CIUDAD DEL VATICANO.- Juan Pablo II concelebró hoy en la Plaza San Pedro una multitudinaria misa para festejar su cumpleaños número 80, que estuvo asociada a la celebración del jubileo de los presbíteros.
En una plaza soleada, el Papa concelebró junto a miles de sacerdotes, cientos de obispos, y el colegio cardenalicio casi en pleno, una misa al aire libre dedicada a quienes sirven a Dios en las filas de Iglesia.
En su homilía, Juan Pablo expresó un agradecimiento a Dios y otro a los más de cinco mil sacerdotes presentes, una meditación sobre sus cincuenta años de sacerdocio y un pensamiento para los sacerdotes que han abandonado su función.
Como suele suceder en estas citas emocionantes y multitudinarias, el Papa parecía cansado al comienzo, pero fue tomando vigor con el paso de los minutos, hasta llegar al saludo final sonriente y de evidente buen humor, a pesar de su evidente cansancio y dolor.
En su homilía, Juan Pablo II recordó con emoción la misa que pudo celebrar, durante su reciente viaje jubilar a Tierra Santa, en el Cenáculo de Jerusalén, donde según la tradición Jesús celebró la última cena, instituyendo de ese modo el sacramento de la eucaristía.
"En ese lugar que nació el sacerdocio, el mío y el vuestro, de la mente y el corazón de Cristo", dijo el Papa quien dirigió a todos los sacerdotes del mundo un abrazo "que no tiene fronteras y se extiende a los presbíteros de toda Iglesia particular, y alcanza en modo especial a ustedes, sacerdotes enfermos, solos, o probados por las dificultades".
Juan Pablo II dedicó asimismo un pensamiento a "esos sacerdotes que, por diferentes circunstancias, no ejercen más su sagrado ministerio, aunque siguen llevando dentro de sí la especial configuración de Cristo implícita en el carácter indeleble del orden sagrado".
