SANTIAGO.- No antes de cinco años podría desarrollarse una vacuna contra la infección por VIH que muestre resultados importantes, según lo señaló el Dr. Alejandro Afani, jefe de la Sección de Inmunología del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, quien dictó una conferencia sobre el tema en la Escuela de Salud Pública de esa casa de estudios.
El profesional, quien además preside la Sociedad Chilena de Inmunología, sostuvo que las dificultades para el desarrollo de una vacuna terapéutica o preventiva eficaz contra esta enfermedad se relacionan con algunas características específicas del virus.
Entre ellas -dijo- destaca su variabilidad genética, la que en general se debe al alto número de mutaciones que presenta; la existencia de fases de latencia y reactivación, que le permiten quedar incorporado en las células por largo tiempo evadiendo el sistema inmune; su progresiva agresividad y también el hecho de que se aloja en sitios como el sistema nervioso central y los ganglios linfáticos, a los que difícilmente llegan los medicamentos actuales.
Por otra parte, existen connotaciones éticas para ensayar una vacuna preventiva, ya que éstas deben ser probadas en individuos sanos y en grupos de no menos de mil personas, con los riesgos que puede implicar una vacuna con efectos adversos desconocidos. Asimismo, no existe un modelo animal homologable al ser humano para estos efectos, ya que el chimpancé, si bien se infecta, no desarrolla la enfermedad.
En cuanto a las vacunas terapéuticas, el experto aclaró a los académicos de la Escuela de Salud Pública que éstas no pueden ser concebidas para empezar un tratamiento ni para ser usadas solas, sino que son complementarias con los tratamientos actuales.
Ello permitirá, por un lado, reducir la multiplicación del virus y, por otro, estimular la reconstitución del sistema inmunológico.
El virus ingresa al organismo traspasando las mucosas, sin necesidad de que haya una fisura o herida, como se pensaba cuando recién apareció la enfermedad.
En un lapso de 7 a 10 años se produce una disminución progresiva de las defensas, lo cual posibilita la aparición de infecciones oportunistas, tumores y otras enfermedades que señalan que el paciente ya está en la etapa SIDA.
Una persona que no recibe el tratamiento adecuado puede morir en dos o tres años a partir de la declaración del mal.
Sin embargo, existe un grupo de pacientes de larga sobrevida, que pese a tener el virus mantienen sus defensas en buen estado y presentan bajas cargas virales, ya que tienen una respuesta inmune mucho más potente.
El especialista indicó que los científicos están tratando de desarrollar vacunas que estimulen este tipo de inmunidad protectora.
Otro grupo lo constituyen personas con una resistencia natural a la infección por VIH que, aún exponiéndose al contagio, no contraen el virus.
Las hipótesis que se plantean para explicar esta situación son varias: que la exposición haya sido a virus muerto o sólo a partes de él, que la carga viral de la pareja –en el caso del contacto sexual- sea extremadamente baja, que tengan una resistencia intrínseca a nivel de las mucosas que impida el ingreso del virus o que su sistema inmune pueda eliminarlo antes de que la infección se establezca.
El doctor Afani señaló que estudiar a este grupo de personas ha sido fundamental en el desarrollo de una vacuna, al conocer los elementos protectores de la inmunidad contra el VIH.
El Sida es actualmente una de las tres enfermedades infecciosas declaradas como las más relevantes a nivel mundial, junto a la malaria y a la tuberculosis.
Actualmente existen más de 42 millones de personas infectadas, de las cuales 18,5 millones son mujeres y tres millones son menores de 15 años. Del total de infectados, más del 72% habita en el África subsahariana.
En América Latina 15 millones de personas viven con el VIH, en una proporción de tres hombres por cada mujer infectada.
El primer caso en Chile fue detectado en 1984. Desde entonces la cantidad de personas de ambos sexos afectadas ha aumentado en forma sostenida, existiendo actualmente 11.195 víctimas, de las cuales 5.918 están infectadas con VIH y 5.277 padecen la enfermedad ya declarada. 398 corresponden a menores de 15 años. Hasta fines de 2002 habían fallecido en nuestro país 3.563 personas.