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Guerrilleros colombianos regresan a incomodidades de la selva

Durante más de tres años, los dirigentes de las FARC disfrutaron de la comodidad de casas con las que sueña la mayoría de los comandantes rebeldes, imponiendo el control a punta del cañón de un rifle AK-47.

24 de Febrero de 2002 | 12:27 | Reuters
SAN VICENTE, Colombia.- La principal fuerza guerrillera de Colombia se replegó a lo profundo de la selva este fin de semana, perdiendo un amplio terreno a manos del ejército y renunciando a una vida fácil de televisión con satélite, cómodos vehículos y cervezas fras.

El ejército comenzó a controlar un enclave cedido a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 1998 para facilitar las conversaciones de paz, que fueron suspendidas por el gobierno colombiano esta semana.

Los rebeldes se retiraron sin ofrecer mayor resistencia, después de que el Presidente Andrés Pastrana, frustrado por los insignificantes progresos de las conversaciones de paz y la escalada de la actividad guerrillera, ordenó el miércoles a las Fuerzas Armadas retomar la zona desmilitarizada.

Durante más de tres años, los dirigentes de las FARC disfrutaron de la comodidad de casas con las que sueña la mayoría de los comandantes rebeldes, imponiendo el control a punta del cañón de un rifle AK-47.

Establecieron campamentos permanentes, instalaron televisión por satélite, acceso a la Internet, y gobernaron a la población civil.

Sus refrigeradores estaban llenos de cerveza fría y gaseosas, ingerían sus tres comidas diarias, regularmente tenían a una exótica mujer en sus brazos y transitaban por las polvorientas calles oyendo salsa en vehículos de tracción en las cuatro ruedas, con aire acondicionado.

Pero este fin de semana, regresaron a la selva, posiblemente a los campamentos clandestinos que utilizaron durante años, antes de obtener el control del enclave, que fue cedido para el desarrollo de conversaciones orientadas a poner fin a un conflicto que ya lleva más de 38 años.

"Aquí la guerrilla ha estado muy bien, ahora se les acabó el reinado", dijo Higinio, un dentista en San Vicente del Caguán, el mayor pueblo del enclave, que atendió a varios miembros de las FARC durante el tiempo que estuvieron allí.

Carmenza Salcedo, quien maneja una zapatería en la principal calle del pueblo, dijo que las jóvenes guerrilleras estaban entre sus clientes.

"Ellas venían a veces a comprar zapatos. Les gustaba ponerse bonitas y elegantes cuando no estaban en misiones", dijo a Reuters.

Impuestos de cocaína y rescates

El regreso de la guerrilla a la selva no significa una vida de miseria, porque sus campos están levantados de tal forma que son prácticamente invisibles a las fuerzas del gobierno y los jefes rebeldes han vivido bien por muchos años.

Pero la pérdida de importantes zonas del enclave de 42.000 kilómetros cuadrados, dos veces el tamaño de El Salvador, les quita algunos lujos, como vagar por los cafés para desayunar.

Además, ahora será ahora mucho más difícil mantener abiertas las líneas de suministro.

La pérdida del enclave también podría afectar los negocios, ya que las FARC usaba la zona para cobrar impuestos por la producción de cocaína y para mantener allí a cientos de personas secuestradas.

El dinero de la cocaína y los pagos de rescates hacen de las FARC uno de los grupos guerrilleros más ricos del mundo.

El avance del ejército es un claro golpe, pero el gobierno sabe que es demasiado pronto dar de baja a los jefes de las FARC , como el septuagenario Manuel "Tirofijo" Marulanda, y que sacarlos de sus escondites selváticos no será tarea fácil.

"Manuel Marulanda es un zorro viejo. Seguro que tiene un sitio estratégico en la zona donde se está escondiendo. Probablemente se estén reorganizando y sabemos que tienen infiltrados en la comunidad civil en San Vicente", dijo el sábado a Reuters el general Tobías Durán, subdirector de la policía nacional de San Vicente.

Pero, por el momento, soldados del ejército como Fernando Buesaco disfrutaban imaginándose a los guerrilleros corriendo asustados.

"Lo más seguro es que están en las montañas", dijo Buesaco. "Creo que está corriendo como conejos".
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