BRASILIA.- El Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, lanzó este jueves el plan "Hambre Cero", la mayor promesa social de su Gobierno, con el que buscará erradicar la falta de alimentos que afecta a millones de personas en el país.
El programa, calificado por Lula como "una operación de guerra contra el hambre", pretende llegar a unos 46 millones de pobres, casi un tercio de la población, muchos de las cuales sobreviven con menos de un dólar por día, según datos del recién creado Ministerio de Seguridad Alimentaria y Combate al Hambre.
"La lucha contra el hambre es en verdad un paso fundamental para la superación de la miseria, la pobreza, la falta de oportunidades y la desigualdad social", dijo Lula en el discurso en el que puso en marcha el programa, en la sede del gobierno.
El programa, que cuenta con un presupuesto de 1.800 millones de reales (507 millones de dólares), también recibe donaciones de alimentos y dinero. Comenzará con la distribución del equivalente a 50 reales (unos 14 dólares) al mes por familia para la compra de alimentos.
En la distribución del importe, a través de vales de compra o tarjetas bancarias, participarán las alcaldías y organizaciones no gubernamentales, y religiosas, según lo anunciado recientemente por el gobierno de Brasil, uno de los cuatro países con peor distribución del ingreso en el mundo.
Lula convocó a todos los sectores sociales de Brasil a acabar con el hambre, calificándola como "una vergüenza nacional".
"Necesitamos vencer al hambre, la miseria y la exclusión social", dijo Lula, para agregar, aludiendo a una eventual guerra de Estados Unidos contra Irak, que "nuestra guerra no es para matar a nadie, sino simplemente para salvar vidas".
Las primeras acciones del plan, que ha sido objeto de críticas, serán implementadas en la seca región nordeste, que concentra la mitad de la población pobre de Brasil, y cuyos indicadores sociales se parecen a los de algunos países de África.
Principales críticas
El programa, declarado prioritario por Lula y que ha despertado un gran interés internacional, es también objeto de críticas.
La coordinadora de la Pastoral de la Infancia, Zilda Arns, una de las personalidades integrantes del consejo administrador del programa, criticó la idea oficial de fiscalizar el uso de los vales para la compra de alimentos mediante la presentación de recibos por parte de los beneficiarios.
"Utilizar personal para examinar recibos no va a funcionar. Los recursos se gastarían mejor enseñando a las familias a plantar, elegir los alimentos, hacer una huerta", dijo Arns, en declaraciones publicadas por el diario O Globo.
En tanto, la economista Sonia Rocha, de la Fundación Getulio Vargas, atacó la idea de repartir un vale para la compra de alimentos.
"La mayoría de las personas que pasan hambre son niños, porque están desprotegidos en el ámbito familiar. El problema es la pobreza y eso requiere programas adecuados de infraestructura, agua, cloacas, vivienda, educación, comida y salud. La solución no es dar un cupón", afirmó.
En su discurso, Lula rebatió los cuestionamientos al asegurar que el plan Hambre Cero es mucho más que un programa de donación de alimentos.
"Las donaciones de emergencia son necesarias pero todos sabemos que no acaban con el problema. Es preciso no sólo neutralizar el hambre sino sobretodo atacar sus causas", aseguró.