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Vela: Amor por el mar y el viento

Ser miembro de un equipo que compite en una regata oficial es una experiencia que pocos tiene la suerte de vivir. Pero lejos de ser sólo un deporte de elite, acá se conjugan sentimientos y pasiones profundas, que dejan los resultados en un segundo plano.

08 de Noviembre de 2004 | 16:49 | Felipe Gálvez T., enviado especial a Concón
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"A favor, del viento voy a correr,
porque el viento
es fiel amigo en mi vida.
Es mejor, es mejor
ir con él".

-Canción final de la serie animada japonesa Grand Prix-


"Almacenero" (Gentileza CNO/Max Montecinos)
"Peso a sotavento, peso a sotavento!!!". El grito de Daniel me devuelve de un "trompazo" a la realidad. Por breves segundos olvidé la competencia y disfruté del aire marino que enfriaba mi nariz y orejas. Pero no había tiempo para ese relajo. Estábamos en competencia y había que moverse rápido.

Ahí estaba yo, a bordo del "Almacenero" con un grupo de nueve profesionales luchando por conquistar el viento para triunfar en la quinta fecha del Campeonato Nacional de Regata, en la "cancha" de Concón, V Región.

Sentado al borde del yate, con las piernas colgando y medio cuerpo afuera me sentía como en una película... Mi única experiencia previa era un paseo en lancha en Valparaíso, y ahora disfrutaba de la reñida competencia sobre un yate de carreras.

"Esto es lo más parecido a un Fórmula 1", me explicó de entrada el capitán Homero Novoa. "Este barco no tiene ninguna de las comodidades de un yate de lujo - continuó-, de hecho el baño ni siquiera tiene puerta, porque está construido especialmente para competir".

Pero, un momento... ¿cómo llegué a ser partícipe de esta competencia? Pues era uno de los 22 periodistas y camarógrafos que aceptaron la invitación del Club Náutico Oceánico de Chile para presenciar, en primera persona, la realización de esta fecha, conocida como la Regata de la Prensa. Ya es una tradición que año a año una de las fechas del Campeonato Nacional se dedique a los medios de comunicación, permitiendo a los periodistas integrar un equipo.

Ajeno al mundo de los yates, acepté con gusto la invitación, animado por la posibilidad de ser parte de este deporte de elite, pero con la enorme responsabilidad, entre comillas, de revalidar el título obtenido el año pasado por mi compañera de labores Ilona Goyeneche, flamante campeona de la Regata de la Prensa 2003 con la embarcación "Hasta Siempre 2".


Parte de la tripulación. (Foto: F.Gálvez)
Apenas supe quiénes serían mis compañeros de viaje, que me asignaron por sorteo, tuve la sensación de que el asunto caminaba (o navegaba, más bien) por buen sendero. "Almacenero", del empresario Nicolás Ibáñez, marchaba segundo en la clasificación general, registrando hasta ahora sólo podios, entre ellos un primer lugar.

El rival a vencer era "Maserati-Viña Mar", un yate de dimensiones menores por lo que había que ganar por minutos de diferencia. Así que rápidamente nos hicimos a la mar para preparar la carrera.

Team profesional

Mientras me ambientaba a este yate Sidney 40, fabricado en Australia en 1999, notaba con grata sorpresa que el vaivén de la embarcación no producía en mí ningún efecto problemático. Mi desayuno continuaba en mi estómago; no a pocos les sucedió lo contrario.

Era hora, antes de que se diera largada a la prueba, de aprender el funcionamiento del yate. Daniel Martínez, asumió el mando. Su experiencia en numerosas competencias en Argentina, su país natal, le valió para subirse a este barco junto a su compatriota Diego Garay, quien sólo sabe de yates y poco le importa que River y Boca se estuvieran jugando la vida en Buenos Aires.


Manolo González al timón. (Foto: F.Gálvez)
La pasión por el mar es una de las cosas que caracteriza a todos en el equipo, quienes bien pueden considerarse profesionales de este deporte. Ellos eran Manuel González, a cargo del timón; Klaus Engel, era el trimmer de Genova y precavido consejero del daño que causa tanta exposición al sol, y Carlos Alberto Sánchez, Charly, para quien no existe otro resultado que ganar.

También estaban José Muñoz, trimmer de mayor; Rodrigo Searle, piano, y José Pedro Varela, burdas, además de Daniel, trimmer de Spinaker, Diego, proel, y Homero, el capitán.

Y yo, claro, periodista de Emol, sin posición clara dentro del barco, pero tratando de ayudar con el famoso "peso a sotavento", frase que se me repite constantemente en la cabeza.

"La idea es que cada uno cumpla responsablemente su función. Nada de buenos samaritanos, acá cada uno se preocupa de lo suyo". Daniel toma la palabra y da las indicaciones. Es un trabajo en equipo, no hay duda, pero cada uno es responsable individualmente.

