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Carnaval de Río comienza con alegría y violencia

Desde el inicio de la semana, Río vive una brutal escalada de violencia orquestada por traficantes de drogas, que quemaron 38 autobuses, depredaron otros 19 y ametrallaron comercios, lo que llevó al gobierno federal a tomar la inédita decisión de enviar tropas del ejército para contener el crimen organizado, un verdadero "poder paralelo" al Estado, según analistas.

01 de Marzo de 2003 | 13:29 | Reuters
RIO DE JANEIRO.- Miles de personas se lanzaron el sábado a las calles de Río de Janeiro para beber y bailar en el carnaval, mientras tanques del ejército patrullaban la ciudad brasileña para prevenir nuevos ataques de narcotraficantes.

Desde el inicio de la semana, Río vive una brutal escalada de violencia orquestada por traficantes de drogas, que quemaron 38 autobuses, depredaron otros 19 y ametrallaron comercios, lo que llevó al gobierno federal a tomar la inédita decisión de enviar tropas del ejército para contener el crimen organizado, un verdadero "poder paralelo" al Estado, según analistas.

Al menos 11 personas murieron en Río durante la semana por episodios de violencia.

Las tropas federales se ubicaron en los principales accesos de Río y también en los asentamientos pobres de la ciudad, que están diseminados en los cerros, muchos de ellos dominados por bandas que controlan el lucrativo negocio de la venta de drogas.

En la madrugada del viernes, en el primer día oficial del carnaval y antes de la llegada de tropas federales, delincuentes que intentaban saquear automovilistas en una agitada avenida ejecutaron a un oficial de la Marina que intentó resistir el asalto, dijeron autoridades. Los bandidos también quemaron un autobús del transporte público.

La policía, con la ayuda del ejército, incautó drogas, municiones, celulares, una computadora y tres radiotransmisores dentro de un presidio donde están detenidos poderosos jefes del tráfico de drogas.

Las autoridades de Río dicen que las bandas de traficantes ordenaron la ola de violencia en represalia por las duras medidas que la policía ha tomado en su contra.

El sábado un policía fue baleado cuando delincuentes intentaron robarle su automóvil frente a una favela, dijo a Reuters un portavoz del ejército, quien aclaró que el hecho no estaba relacionado con la acción de traficantes.

"Fue un delito común, sin relación con esas acciones terroristas de los últimos días", indicó.

El Comando Militar del Este, a cargo de la "Operación Guanabara" de patrullaje militar durante el carnaval, dijo en un comunicado que hasta las 11.00 horas (1300 GMT) del sábado y desde la mañana del viernes ningún incidente grave relacionado con la acción de traficantes había sido verificado.

Soldados del ejército fueron ubicados en la gigantesca favela Rocinha, situada sobre un cerro que domina el rico barrio de Sao Conrado, en la turística zona sur de Río, y tanques patrullaban una autopista que une la peligrosa periferia oeste de la ciudad con el exclusivo distrito de Barra de Tijuca.

"No vamos a dejar de bailar ni de disfrazarnos. Cada año la fiesta del carnaval supera todo. Hay más policías sí, y militares, pero también hay más gente que nunca disfrazada y con mucha alegría", dijo Carmen, una bella carioca de 38 años, mientras bailaba con una lata de cerveza en la mano en una comparsa en el centro de la ciudad.

Turistas en calma

Pese a la agitación de policías y soldados, miles de turistas llegados a Río desde todo el mundo para disfrutar el carnaval de la ciudad -que incluye coloridos desfiles y danzas en el "sambódromo" y comparsas en las calles-, permanecían ajenos a la ola de violencia.

"En la agencia de turismo nos dijeron que tenemos que estar prevenidos. Pero es que como en cualquier otra ciudad, hay que tener cuidado. Fuimos a la playa y hemos caminado y vemos todo en paz", dijo Jesús Tedesco, un catalán que está recorriendo las principales ciudades de Brasil hace tres semanas con su esposa.

En tanto, Alex, quien llegó de Nueva Jersey para conocer el mundialmente famoso carnaval de Río dijo estar encantado con la simpatía de la gente y las caipirinhas, la bebida típica del país.

"He visto playas preciosas y chicas bonitas. Nada desagradable me ocurrió", dijo, saboreando el cóctel de licor de caña, azúcar y limón al lado de la piscina de su hotel.

La ciudad brasileña espera que unos 400.000 turistas permanezcan en la ciudad durante los días del carnaval, que concluye el miércoles.

Las plazas hoteleras de la ciudad se encuentran casi agotadas.
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