BUENOS AIRES.— La mayoría de la población recibió con disgusto la renuncia del ex Presidente Carlos Menem a participar en la segunda vuelta electoral el 18 de mayo.
Las encuestas demostraban que Menem, quien gobernó de 1989 a 1999, iba a perder el domingo, pero también que la mayoría de los argentinos quería votar.
Según la consultora D’Alessio-IROL, el 64% de los consultados opinó que prefería votar.
El Centro de Estudios de la Opinión Pública (CEOP) reveló en un sondeo para el diario "Clarín" que a siete de cada diez argentinos le parece "mal" que Menem decline su postulación porque "no cumpliría con su compromiso ético", según el argumento mayoritario.
Tras dos días de incertidumbre sobre su futuro y de tener en vilo a todo un país, Menem finalmente confirmó desde su provincia natal de La Rioja que desistía de participar en la segunda vuelta porque "no están dadas las condiciones para una segunda vuelta, por la trampa, por cómo se llevó a cabo el proceso".
En las calles de Buenos Aires, invadidas con afiches de campaña para una elección que no será, los porteños no se sorprendieron con la noticia pero tampoco ocultaban su enojo por el anuncio de Menem.
"Es lo último que le faltaba hacer. Tendría que haber muerto con las botas puestas. Yo quería votar porque no me gusta la idea de que Kirchner llegue al poder con apenas el 22% de los votos", dijo a AP Federico Valdéz, de 50 años, agente de seguridad.
Según analistas, Kirchner llega debilitado al poder ya que solo podrá mostrar un 22,24% de apoyo ciudadano obtenido en la primera vuelta presidencial, que lo obligará a buscar acuerdos políticos con otra fuerzas para intentar sacar de la crisis a un país que carga con un 17,8% de desempleo y una pobreza del 57,5%.
"Lo mejor hubiera sido votar. Pero esto que pasó es un reflejo del país en el que vivimos, donde no se respetan las instituciones", aseguró por su parte Daniel Figun, 39 años, encargado de edificio.
Pero también hubo quienes celebraron la renuncia de Menem porque implica su definitiva "muerte política".
"Me encanta que haya renunciado así desaparece para siempre. Ya nos perjudicó bastante", dice Esteban Segovia, desempleado de 59 años, mientras busca en bolsas de basura cartones para vender y así poder llevar alimento a sus cinco hijos.