Previo a la partida disfrutamos de las barras de cereal que trajo Charly. Es el combustible de estos deportistas, junto a la infaltable agua mineral. "¿Alguien quiere una cerveza?", pregunta Homero, pero las respuestas son sólo risas, habrá que esperar a que termine para refrescar la garganta.

A competir


Diego como "peso a sotavento". (Foto: F.Gálvez)
Se viene la largada y el humor se deja atrás. "Agua, agua", grita Daniel, mientras Manolo timonea a "Almacenero" para tener una salida limpia de la boya de sotavento. Son 28 embarcaciones que luchan por no toparse entre ellas, surcando el fuerte oleaje que dificulta la maniobra.

Nuestra salida es limpia, pero la ausencia de viento complica las cosas. "Poseidón" tomó la delantera y "Rayo" sorprendió a todos con una gran partida. La primera pierna (así se le llama a las idas y vueltas entre las boyas) nos tiene como perseguidores de los punteros.

De a poco los muchachos dan con la posición más correcta para aprovechar el irregular viento. "Eso, eso, deja que el barco logra su velocidad", pide Daniel. A Manolo se le ve una sonrisa cuando superamos los 16 nudos (30 kilómetros por hora), lo máximo que logramos en estas condiciones.

"Almacenero" se ladea y yo me desplazo con mis compañeros para hacer peso del lado contrario. Pienso: "Si mi madre me viera, estaría asustada rezando".

Nuestro trabajo tiene buenos resultados. Hemos superado a "Poseidón" y "Rayo" está cada vez más cerca. "Maserati", en tanto, luce atrás y eso nos da confianza y ánimo.

Al virar en la boya de barlovento, la emoción alcanza su máximo punto. El yate casi parece volcarse en la maniobra y mientras nosotros "sacamos" nuestros cuerpos afuera, Diego y Charly alzan el Spinnaker... siento como si Concón fuera Australia!


El equipo en la premiación. (Foto: M. Pastén)
Pero las complicaciones no están ausentes. En medio de la ruta la organización decide cambiar una boya de lugar y eso nos hace perder bastante tiempo. Además, el viento es cada vez menos y algunas decisiones poco afortunadas nos dejan atrás nuevamente. "Rayo" sigue adelante "Maserati" se acerca peligrosamente.

El Spinnaker se recoge y Diego aprovecha de parcharlo al descubrir que estaba "rajado". Son más de diez las cuerdas que cruzan a lo largo el yate, cada una para una función determinada. "Suelta, dame, recoge, caza". Los muchachos se hablan y entienden a la perfección... para mí, todo es chino, salvo "peso a sotavento".

Pero no sería eso lo único que debería hacer. Cuando la prueba estaba en su etapa final, Daniel me manda abajo, al interior del yate: había que hacer peso. Sin aire se me complicaron un poco las cosas, pero nada de que preocuparse. Aunque arriba tampoco el asunto iba mejor. La organización nuevamente hizo una jugada sorpresa y decidió acortar la competencia. Las posibilidades de remontar eran prácticamente nulas.

El oleaje y la escasez de viento convertían a ratos a este Fórmula 1 en un cochecito de karting. "Me carga cuando no avanzamos", se quejaba apesadumbrado Charly. Homero, Manolo y Daniel miraban resignados, "Maserati" nos superaba y ganando la prueba. El tercer lugar fue nuestro, pero como dice el lema de mi equipo: "Ganar no es lo más importante, es lo único".

El regreso al Club de Yates Higuerillas es con el motor encendido. Pocas palabras se cruzan en el trayecto, porque todos mastican el agrio sabor de la derrota. Yo, quizás, soy el único contento por haber sido parte de un grupo muy profesional que aceptó mi compañía y me demostró que lejos de ser un deporte sólo de una elite, para correr regatas se requiere de mucho esfuerzo personal, compañerismo, y por sobre todo amor por el mar y pasión por el viento.

Un asado de camaradería sirve para sanar las heridas y unas buenas copas de vino y helado dan un nuevo sabor a un día no tan dulce, pero sí muy enriquecedor para todos.

Glosario
Ciñiendo: Navegar con viento por delante
Empopado: Navegar con viento por detrás
Barlovento: La parte o dirección de donde viene el viento con respecto a una embarcación, objeto o lugar
Sotavento: La parte opuesta de donde viene el viento con respecto a un punto o lugar determinados
Pierna: Navegar de una boya a la otra
Eslora: Distancia entre la proa y popa de un barco, largo
Mayor: Vela mayor de un yate
Genova: Vela utilizada con yate ciñendo, o con el viento en contra
Spinnaker: Vela o globo utilizada con el viento en popa
Proel: Prepara las velas para izarlas y controla el peso del barco
Mástil: Ayudante del proel
Piano: Maneja las drizas (cuerdas) que bajan y suben las velas
Escota Spinnaker: A cargo del globo, le da velocidad al barco
Trimmer: A cargo de la vela mayor, Genova o Spinnaker
1 nudo: 1.85 km/hr.
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