BAGDAD.- El ayatolá Mohamed Baqir al Hakim, asesinado hoy en Nayaf, no sólo era un clérigo sino también un destacado opositor al régimen del depuesto presidente iraquí, Saddam Hussein, y su pérdida complica el ya confuso futuro de Irak.
Al Hakim, líder del Consejo Supremo de la Revolución Islámica de Irak (CSRI), fue asesinado hoy en la ciudad sagrada de Nayaf, poco después de presidir la oración del viernes en la mezquita del Imam Ali, principal santuario del chiismo, rama del Islam que profesa el diez por ciento de los 1.200 millones de musulmanes del mundo.
"Sin lugar a duda, el asesinato de Hakim iniciará una nueva etapa en la posguerra en Irak que podría incluir el aumento de la inestabilidad, la inseguridad y los enfrentamientos sangrientos", opinó Habib Nasser, profesor universitario iraquí.
"Su muerte llevará a Irak a un oscuro camino de división entre las diferentes comunidades del país", puntualizó.
Nasser aludía a que el frágil equilibrio entre las diferentes etnias y religiones de la sociedad iraquí -logrado gracias al reparto de puestos en el recién creado Consejo Provisional de Gobierno-, podría verse afectada por la pérdida de Al Hakim.
Considerado clérigo moderado, había defendido durante años la coexistencia entre musulmanes chiís y suníes, que representan en Irak el 60 y 30 por ciento de la población, respectivamente.
Pese a ser mayoritarios, los chiíes siempre han estado políticamente sometidos por los minoritarios suníes en la historia de Irak, y la desaparición del conciliador Al Hakim podría dejar la vía libre a los radicales de su comunidad religiosa para optar por el enfrentamiento con la rival.
Desde la llegada el poder del régimen del partido Baaz, de Saddam Hussein, en 1962, Al Hakim fue uno los más enérgicos opositores a la política gubernamental, lo que provocó que un tribunal de Seguridad del Estado le condenara a muerte acusado de impulsar la rebelión chií de 1977.
Tras dos años en la cárcel, fue liberado gracias a una amnistía general emitida por el depuesto líder iraquí.
El triunfo de la Revolución Islámica en Irán le impulsó no obstante a abandonar su país y establecerse en Teherán, en octubre de 1980, donde emprendió su lucha para derrocar al régimen de Saddam.
Desde la capital iraní diseñó un plan de oposición que empezó con la creación del Consejo Supremo de la Revolución Islámica (CSRI) de Irak, cuyo brazo armado, las brigadas de Badr, fue la única fuerza miliciana que hizo frente al régimen del derrocado líder iraquí.
Además del apoyo iraní, esa organización armada también contó con el respaldo financiero y político de Kuwait, país invadido por el Ejército iraquí en agosto de 1990 y liberado siete meses después por una coalición internacional liderada por Estados Unidos.
Tras casi tres décadas exiliado en Irán y sufrir varios intentos de asesinato a manos de los servicios secretos iraquíes, regresó a su país en junio pasado para "dedicar lo que me queda de vida a los asuntos religiosos de la escuela (Hawza) chií" a la que pertenecía en Nayaf, según declaró a su llegada.
Considerado una de las principales referencias del Islam chíi, fue recibido por miles de fieles que a su regreso, que recordó al del ayatolá Jomeini a Irán en 1979.
Desde entonces, Al Hakim había pedido la retirada de la coalición anglo-estadounidense pero por medios pacíficos, lo que fue criticado por algunos musulmanes suníes, que le acusaron de no tomar medidas suficientes contra la ocupación de su país.
El atentado de hoy no fue el primero que pretendía acabar con la vida de un miembro de la familia Al Hakim ya que el pasado sábado y en el mismo lugar, se perpetró un intento de asesinato de su tío Mohamed Said Al Hakim.
Este sólo sufrió heridas leves en el cuello, pero sus tres guardaespaldas perdieron la vida en un incidente del que sus seguidores responsabilizaron al dirigente de otro grupo chií, Moqtada Al-Sadr, acusación rechazada por esta ultima organización.