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Papa no acepta que el terrorismo mantenga como rehén a la paz

El Pontífice apuntó hoy que para lograr una "seguridad colectiva" es necesario relanzar el papel de Naciones Unidas, lo que viene pidiendo desde hace tiempo la Santa Sede.

12 de Enero de 2004 | 09:52 | EFE
Juan Pablo II
Juan Pablo II se dirigió al cuerpo diplomático acreditado en la Santa Sede.
CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa condenó hoy duramente el terrorismo, afirmando que el mundo no puede resignarse a aceptar que la violencia mantenga como rehén a la paz; exigió que se vuelva a la mesa de negociaciones en Oriente Medio y subrayó con energía que la guerra jamás resuelve los conflictos entre los pueblos.

Juan Pablo II hizo estas afirmaciones en el discurso que dirigió al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, al que recibió en la Sala Regia del Vaticano para el tradicional intercambio de felicitaciones por el año nuevo.

El Pontífice presentaba buen aspecto físico, dentro de sus limitaciones, y leyó en francés, con voz clara, la mayor parte del texto, del que sólo se saltó algunos párrafos.

El Obispo de Roma señaló que la paz sigue estando amenazada y que así se ha podido ver en estos últimos meses en Oriente Medio, Irak y numerosos países de África. A lo anterior, precisó, hay que añadir el terrorismo internacional.

"El terrorismo internacional siembra miedo, odio y fanatismo y deshonra todas las causas a las que pretende servir. Cualquier civilización digna de ese nombre tiene que rechazar categóricamente la violencia y es por ello que jamás debemos resignarnos a aceptar pasivamente que la violencia mantenga a la paz como rehén", afirmó.

El Pontífice añadió que para lograr una "seguridad colectiva" es necesario relanzar el papel de Naciones Unidas, lo que viene pidiendo desde hace tiempo la Santa Sede.

Respecto a Oriente Medio, la Tierra Santa que siempre está en su pensamiento, Juan Pablo II dijo que la no resolución del problema israelí-palestino continúa siendo un factor de desestabilización permanente en toda la región, "sin contar los indecibles sufrimientos a la población palestina y a la israelí".

"Jamás me cansaré de decir a los responsables de esos dos pueblos: la elección de las armas, el recurso al terrorismo por parte de unos y a las represalias por los otros, la humillación del adversario y la propaganda del odio no llevan a parte alguna", manifestó el anciano Pontífice.

Según Juan Pablo II, sólo el respeto a las legítimas aspiraciones de unos y otros, el regreso a la mesa de negociaciones y al compromiso concreto de la comunidad internacional pueden llevar la paz a Oriente Medio.

Asimismo se mostró convencido de que la paz duradera y verdadera no puede reducirse a un simple equilibrio entre las fuerzas, "tiene que ser fruto de la acción moral y jurídica".

Sobre Irak, recordó las numerosas acciones emprendidas por la Santa Sede para evitar una guerra que considera una derrota para la humanidad y manifestó que hoy es importante que la comunidad internacional ayude a los iraquíes, "una vez liberados del régimen que les oprimía", a retomar las riendas de su país y a consolidar la soberanía y un sistema democrático.

El Obispo de Roma abogó para que Irak vuelva a ser un socio creíble en la comunidad internacional.

Respecto a los conflictos africanos, el Papa dijo que el impacto sobre la población es dramático y que los efectos de la guerra se unen a la pobreza, al deterioro del tejido institucional de esos pueblos, "que llevan a sus gentes a la desesperación".

Juan Pablo II condenó la fabricación y el comercio de armas, "que alimenta abundantemente esas zonas de riesgo".

El Papa homenajeó al nuncio apostólico Michael Courtney asesinado en Burundi, y al representante de la ONU en Irak Sergio Veira de Mello, asesinado en atentado en Bagdad.

Tras repasar la situación internacional y condenar el terrorismo, el Papa subrayó: "lo que está claro es que la guerra no resuelve los conflictos entre los pueblos".

Insistió en que la paz es posible y que la Iglesia Católica está siempre dispuesta a trabajar para alcanzarla.

Defendió la presencia de la religión en las sociedades y un diálogo sano entre iglesia y estado y tras reconocer el estado laico precisó que "laico no puede ser confundido con laicismo".

Juan Pablo II reiteró la necesidad de que se reconozcan las raíces cristianas de Europa y a ese respecto afirmó con tristeza que las "dificultades para aceptar el hecho religioso en el espacio público se ha verificado de manera emblemática en el reciente debate sobre las raíces cristianas de Europa".

"Algunos han revisado la historia a través de ideologías reducidas, olvidando lo que el cristianismo ha aportado a la cultura y a las instituciones del Continente: la dignidad de la persona, la libertad, el sentido de lo universal, la escuela, la universidad y la solidaridad", destacó el Papa.

Juan Pablo II agregó que sin menospreciar a otras religiones, Europa es lo que es gracias al cristianismo.

Concluyó su mensaje abogando por la educación a la paz, "para propiciar tiempos mejores".

El Vaticano mantiene relaciones diplomáticas con 174 estados, a los que hay que añadir la Unión Europea, la Orden de Malta y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
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