PARIS.- El 67,60 por ciento de los 41 millones de franceses que están llamados hoy a las urnas en la segunda y definitiva vuelta de las elecciones presidenciales había emitido su voto a las 17:00 horas locales (15:00 horas GMT), según el Ministerio de Interior.
Son datos oficiales de participación a sólo una hora del cierre de los colegios en la mayor parte de la Francia metropolitana y a tres horas de que se sellen todas las urnas en las grandes ciudades.
Esa participación es casi un punto superior al 66,8 por ciento registrado en las anteriores elecciones presidenciales de 1995 y unos nueve puntos más alta que el 58,55 constatado a la misma hora el 21 de abril pasado, en la primera criba de la carrera al Elíseo.
Aquel día quedaron seleccionados el neogaullista Jacques Chirac y, de forma sorpresiva, el ultraderechista Jean-Marie Le Pen.
A partir de las 20:00 locales (18:00 GMT), las cadenas de televisión anunciarán las primeras proyecciones sobre el resultado de este escrutinio, marcado por el masivo llamamiento a "bloquear" a Le Pen y votar por Chirac, quien parte como claro favorito.
Salvo en el oeste del país, el mal tiempo ha acompañado esta jornada electoral que ha transcurrido sin incidentes.
En general, los electores han seguido las recomendaciones y advertencias del Consejo Constitucional, que recordó ayer que ir a votar con signos externos de las intenciones de voto es un delito penado por la ley, con multa y prisión, y además puede invalidar la papeleta.
Pero a pesar de esas indicaciones, un ciudadano de Lyon y la alcaldía de Villemagne (sur) se las ingeniaron para marcar la diferencia y poner de relieve que votaban por Chirac obligados por la presencia de Le Pen en el duelo final por el Elíseo.
Un elector lionés, de 38 años, fue a votar con una pinza de la ropa en la nariz y unos guantes de jardinero, que se puso en el último momento, pero como se había aprendido de memoria su código de elector el presidente de la mesa no pudo anular su sufragio.
En tanto, la alcaldía de Villemagne, de sólo 220 habitantes, puso en marcha una "desinfección" simbólica de los electores, que al salir del colegio electoral fueron fumigados con un producto desconocido, pero inofensivo, por personas ataviadas con máscaras quirúrgicas e impermeables.
De esta forma, el alcalde socialista Alain Bauda pretendía "purificar" a quienes han votado por Chirac, al no poder hacerlo por el Primer Ministro saliente, el también socialista Lionel Jospin, quien resultó derrotado en la primera vuelta.
También el "republicano" y ex ministro del Interior, Jean-Pierre Chevenement, se saltó las reglas del Consejo Constitucional, que recomendaba a los electores coger las papeletas de los dos candidatos y luego, en la cabina de voto, meter sólo una en el sobre para respetar el carácter "secreto" del voto.
Chevenement, quien manifestó haber votado "dolorosamente" por Chirac, cogió ostensiblemente dos papeletas del presidente-candidato antes de meterse en la cabina.
