
La ex ministra inglés Clare Short y el Secretario General de la ONU, Kofi Annan.
LONDRES.- Gran Bretaña espió al secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, antes de la invasión de Irak, dijo el jueves la ex ministra Clare Short, lo que podría provocar una nueva crisis para el Primer Ministro Tony Blair en un momento en que trata de olvidar el conflicto bélico.
Blair no quiso referirse directamente a esta declaración y se limitó a decir que los servicios de seguridad de Gran Bretaña actuaron dentro de los parámetros de la ley nacional e internacional.
Sin embargo, las Naciones Unidas señalaron que cualquier operación de esta índole sería ilegal.
"Esto no es totalmente sorprendente", dijo a la agencia Reuters el subdirector de la oficina de la ONU en Bruselas, Andreas Nicklisch. "Es ilegal, por supuesto, pero también es innecesario (el espionaje) porque trabajamos con absoluta transparencia y honestidad".
La acusación aparece un día después de que el Primer Ministro Tony Blair desestimó los cargos contra una traductora, acusada de filtrar información confidencial de un memorando estadounidense en el que se pedía ayuda a Londres para espiar a miembros de la ONU antes de lanzar la guerra contra Irak.
La ex ministra, que renunció a causa de la guerra, pero que estaba en funciones durante el período en que Estados Unidos y Londres buscaban la autorización de la ONU para una incursión militar, dijo que la oficina de Annan era uno de los objetivos específicos del espionaje.
Blair reaccionó airadamente a las acusaciones y dijo que Short estaba minando los servicios de inteligencia y la seguridad de Gran Bretaña que encara una verdadera amenaza de los militantes islámicos.
"El hecho de que se hicieran esas alegaciones (...) es muy irresponsable", dijo en una conferencia de prensa celebrada en su residencia en Downing Street.
"Como nación, estaremos en una situación muy peligrosa si la gente cree que puede revelar secretos o detalles sobre las operaciones de seguridad, ya sean falsas o ciertas", agregó.
Irak se ha convertido en una pesadilla política para Blair. Diez meses después del derrocamiento de Saddam Hussein no se han hallado las armas de exterminio que supuestamente tenía Bagdad y que justificaron la alianza de Gran Bretaña con Estados Unidos para invadir el territorio iraquí.
El miércoles, los fiscales del gobierno británico dijeron que no tenían evidencia suficiente para probar que la traductora de 29 años, Katharine Gun, violó el Acta Oficial de Confidencialidad pese a que abiertamente había admitido la entrega de un documento secreto que, según ella, revelaba un plan estadounidense para espiar las misiones de la ONU.
Los opositores de Blair creen que el principal abogado del gobierno, el procurador general, archivó el caso por miedo a que surgieran preguntas sensibles sobre la legalidad de la guerra de Irak.
"Se debe esclarecer si esta fue una decisión política", dijo el portavoz conservador de relaciones internacionales, Michael Ancram.
Gun, una ex empleada del centro global de vigilancia GCHQ, dijo que "reveló serias irregularidades y malos procedimientos por parte del gobierno estadounidense, que atentó destruir nuestro propio servicio de seguridad".
El diario "The Observer" citó el memorando filtrado por e-mail, donde decía que Washington quería la ayuda británica para espiar las oficinas de los delegados de las "naciones contrarias" a la guerra de Irak en el Consejo de Seguridad -Chile, México, Camerún, Angola, Guinea y Pakistán-.
"Hubo que soportar una gran presión", dijo Short. "Estados Unidos estaba presionando a Chile y México... Lo que resulta admirable es que estos países no se quebraron".