Lupita Palacios (96) vive en el estado mexicano de Chiapas
EFE
TUXTLA GUTIERREZ.- Tal y como dice el refrán
"más vale tarde que nunca", una
abuelita mexicana demostró que
no hay edad para aprender cuando realmente se tienen las ganas. Y es que a pesar de sus 96 años, su curiosidad por querer saber
qué decían los titulares de los diarios y los libros, impulsaron a
Lupita Palacios a salir del analfabetismo
Originaria de la
comunidad indígena Vicente Guerrero, del municipio de
Ocozocoautla, Lupita quiso recuperar el tiempo perdido, y con la ayuda del Instituto Chiapaneco de Educación para Jóvenes y Adultos,
retomó sus estudios para aprender a leer y a escribir a tan solo cuatro años de cumplir diez décadas de vida.
Gracias a esto, la mexicana
residente del estado de Chiapas obtuvo en febrero pasado su
título de secundaria, el que muestra con orgullo.
"Todo eso a mí me ha motivado a querer saber, leer, escribir, servir", relató entusiasmada.
"Estudiando puedo aprender la historia de México. La historia de Chiapas ya la he vivido en persona; los sufrimientos, los fracasos, la pobreza"
Lupita Palacios, 96 años
Durante su niñez, jamás tuvo la oportunidad de asistir a la escuela con regularidad, por lo que desde joven trabajó como comerciante y empleada doméstica, y fue una de las fundadoras del Mercado Cinco de Mayo en Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas.
Pero ella nunca perdió la esperanza y hoy sus ganas por saber más de su propia cultura la motivan a querer seguir aprendiendo, incluso a cursar el bachillerato.
"Estudiando puedo aprender la historia de México. La historia de Chiapas ya la he vivido en persona: los sufrimientos, los fracasos, la pobreza", dice Lupita, y añade que "no vaya usted a creer que aquí en Chiapas se vive en la gloria. Aquí hay que moverse a trabajar para que uno pueda tener para la papa (para comer)", cuenta la mujer de pelo blanco y una eterna sonrisa esculpida en el rostro.
La historia de esfuerzo de esta mexicana, es un ejemplo para sus seis hijos, decenas de nietos, bisnietos y tataranietos, y ha conmovido a toda una comunidad. Hoy vive solo en compañía de una de sus nietas con parálisis cerebral, mientras que los asesores del instituto la visitan y suministran el material que necesita para su aprendizaje, con el fin de que no vuelva a abandonar sus estudios.
"Yo me siento muy bien, como ve. Así como le digo, poquito a poquito voy aprendiendo a ver cómo puedo servir a esta santa tierra a mis 96 años", y a pesar de que asegura que "nadie me va a dar trabajo" dice que "sí me pongo abusada (alerta) sí puedo servir de algo".