uno es por vía vaginal y el otro por vía abdominal.
En este sentido, Cohen explicó que la alerta en Australia ocurrió "a raíz de las mallas para reparación de prolapso por vía vaginal, que es muy diferente a la vía abdominal".
"Se demostró que hasta en un
15% de los casos (de mallas por vía vaginal) podía haber complicación (...) y principalmente estas mallas se erosionaban hacia la vagina, producían
secreción, dolor vaginal durante la actividad sexual, y dolor pélvico crónico", señaló el experto.
Reparación por vía abdominal e incontinencia urinaria
Aunque ambas mallas están fabricadas del mismo material -polipropileno, que es monofilamento y algo que no produce reacción alguna en el cuerpo-, las mallas vaginales implantadas por vía abdominal tienen mucho mejor resultado de acuerdo a Cohen.
"Cuando uno utiliza las mismas mallas, pero por vía abdominal, abriendo el abdomen sin intervenir la vagina, o por vía laparoscópica,
las complicaciones de las mallas no van más allá de un 1%", aclaró el Presidente de la SODUP.
En el caso de los tratamientos para la incontinencia de orina de esfuerzos -que corresponde al escape de orina involuntario al reír, toser, estornudar o hacer ejercicio-, el método más utilizado es l
a cinta sub uretral libre de tensión, la que según Cohen está hecha del mismo material que las mallas vaginales.
"Las grandes sociedades médicas a nivel mundial, sí establecen que el uso de las cintas de este material es el tratamiento a primera elección para la incontinencia de orina de esfuerzo (...) Estas cintas no tienen más de 1,5 cm de ancho y se ponen por debajo de la uretra", dice el médico.
En cuanto a las cifras, desde la SODUP aseguran que
hasta un 40% de la población de mujeres mayores de 50 años puede tener algún tipo de prolapso genital, y que alrededor de un
3% a 4% de los casos detectados son candidatos a ser quirúrgicos.
Sobre la incontinencia urinaria, esta puede afectar al
50% de las mujeres mayores de 50 años, pero solo la mitad de los casos son de "esfuerzo", que son las que deben ser intervenidas con cirugía.