WASHINGTON.- La propuesta del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, de crear un programa de visados temporarios de trabajo ya generó reacciones de todo tipo, incluida la férrea oposición del ala derechista del Partido Republicano y la desilusión de los que esperaban un plan más abarcativo.
En el Congreso, algunos legisladores expresaron su satisfacción con la propuesta, en su mayoría los de filiación demócrata, y especialmente la Conferencia Hispana del Congreso, que celebró que Bush haya puesto a la reforma de las leyes inmigratorias como una de las más ’’altas prioridades de la política nacional’’.
La representante de California Loretta Sánchez, una demócrata de origen latino, dijo por ejemplo que la propuesta de Bush hará de Estados Unidos un país más seguro, ayudará a reunificar familias, y abastecerá al país de mano de obra que la economía necesita.
Pero para muchos legisladores de ambos partidos, el plan tiene demasiados problemas, aunque para unos el tema es que concede demasiados beneficios a los inmigrantes, y para otros el obstáculo es que no les concede lo suficiente.
El ala derechista del Partido Republicano, que tiene un fuerte peso en votos especialmente en la Cámara baja, reaccionó de inmediato contra el plan por considerar que tiene demasiadas concesiones para los inmigrantes ilegales.
Bush dijo que los extranjeros indocumentados, calculados en entre ocho y diez millones de personas, podrán solicitar el visado temporario de trabajo que será creado bajo este plan y regularizar así su situación.
El comentarista conservador Patrick J. Buchanan llamó el plan ’’un premio enorme para los que violan la ley’’ y fustigó al presidente por ’’hacer concesiones para ganar votos hispanos’’.
El legislador republicano Tom Tancredo, del estado de Colorado, criticó duramente el proyecto: ’’La gente está acá en forma ilegal: tienen que deportarlos en lugar de premiarlos, y al empleador tienen que multarlo, y si sigue contratando ilegales infringiendo la ley, tiene que ir preso’’, sentenció.
Tomas Delay, representante demócrata por Texas, expresó su escepticismo e indicó que ’’este programa aparentemente va a premiar a los ilegales’’. Además, muchos conservadores del partido del presidente advirtieron que no quieren que una reforma de este tipo se apruebe en forma apurada durante el año electoral.
Del otro lado del espectro político, los demócratas más progresistas dijeron sentirse decepcionados con la propuesta porque no plantea una solución permanente para los millones de ilegales que están en este país.
El visado de trabajador temporario que Bush pretende crear sólo sería válido por tres años, y aunque es renovable, todo depende de que el beneficiado tenga un puesto de trabajo o de lo contrario el visado expira automáticamente y la persona debe retornar a su país.
Esto crea una situación de enorme incertidumbre e inestabilidad, argumentó el gobernador de Nuevo Mexico, Bill Richardson, quien dijo que Bush ’’perdió una excelente oportunidad’’ para presentar una reforma profunda que solucione este problema de una vez por todas.
Por su parte, las organizaciones de defensa de la inmigración argumentan que el hecho de que este visado expire si la persona queda sin empleo crea una enorme dependencia del inmigrante con su empleador y abrirá las puertas a abusos y explotación.
Otros demócratas, en cambio, criticaron el plan por considerar que en un momento en que el desempleo está al alza en Estados Unidos, abrir las puertas para que extranjeros puedan trabajar en este país legalmente puede generar más desempleo entre los estadounidenses.
El representante de California George Miller, un veterano demócrata en la Cámara baja, comentó: ’’En tiempos en que millones de fuentes de empleo de Estados Unidos son enviados al exterior a (países con) mano de obra barata, debemos ser muy cuidadosos para no crear un programa que deprima los salarios y que invite a trabajadores extranjeros desesperados a trabajar por salarios de miseria’’.
No obstante, algunos legisladores clave expresaron su apoyo al proyecto.
El líder demócrata en el Senado, Tom Daschle, y el senador republicano Chuck Hagel elogiaron la decisión de la Casa Blanca de encarar finalmente el tema inmigratorio y dijeron que elaborarán un proyecto de ley que contenga las propuestas formuladas en el plan de Bush, para introducir un proyecto de ley con apoyo de ambos partidos.
Mientras tanto, millones de inmigrantes ilegales observan atentos el desarrollo de un tema en que les va todo su futuro e insisten en pensar que la esperanza es lo último que se pierde.